Las cosas del camino
100 escritores, 100 artículos ·
Jesús Aguado: «En esta novela las cosas son inexplicables, razonables, pertinentes, lógicas, prohibidas, ineluctables, distintas, bonitas (o muy bonitas), confusas, públicas, decididas, precisas»Jesús Aguado
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:40
El camino', de Miguel Delibes, está repleto de cosas. Concretamente, y si no me he equivocado al contar, de 76 cosas. Desde la primera frase: «Las cosas podrían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así». Me refiero a la palabra «cosa», cuya etimología remite a «causa» y que aquí aparece como protagonista invisible pero contumaz, como voz secreta de una trama que, mientras cuenta historias y describe personajes, deslinda la relación del hombre con su cosa. Crecer es eso (recordemos que los niños son el centro de este relato): encontrar el lugar de uno entre las cosas (objetos, acontecimientos, los otros, las leyes cósmicas, los animales, los deseos) y aprender que ese lugar se llama «alma».
En esta novela las cosas son inexplicables, razonables, pertinentes, lógicas, prohibidas, ineluctables, distintas, bonitas (o muy bonitas), confusas, públicas, decididas, precisas. Escarbar en ellas es peligroso, porque no tienen remedio y porque la voluntad humana no puede controlarlas («como las estrellas y todas esas cosas que no se abarcan o no se acaban nunca»), pero son apetitosas como las manzanas y dan que pensar si uno las mira «atento, concienzudo e insaciable».
En última instancia, el valle donde Daniel, el Mochuelo, y sus amigos van probándose lo que son (entre campanas, pozas, pájaros, mujeres y hombres, lomas o bancos de piedra) es la cosa de las cosas, el vértigo hacia el que tienden el resto de las cosas, y les envuelve «en sus rumores vitales, en sus afanes ímprobos, en los nimios y múltiples detalles de cada día».
Los niños, que «tienen la culpa de todas aquellas cosas de las que no tiene la culpa nadie», solo pueden abrirse camino si aman las cosas; porque ese amor es lo que hace que aflore su alma, lo que la riega y la abre, y porque sin él las cosas se fugan hacia sus abstracciones, hacia su desavenencia con lo real, hacia el éter lejanísimo donde la Nada se esfuerza en borrar, con manotazos de sombra, lo que existe y su fulgor.
Las cosas y el amor: las causas y el amor. O 'El camino' como guía espiritual, como el método disfrazado de fábula de cómo transformar la cosa pequeña que somos en el universo o Ser al que debemos aspirar.
Más sobre Delibes
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.