Delibes ha vuelto

Delibes ha vuelto. Es el profeta que se adelantó a la moda del regreso al mundo rural. «El hombre, nos guste o no, tiene sus raíces en la Naturaleza, y al desarraigarlo con el señuelo de la Técnica, lo hemos despojado de su esencia», dijo en su discurso de ingreso en la Academia. Casi medio siglo después, aquí estamos, en la disyuntiva de huir de una pandemia al pueblo de nuestros antepasados o quedarnos en las ciudades yermas y contaminadas.

Delibes ha vuelto. Ha vuelto a mis manos. Con un padre dedicado a la tierra, era lógico que en nuestra biblioteca hubiera Azorín y hubiera Delibes. Desde niña vi rondando por casa todos sus títulos. No se me va de la memoria la aldea de 'El disputado voto del señor Cayo', ese lugar habitado únicamente por tres personas, los últimos héroes de una estirpe extinguida.

Delibes ha vuelto. Llamaba a León «la bronca comarca intermedia». En 'Mis amigas las truchas' narra sus excursiones de pesca por los ríos leoneses. Sobre todo, el Órbigo, el río que pasa por mi pueblo. Delibes describe con minuciosidad poética cómo se ceba la trucha y cómo baila la caña. Y, con retranca castellana, el carácter y las gentes de esas riberas donde ahora me refugio.

Delibes ha vuelto. Yo escribo sobre el regreso a las raíces, esa es la obsesión que guía mis palabras. Una obsesión de cielos altos y tierra dura. Una obsesión que se talló en los paisajes que Delibes retrata, en los seres «aferrados a una vida primitiva, aunque llena de autenticidad». Delibes ha vuelto, si es que alguna vez se fue.