Mujeres solas, en plena compañía
Diwan aborda el aborto en la Francia de los sesenta, Paula Hernández, la eclosión de una madre posesiva y los Zürcher poetizan una mudanza en la Sección Oficial
La soledad fue el hilo conductor de las películas de la Sección Oficial de la penúltima jornada de competición. Mujeres rodeadas de gente ... que, sin embargo, están abocadas a tomar decisiones cruciales solas. 'El acontecimiento', de Audrey Diwan, llega con la bendición del León de Oro de Venecia y plantea el aborto en la Francia de los sesenta. 'Las siamesas' es la única cinta a concurso del país invitado, Argentina y 'La chica y la araña' equilibra el agobio de la madre latina con la seductora añoranza de una progenitora suiza.
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Audrey Diwan decidió llegar a la gran pantalla la novela 'El acontecimiento', de Annie Ernaux. La escritora francesa optó desde sus comienzos por su biografía como materia literaria, la autoficción es su género. Ypuesto que sigue viva, no se agobien en la segunda parte de la película. En esta novela, la premio Formentor 2019 cuenta su experiencia de embarazo no deseado cuando está a punto de examinarse para lograr plaza en la universidad. Procedente de una familia humilde, los estudios, en los que brilla, aparecen como única forma de progreso posible. Si decide ser madre se «niega la posibilidad una vida» ya que le obligaría a ser ama de casa. De ahí que decide abortar. Pero en la Francia de Camus y Sartre, las primeras discípulas de Simone de Beauvoir están sometidas a una ley que prohibe el aborto y condena a la cárcel a quienes se vean implicados en uno. Diwan elige para el papel principal a Anamaria Vartolomei que se come la cámara desde el primer momento.
Las clases sociales en la residencia universitaria, el juicio público de cada movimiento de las chicas, la censura moral entre las propias compañeras, los primeros pasos de una libertad sexual desigual según los sexos, van exponiéndose en una cinta llena de gente en la primera parte y concentrada en Vartolomei en la segunda. Ernoux/ Anne tendrán que tomar la decisión en soledad, una vez que amigas, amantes y doctores se partan de ella como quien lleva la peste. Nadie quiere verse salpicado por su elección. Finalmente la opción clandestina, cuando apenas queda tiempo, pone en riesgo la vida de Anne pero el acontecimiento ocurre.
Diwan estuvo en contacto con la novelista y el empeño de la «honestidad» podía haberse ahorrado algunos detalles escatológicos en los que se detienen con naturalismo de escuela de Zola. Consigue remover al espectador, física e intelectualmente y consigue universalizar una historia pegada a un tiempo muy concreto.
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Otros cordones umbilicales
De otra maternidad, de otro cordón umbilical invisible habla 'Las siamesas', de la directora Paula Hernández, que también parte de un texto literario, el cuento homónimo de Guillermo Saccomano. Una madre y una hija viajan juntas en un autobús de Junin a Costa Bonita, seis horas en las que nos enteramos de su vida, del motivo de la excursión, del paradero del padre y sobre todo, de la relación entre ambas. Malviven juntas pero no saben si podrían vivir separadas, tal es su dependencia mutua.
Clota, la madre, es un ser demandante que tiene en Stella, la hija, el brazo ejecutor de sus deseos. Posesiva, clasista y finalmente paranoica, no dejar crecer la hierba ni el silencio en derredor. La olla a presión que es el autobús termina por estallar. Trata a su hija sin la menor piedad, sin intentar si quiera ponerse en su lugar, y en esa egoísta y continua conjugación en primera persona, termina diciendo verdades tan lacerantes como inútiles. Rita Cortese y Valeria Lois dan vida al guion que bien podría ser una obra teatral también. El exceso de maquillaje, la estética colorista, la luz roja de la noche, contrastan con la mezquindad de alma que visten. Llegarán a la costa, Stella accederá a su herencia –dos apartamentos– pero, sobre todo, conocerá la sensación de libertad frente al Atlántico.
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Evocación de Subiela
Los hermanos gemelos Ramon y Silvan Zürcher dirigen la segunda película suiza al concurso. Tras la francófona 'La fam', 'La chica y la araña', en alemán.
La ambigüedad sexual aparece desde el principio en una mudanza que une a una serie de gentes que vagan por las dos casas; operarios trabajando, amigos ayudando, niños vecinos jugando y siempre mirando sin intervenir, Mara. Mara y Lisa parecen ser el centro de movimiento continuo y tranquilo, nadie parece tener prisa. Lisa es la que deja el piso compartido con Markus y Mara. Su madre es la primera mirada desconcertante sobre ellas dos, desde el comienzo se insinúan como pareja pero no se llegará a desvelar.Más explícitos serán los encuentros heterosexuales, todo en una nebulosa de indefinición, de hedonismo sin marca, los no binarios en acción.
La contemplación al son de los únicas canciones de la banda sonora –variaciones al piano de 'Voyage, voyage' y un vals– se repiten entre las intervenciones surrealistas de Mara que recuerdan al Subiela de 'El lado oscuro del corazón' aunque de poética menos evocadora que la de Benedetti y Gelman. Y llegados al punto de vecindades entrañables, partícipes de balcones, juegos y cigarrillos, y sonando una celesta, asoma el Jennet de 'Amelie'. Película agradable de ver –jóvenes, guapos, desinhibidos– a la postre resulta un ejercicio de voyeurismo a una sociedad sin demasiados problemas ni anhelos. Los dibujos de Mara y el recuerdo de la camarera que dejó su piano en la casa redondean ese mundo desordenado y entrañable en el que cada uno vive su sueño. Para concluir finalmente que quizá sean más reales los no cumplidos que la propia realidad.
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