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José Javier Alfaro. El Comercio

Delibes, de cerca

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José Javier Alfaro: «Ha sido uno de los escasos autores vivos que estudiábamos. Para los que 'somos de pueblo' supuso, asimismo, una emotiva cercanía más»

José Javier Alfaro

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:41

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Al escritor se le conoce por sus obras. Los personajes, lugares y acciones que engranan los argumentos de las mismas conforman esa cosmovisión, salpicada de pensamientos, deseos, emociones y hasta manías del autor. Al fin y al cabo, Literatura y Vida acostumbran a ir de la mano.

La primera cercanía con Miguel Delibes me viene dada por el hecho de que ha sido uno de los escasos autores vivos que estudiábamos. Para los que 'somos de pueblo' supuso, asimismo, una emotiva cercanía más, ya que ese delibeano mundo rural latente en sus obras lo vivimos en nuestra propia infancia.

Con todo y a pesar de las conclusiones que cada lector extrae, tenemos una querencia a preguntarnos cómo es en realidad el día a día a ras de suelo del escritor. Tanto más tratándose de Delibes, una persona que apenas se prodigaba en los medios y que imaginábamos íntima y recoleta, a juego con la tópica ascesis castellana.

Pero yo tuve, y tengo, la inmensa suerte de conocer a Ramón García Domínguez, su amigo y biógrafo, con quien me une la amistad, la escritura infantil y juvenil, el paisanaje corellano y los encuentros literarios al alimón con escolares. También gracias a Ramón, colaboré en El Norte de Castilla. Así que, de primera mano, supe de no pocas de las anécdotas narradas en 'El quiosco de los helados', reeditado y ampliado en el más reciente 'Miguel Delibes de cerca', donde Ramón nos acerca a la intimidad del escritor. Entre ellas, la de tener en mis manos y leer, en casa de Ramón, la primera versión, mecanografiada con correcciones manuscritas al margen, de 'Señora de rojo sobre fondo gris', que Miguel acababa de entregarle. Como reza el comienzo de 'El Camino', «Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así». Gracias, Miguel; gracias, Ramón, por vuestra cercanía.

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