Honestidad y talento literario

Soy lector fiel y admirador de la obra de Miguel Delibes, quien me parece una de las cumbres de la literatura española del siglo XX. Es un autor muy querido para mí, que evoca mi formación como escritor. He aprendido mucho de Delibes, y sigo aprendiendo. Veo en él un enorme ejercicio de honestidad y de talento literario. Recuerdo que en mis cursos de literatura tanto en España como en Estados Unidos solía poner novelas del escritor vallisoletano como lecturas obligatorias. Recuerdo que mis alumnos siempre se emocionaban con 'Señora de rojo sobre fondo gris'. Hace unos meses tuve el honor de prologar una edición conmemorativa de 'Los santos inocentes'. Me gustaría retomar las palabras finales de mi prólogo: «'Los santos inocentes' puede leerse como una narración sobre el enfrentamiento entre la bondad de los humillados y la maldad de los señores. Puede leerse como una fábula que divide el mundo entre señores y esclavos, entre dueños y oprimidos. El mundo sigue siendo un lugar cruel. Ha cambiado el disfraz de la crueldad y de la vejación política y social, pero siguen allí. Esta dimensión de la novela tiene acomodo en una actualidad –la nuestra– donde persevera la alienación, donde persiste, bajo otras formas y otro camuflaje, la explotación y el abuso y la tiranía de unos seres humanos a manos de otros. Quien crea que 'Los santos inocentes' se agota en la representación de la injusticia propia de un país, propia de España, se equivoca. Porque 'Los santos inocentes' es tan universal como el 'Guernica' de Picasso».

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