Tres encuentros

Tres encuentros con Miguel Delibes fijados en la memoria con toda nitidez. El primero, de lector juvenil entusiasmado con las aventuras de un bedel de instituto, cazador. Un buen día, este bedel se transformó en emigrante y seguí entusiasta por su vida americana. El segundo recuerdo, ya como profesor, es mucho más tardío: la Universidad de Zaragoza hacía años había creado unos cursos de verano para extranjeros en Jaca. Aquel verano existía un curso monográfico para alumnos especializados; en ese curso me había tocado la misión de comentar un libro. Elegí 'La hoja roja', que es obra de lectura apasionante y también resultó con idéntica pasión para los alumnos.

Ahora que mi librillo me entregó la hojita encarnada como aviso, revivo los momentos en que como secretario de la RAE tenía que enviar a don Miguel las comunicaciones oficiales de la corporación. En las primeras ocasiones me contuve y no me atrevía a escribir nada en esas comunicaciones oficiales, pero enseguida vencí mi timidez y le escribía acotaciones al margen cargadas de ánimo y de afecto, que él contestaba en tarjetones manuscritos.

Al escribir este texto me doy cuenta de todo lo que significó don Miguel en mi juventud, como lector apasionado; en mi actividad como profesor, y en mis años felices de académico, como admirador del escritor y, sobre todo, de su figura profundamente humana.