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Crónica negra de Valladolid

Crimen sin respuesta en Tudela: el albañil cuyo cuerpo fue encontrado en el Duero

El cadáver de Benito Román fue arrastrado antes de ser arrojado al río y la autopsia confirmó que su muerte se produjo en circunstancias violentas

Ángela Gago

Valladolid

Jueves, 31 de julio 2025, 06:55

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Noche del 7 de enero de 1992. Sobre las 22:15 horas se hallaba el cadáver de un hombre flotando en el Duero. Se trataba de Benito Román, de 43 años, albañil, soltero y vecino de Tudela. Fue visto por última vez el 20 de diciembre, 18 días antes de que lo encontraran un primo suyo y dos amigos que decidieron lanzarse al río tras seguir un rastro de sangre que se prolongaba por 27 escalones. Dos linternas y una barca facilitaron el hallazgo del cadáver atrapado en un árbol cerca de la caseta de un transformador de electricidad.

Según su familia, Benito -que estaba de vacaciones hasta el día en el que apareció su cuerpo- les comunicó que se iba a Bilbao para pasar la Navidad con su hermano. Pasados varios días, ese hermano comunicó al resto de los familiares, residentes en Valladolid ciudad, que Benito no había ido a visitarle. Así que decidieron ir a casa del fallecido, donde vivía solo, entraron y comprobaron que el aseo y una estufa estaban encendidas. Ante estos hechos, el 2 de enero denunciaron su desaparición ante la Guardia Civil.

Golpes reiterados

La autopsia confirmó que la muerte se produjo en circunstancias violentas. El cuerpo presentaba diversos golpes en la frente, bazo y costillas. El albañil fue golpeado reiteradamente por varias personas y conducido a rastras cerca del río, donde se arrojó.

Vecinos y familiares de la víctima criticaron la lenta actuación de la Benemérita para investigar este crimen. De hecho, el por entonces alcalde de Tudela, Carlos Palomo, fue el primero en advertir a la Guardia Civil en la mañana del día 21 de diciembre de la aparición de un charco de sangre cerca de su propia vivienda. Su hija y otros vecinos de su calle escucharon, sobre las 5:30 de la madrugada, una fuerte discusión en la que una persona repetía una y otra vez: «Dejadme en paz, dejadme en paz».

Solitario, pero popular

Las fuentes consultadas por este diario señalaban que el fallecido era una persona solitaria, pero que solía frecuentar varios bares de la localidad. En este sentido, algunos vecinos aseguraron que Benito se encontraba en un conocido pub de Tudela la noche en que se le vio por última vez. En la barra estaba acompañado por dos parejas, no conocidas en el municipio, y que en un momento el albañil hizo ostentación de tener mucho dinero en el bolso.

Benito, que esos días trabajaba en la construcción de un chalet en Herrera de Duero, estaba muy apegado a Tudela desde que regresara al pueblo después de trabajar seis años en Holanda. Era calificado por amigos y vecinos como un «hombre popular» y su soltería le daba la libertad de no tener que rendir cuentas a nadie. Precisamente, esa fue una de las claves para que sus cuatro hermanos no sospecharan.

«Él hacía su vida y apenas contaba lo que hacía y a donde iba», manifestaba un familiar a El Norte. Ricardo, un primo de Benito, confirmó que le dijo que antes de irse a Bilbao le entregaría algo de dinero que tenía en casa, que al parecer la noche de su desaparición llevaba encima.

La empresa constructora -con sede en Mojados- donde trabajaba desde hacía un año esperó el sábado de la Lotería de Navidad a que el trabajador recogiese su dinero. La Benemérita barajó la hipótesis de que se tratara de un robo con homicidio, porque aunque el albañil no había cobrado la paga extra, llevaba en el bolsillo 150.000 pesetas que esa misma tarde habría ganado jugando a las cartas.

Llamamiento para reabrir el caso

El juez encargado del caso decidió a finales de 1993 el sobreseimiento provisional del sumario por falta de autor. Una hermana del fallecido solicitaba a los vecinos de Tudela que colaborasen con los agentes «aunque fuera de forma anónima» para resolver el crimen.

«Nos consta que hay gente en el pueblo que sabe algo y que no se atreven a decirlo por no meterse en líos», añadía otro pariente del albañil. «Es imposible que en un pueblo como Tudela nadie escuchase aquella noche alguna discusión, o gritos», decía una hermana, que también reconocía que «hay pocas ganas de colaborar con la Guardia Civil».

La próxima semana

El joven empresario de Medina del Campo que murió tras recibir tres disparos.

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