Delibes en la historia
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Luis María Anson: «Si el escritor español no hubiera sido tan esquivo a los galardones, tan austero en su forma de vida, tan escondido en su madriguera vallisoletana, habría ganado el Nobel»Luis María Anson
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41
Dentro de 200 años los niños estudiarán la obra de Delibes junto a la de los grandes de la Literatura en español: Cervantes, San Juan de la Cruz, Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Calderón, Pérez Galdós, Bécquer, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Benavente, Valle-Inclán, Aleixandre, Buero Vallejo, Unamuno, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Rulfo, Federico García Lorca…
He escrito en más de una ocasión que las tres cumbres de la novela española son Cervantes, Pérez Galdós y Miguel Delibes. Respeto preferencias y gustos varios, no faltaba más, pero esa es mi opinión de lector asiduo, de estudioso permanente. No se puede desdeñar ni a Pío Baroja ni a Leopoldo Alas Clarín ni a Blasco Ibáñez ni a Pérez de Ayala ni a Valle-Inclán ni a Cela ni a Juan Marsé ni a tantos otros… Pero el conjunto de calidad y profundidad de Delibes no lo alcanza en mi opinión ningún novelista español, salvo Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós.
Me decía Rafael Conte que no existe riesgo mayor que valorar comparativamente a los escritores. No le faltaba razón. Es la manera segura de irritar a casi todos. Pero hay que saber mojarse y ponerse el bolígrafo por montera. Mis preferencias poéticas son San Juan de la Cruz y Pablo Neruda. Pero sería injusto conmigo mismo si no apuntara enseguida los nombres de otros poetas que han sacudido mis trabajos y mis días en el placer de la lectura: Rubén Darío, Quevedo, Lope, Bécquer, Rafael Alberti, Aleixandre, Octavio Paz, Lorca, Borges, Miguel Ángel Asturias, Juan Ramón, Guillén, Machado, Hierro…
'El príncipe destronado' me parece literariamente superior a 'El viejo y el mar', de Hemingway; a 'Platero y yo', de Juan Ramón Jiménez. Miguel Delibes se merecía el Premio Nobel. El académico sueco Artur Lundkvist vino a verle. Durante una conversación que mantuve con él en el 'ABC' verdadero elogió a Delibes de forma concluyente y si el escritor español no hubiera sido tan esquivo a los galardones, tan austero en su forma de vida, tan escondido en su madriguera vallisoletana, habría ganado el Nobel. Siempre con la pluma al hombro, sus novelas forman parte indisoluble de toda una época. Recuerdo que, con Delibes, yo me embriagada todos los días de literatura y rosas. 'Los santos inocentes', 'Las guerras de nuestros antepasados', 'La hoja roja', 'Cinco horas con Mario', 'Las ratas', avivan el fuego de la gran literatura de nuestra historia.
«El académico sueco Artur Lundkvist vino a verle. Durante una conversación que mantuve con él en el 'ABC' verdadero elogió a Delibes de forma concluyente»
Luis María Anson
Y 'El hereje'… Hace más de 20 años afirmé en una conferencia que Miguel Delibes había escrito en esta obra «páginas que se encuentran entre las más desgarradas, más humanas y bellas, más estremecedoras, de la novela española del siglo XX». Por el terrible pecado de compartir algunas tesis de Lutero, Cipriano Salcedo, un personaje insólito, follador atolondrado de Minervina, la de los pechos enhiestos, «gráciles corzas de dormir morenos»; de Teodomira, la esquiladora enloquecida de cuerpo duro como el mármol; comerciante próspero, amigo de sus amigos, independiente, valeroso y contradictorio, sería juzgado en 1559 por la Inquisición y torturado bárbaramente hasta terminar en un auto de fe en la Plaza Mayor de Valladolid. Entre los alaridos de placer de la chusma, el verdugo encendió la hoguera que le abrasaría el cuerpo y el alma…
«¿Cómo callar tantas formas de violencia perpetradas también en nombre de la fe? –escribió el Papa Juan Pablo II–. Guerras de religión, tribunales de Inquisición y otras formas de violación de los derechos de las personas… Es preciso que la Iglesia, de acuerdo con el Concilio Vaticano II, revise por propia iniciativa los aspectos oscuros de su historia, valorándolos a la luz de los principios del Evangelio». Parecía como si el Papa se hubiera metido en el pellejo de aquel comerciante próspero, Cipriano Salcedo, al que Delibes dedicó desde la libertad admirables páginas literarias.
Miguel Delibes, que vivió y murió enamorado de su esposa Ángeles –'Señora de rojo sobre fondo gris'– cultivó, sobre todo, dos géneros literarios: la novela y el periodismo. Para él, la literatura era la expresión de la belleza por medio de la palabra y consideraba con acierto que el periodismo es un género literario, el género literario predominante en el siglo XX, como la novela lo fue en el XIX, el ensayo en el XVIII, el teatro en el XVII, la poesía en el XVI… Académico de la Real Academia Española, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Premio Cervantes, Delibes, gran director de periódico, sabía que el periodismo, además de una ciencia de la información, es un género literario. Dejó escritos muchos de los mejores artículos que se han publicado en la historia del periodismo español. Por dignidad abandonó el 'ABC' verdadero, que lo era todo en su época, porque no pudo soportar una faena que le hizo Torcuato Luca de Tena. Regresó al periódico en los años en que yo lo dirigía tras una tarde de conversación, no sé si a tumba abierta o al aire libre, en el despacho de su casa vallisoletana.
«Consideraba con acierto que el periodismo es un género literario, el género literario predominante en el siglo XX, como la novela lo fue en el XIX, el ensayo en el XVIII, el teatro en el XVII, la poesía en el XVI…»
Luis María Anson
A lo largo de mi dilatada vida profesional no he conocido, tal vez, a ningún intelectual tan profundo, tan sinceramente progresista como él. Estuvo siempre a favor de la mujer y en contra del hombre machista; a favor del negro y en contra del blanco; a favor del débil y en contra del fuerte; a favor del sencillo y en contra del prepotente; a favor del pobre y en contra del rico; a favor de la nación menor y en contra de la poderosa. Incluso a favor del feto y en contra de la mujer que decide abortar. Pocos premios he recibido yo que me hayan satisfecho tanto como el Premio Nacional Miguel Delibes de Periodismo.
Y termino recordando la amistad que mantuvo con el inolvidado Manuel Halcón, su compañero en la Real Academia Española. Telefoneé a Miguel para darle la noticia atroz de que su amigo se había pegado un tiro con la pistola dentro de la boca. «Manolo –musitó Delibes– pensaba que la muerte es el silencio de Dios». En el centenario del autor de 'El príncipe destronado', en fin, mi pluma se desgrana entre lágrimas y alegrías al recordar al inmenso escritor español.
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