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Gabriel Albiac. Isabel B. Permuy

La soledad del hereje

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Gabriel Albiac: «El hereje de Miguel Delibes lo es por ser distinto. Esto es, por ser. Y por solo poder ser marcando las fronteras que le hacen saberse otro de los otros»

Gabriel Albiac

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41

Hereje. Cuando un español del siglo XVI dice «hereje», ¿qué está diciendo? No lo que los tratados de teología enseñan, desde luego. Difícilmente esa lejana disciplina arrastraría las pasiones que exigen a la plebe hacer del fuego único juez de la depravación que en esa palabra suena. Y que es previa a cualquier significado. Y que entronca más con el universo de los fantasmas que con el del diccionario.

Covarrubias dejará dicho que, «en significación amplia», hereje «vale tanto como el que tiene alguna opinión o sigue alguna secta». O sea, cualquiera: si se considera el uso habitual de «secta» en el XVI como fracción o grupo. Solo tras dar ese sentido originario, vuelve el Tesoro sobre lo dicho, para advertir del uso más común entre «los que militan bajo la Iglesia Católica Romana»: el de «deserción y apartamiento de la Fe».

¿De qué deserta, de qué se aparta el hereje de Miguel Delibes? Las cuestiones de alta teología quedan lejos del alcance del Cipriano Salcedo, comerciante en gabanes, que protagoniza la novela. Lo que hace de él un hereje a los ojos de sus conciudadanos, y lo que hace que él mismo se reconozca en ese nombre, «hereje», es la resquebrajadura de una identidad invivible. Desde el nacimiento que ve como horrible matricidio un padre que jamás le perdonará haber nacido, desde la apropiación de una madre vicaria que acabará por ser amante y, en el final, lazarillo hacia el suplicio… hasta la incomprensión de un matrimonio maldito por el doble estigma de la esterilidad y la locura.

El hereje de Miguel Delibes lo es por ser distinto. Esto es, por ser. Y por solo poder ser marcando las fronteras que le hacen saberse otro de los otros. Los otros no perdonan. «Hereje» es, en español, el atributo de aquel que se abstiene del rebaño. Y da sobre la hoguera. En el nombre del padre odiado. De la mano de la imposible madre amante. Solo.

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