Pedro Ballesteros, Master of Wine, fue el encargado de dar la ponencia inaugural. Carlos Espeso

Pedro Ballesteros señala que «Castilla y León tiene un potencial grandísimo para ser un gran exportador de vino»

El Master Of Wine inaugura la segunda edición del congreso Duero Wine Fest que pone en valor el río como un territorio singular

Nieves Caballero

Valladolid

Lunes, 18 de octubre 2021

El Master of Wine español Pedro Ballesteros fue el encargado de abrir las ponencias de la segunda edición de Duero Wine International Fest para analizar lo que es desde el punto de vista vitivinícola Castilla y León y el río Duero y lo que puede llegar a ser. Ballesteros defendió que «Castilla y León tiene un potencial grandísimo por tener muchas identidades» y la singularidad de sus comarcas vinícolas, pero «no tiene las infraestrcuturas para ser un gigante exportador». En cualquier caso, concluyó que «el vino es un gran impulsor de la riqueza, de la dignidad y del asentamiento rural en Castilla y León».

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La realidad es que grandes zonas como Ribera del Duero y Rueda han alcanzado una gran dimensión en la producción de vinos de calidad, sin embargo su asignatura pendiente sigue siendo la internacionalización de sus vinos, al igual que la mayoría del resto de denominaciones de origen de Castilla y León, excepto Bierzo y Toro, que son las más exportadoras. Desde el punto de vista del también ingeniero agrónomo y funcionario europeo en Bruselas, eso representa «un peligro» porque, no solo Castilla y León, toda España «está obligada más a ser Nuevo Mundo que Viejo Mundo por la dependencia de las exportaciones», frente a sus principales competidores europeos como son Francia e Italia.

Considera que falta una referencia potente de la gastronomía española en el mundo, también en los vinos, porque a penas hay una decena de grandes restaurantes españoles internacionales, cosa que no ocurre con otras cocinas, desde la italiana y francesa, pasando por la libanesa, la japonesa o la mexicana.

La gran extensión de Castilla y León es otro problema, aunque sea una virtud su diversidad vitivinícola, debido a la despoblación. En este sentido, recordó que «la viña es un factor de ocupación» y «el vino crea riqueza», lo que permite que los habitantes del medio rural tengan «dignidad y esperanza en el futuro»; ese es el único camino «para que la gente quiera vivir en el campo». Por todo ello, defendió la existencia de los llamados vinos de pasto, de menos precio, porque actúan «como un elemento social y alegría», y favorecen la existencia de los denominados vinos finos.

Ballesteros mencionó al enólogo Agustín Alonso, director técnico de la DO Ribera del Duero, fallecido este verano en un accidente de montaña, lo que sirvió para rendir homenaje a un hombre muy querido en el Consejo Regulador y entre los bodegueros y los viticultores. En este punto, señaló que «no hay una Ribera del Duero, al menos hay tres» por sus diferentes suelos, altitudes y climas.

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Insistió en la importancia de las variedades autóctonas recuperadas para crear identidades en las diferentes DO y los nuevos vinos de pago (Heredad de Urueña, Vizar, Abadía Retuerta, etc).

Mesa sobre sostenibilidad. Carlos Espeso

El vino es la interpretación de la tierra

La primera mesa redonda estuvo enfocada en la sostenibilidad y la autenticidad. Los cultivos ecológicos, orgánicos y biodinámicos y todo lo que representa para el entorno. Jamie Goode, doctor en biología vegetal y columnista de vinos en The Sunday Express, moderó un coloquio que estuvo enriquecido por las experiencias y opiniones de los enólogos y bodegueros Marta Ramas (Fuentes del Silencio), Jorge Monzón (Dominio del Águila), Ricardo Peñalba (Finca Torremilanos) y Didier Belondrade (Belondrade y Lurton).

Bajo el denominador común del terruño, el geólogo Octavio Artieda (UNEX) puso de relieve la formación geológica de Castilla y León y su influencia en los vinos del territorio. Artieda centró su intervención, precisamente, en este análisis de la riqueza y variedad que tiene el suelo de la Comunidad y su incidencia en los caldos.

En esta misma línea y para abrochar la actividad de ponencias y coloquios en el auditorio de la Feria de Valladolid, Amaya Cervera, Spanish Wine Lover, moderó una mesa redonda en la que Almudena Alberca, Máster of Wine en Entrecanales Domeq e Hijos; Gonzalo Iturriaga, de Tempos Vega Sicilia; Alberto García, de Mauro, San Román y Garmón Continental; y Telmo Rodríguez, de la Compañía de Vinos Telmo Rodríguez analizaron las diferencias de suelo y su potencial organoléptico de los vinos de Castilla y León. Como conclusión, todos reconocieron la enorme virtud que aporta el terruño a la personalidad y variedad de los vinos.

Al principio de su ponencia, Pedro Ballesteros describió una comunidad autónoma aislada por las montañas que no pudo mostrar su potencial vitivinícola hasta que se modernizó el país, se construyeron carreteras y se mejoraron las comunicaciones por tren. En el momento en el que los vinos pudieron atravesar esas fronteras geográficas y empezaron a llegar a los clientes, las bodegas pudieron invertir en mejorar los viñedos y la calidad de los vinos. Eso le sirvió para asegurar que «sin mercados ni conocimientos no puede haber un gran vino» porque, a su juicio, son los principales factores del 'terroir'.

Una vez concluida la actividad en el auditorio, el conocimiento de los especialistas del vino se trasladó al Ágora del Duero Wine. Con un aforo de cien personas, la primera cata magistral corrió a cargo de Víctor de la Serna, una de las principales referencias del sector en España. El experto deleitó a la sala con su conocimiento y cata de los grandes vinos del Duero-Douro; los vinos de España y Portugal se convirtieron en los principales protagonistas.

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La jornada de la tarde comenzó con una cata magistral a cargo de Pedro Ballesteros sobre los vinos de las castas no dominantes en Castilla y León y se cerró con una cata magistral con las añadas míticas del vino emblemático del bodeguero fallecido Alejandro Fernández, su Tinto Pesquera. Una cata que logró emocionar a los presentes.

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