'Mediterráneo', retrato de una generación
Serrat culmina en Barcelona la gira que celebra los 47 años de la publicación del mejor disco del pop español
carlos roldán
Valladolid
Sábado, 29 de diciembre 2018, 20:46
La programación de la gira de 2018 con la que Serrat conmemora los casi cincuenta años de su disco Mediterráneo ha hecho escala en las fechas prenavideñas en Barcelona antes de viajar a Gran Canaria y reemprender un periplo que le llevará el próximo año a Estados Unidos y a diversos países latinoamericanos. Con las entradas agotadas, la parada de Mediterráneo da capo en el Auditori Forum, ha coincidido con una semana de alto voltaje político en una atmósfera de la que el cantante catalán no se ha escondido en ningún momento.
Año 1973. Miles de locales de aforo limitado de toda España siguen organizando los domingos con buen tiempo actuaciones, que no conciertos, con la participación de las principales «atracciones del momento». Serrat, que ya ha paseado su música con amplia orquesta en teatros, sucumbe también a los bolos de este formato. Un pequeño grupo de músicos, dirigidos por Francesc Burrull, le apoya en su tarea de dar a conocer las canciones de 'Mediterráneo' en directo. El disco ha arrasado. Pero Serrat no es un cantante del gusto de las autoridades y la policía acostumbra a presenciar sus actuaciones sin demasiada admiración artística y con el único propósito de escuchar sus comentarios críticos entre canción y canción, que provocan alguna que otra visita a la comisaría de turno. Esta situación desembocará más tarde a un exilio desde el que contemplará la muerte del dictador.
Para entonces Serrat es ya un número uno. Ha logrado en 1967 que, por primera vez, una canción en catalán, 'Canço de matinada', figure entre los veinte discos más populares de las listas españolas. La grabación de sus temas en castellano, nunca entendida por algunos sectores del catalanismo, culminará con el conocido episodio de Eurovisión que provocará su reiterada ausencia en las emisoras de radio. Sus actuaciones en los escenarios, acompañado por Tete Montoliu, se convierten a veces en un apretado plebiscito entre silbidos y aplausos cuando canta sus éxitos en catalán.
Pero Machado pone las cosas en su sitio en 1969. Un inspirado Serrat, que no tiene inconveniente alguno en pedir prestados dos temas a Alberto Cortez, graba algunos poemas de un autor que, como tantos otros, es tratado con sordina por la cultura oficial. La delicada sensibilidad del contenido del disco nos hace aventurar una imposible reunión entre compositores y arreglistas con el propio poeta para trabajar juntos en esta obra.
Las paletas sonoras de Serrat en la descripción de sus personajes, en el relato de las situaciones cotidianas y en la imagen de sus modelos femeninos constituyen el retrato de una generación que se siente representada en sus mensajes. A todos nos hubiera gustado en algún momento ser el canalla de 'Señora' o gozar de la habilidad de dibujar así los sentimientos de Manuel, de la 'tieta' o de 'Penélope'. Nuestros puntos de partida eran los mismos que Serrat, pero solo él podía transformar esas senaciones en unas canciones que dejaron un sello en nuestras vidas. Y es que, como dice Margarita Riviere en su libro 'Serrat y su época', «las canciones de Serrat son un verdadero hilo conductor del desarrollo de nuestra peripecia colectiva y también un relato de los sentimientos que nos han movido».
Los cromos de una vida
Todo ese caudal de inspiración se vierte finalmente en el álbum 'Mediterráneo', su disco más emblemático. La revista Rolling Stone reconoció su tema principal como la mejor canción española de todos los tiempos. Y nadie se atrevió a considerar lo contrario. 'Mediterráneo' es una canción redonda. El arreglo de Juan Carlos Calderón, en su única colaboración con Serrat, es imponente desde sus primeros acordes jazzísticos que conectan con 'Take Five' de Paul Desmond. Su aportación, junto a las de Antoni Ros Marba y Gian Piero Reverberi, en el resto del disco, refrescan la sonoridad anterior de Ricard Miralles. Es la última grabación en Milán. Su ritmo vivo acompaña en todo momento la declaración de intenciones del autor.
La nostalgia evocadora de Serrat se sincera en 'Aquellas pequeñas cosas', un tema breve que contrasta con la apertura del disco para pasar a describir cómo es 'La mujer que yo quiero', que nada tiene que ver con los gustos de nuestras madres y que de alguna forma recuerda el ambiente emocional de 'Señora'. La búsqueda de otros caminos que rompan amarras con un presente desabrido es una constante en la primera parte de la obra de Serrat y aquí tiene su exponente en 'Pueblo blanco' antes de descubrir la curiosa personalidad del 'Tío Alberto', un personaje real en el que se inspiró Serrat mientras ultimaba el disco en Calella. Alberto Puig, un 'bon vivant' de la Costa Brava relacionado con el mundo del espectáculo, es aquí generoso y vital, pero el autor no aclara qué hizo para merecer la Orden de la Legión de Honor de la República Francesa.
A todos nos hubiera gustado en algún momento ser el canalla de 'Señora' o gozar de la habilidad de dibujar así los sentimientos de Manuel, de la 'tieta' o de 'Penélope'
La partida hacia nuevas experiencias se vuelve a reflejar en 'Qué va a ser de ti', que expresa el sentimiento de tristeza de un padre que contempla la marcha de su hija en búsqueda de otros horizontes. La canción tuvo mucho éxito en su momento, pero es quizás la que peor envejecido por su mensaje supuestamente reaccionario, pero que en 1971 reflejaba una evidente realidad como ya había ocurrido con anterioridad en 'Poco antes de que den las diez'. 'Lucía' es otro de los temas más versionados del álbum. Intimismo y melancolía impregnan sus versos al amor perdido.
El disco continúa con una de las canciones más definitorias de Serrat. La mentalidad itinerante del cantante se refleja en 'Vagabundear'. «Un ensalzamiento de la vida errante, una huida del estatismo y del sedentarismo», afirma el escritor Luis García Gil. Es un tema enérgico, vitalista y contundente que no nos deja indiferentes. Se trata de una cuestión que ya ha abordado Serrat, pero nunca con esta rotundidad en la manifestación de sus principios: «…Mi patria y mi guitarra las llevo en mí, una es fuerte y es fiel, la otra un papel…». 'Barquito de papel' y 'Vencidos', un poema de León Felipe, completan un disco de plena vigencia que en los años dorados del vinilo el deterioro por su frecuente utilización me obligó a reponerlo en la estantería de mi casa. Es el reflejo de una generación identificada con la discografía de Serrat que puede significar una sucesión de cromos con escenas de nuestra vida.