Una presencia fundacional
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Fernando Aramburu: «Delibes, como Baroja o como Bécquer, forma parte de mi educación sentimental. Me veo incapaz de juzgarlo desde una perspectiva exclusivamente literaria»Fernando Aramburu
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41
El nombre de Miguel Delibes ya me es conocido en la adolescencia. El manual de Lengua Española incluye un fragmento de 'El camino' y el de Historia de la Literatura dedica a su autor un párrafo con fotografía. Delibes, como Baroja o como Bécquer, forma parte de mi educación sentimental. Me veo incapaz de juzgarlo desde una perspectiva exclusivamente literaria. Es para mí, tanto como un escritor célebre, una presencia fundacional. No recuerdo el título de los 100 primeros libros por mí leídos; pero sé que entre ellos hay por lo menos tres de Miguel Delibes: 'Las ratas', mi preferido; 'La hoja roja' y 'El camino'. Conservo como oro en paño las tres novelas en aquellas ediciones de la colección Áncora y Delfín, de Destino, con pasta negra y camisa de colores. En la hora de hacer mis pinitos literarios, acudo a Delibes con el propósito primordial de abastecerme de idioma. Donde yo, muchacho urbano, veo un monte bajo, Delibes ve un alcor; lo que para mí es un pájaro, para Delibes es un arrendajo o un estornino. Leo sus libros trazando listas de vocabulario. En la segunda frase de 'Las ratas', Delibes menciona «tres chopos desmochados». ¿Desmochados? Jamás, a mis quinces años, este vocablo había penetrado en mis oídos. Le debo a Delibes otros aprendizajes, pese a lo cual le negué, le negamos, agradecimiento en años de juventud. Al término del franquismo, nos ofuscaba la voluntad febril de ser internacionales y modernos, y rompimos estúpidamente nuestros espejos. Por aquellos días escribí una carta a Miguel Delibes quien, sin conocerme de nada, me contestó. La admiración que profeso a su literatura ya es inseparable de la que profeso al hombre que la creó.
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