Cuando una empresa se internacionaliza, los retos ya no solo son comerciales o logísticos: se vuelve imprescindible reforzar su estructura financiera para no correr riesgos que pongan en peligro su estabilidad. La experiencia de Tria, una ingeniería española especializada en movilidad ferroviaria, demuestra que crecer fuera exige una base financiera sólida, basada en el control, la planificación y una gestión rigurosa de los recursos. Francisco Paños, presidente y fundador, y Javier Cabeza, CEO de la empresa, explican qué criterios financieros siguen a la hora de expandirse. “Tienen que ocurrir dos cosas: que sean países estables políticamente y que también lo sean jurídicamente”, apuntan.

La historia de Tria es una muestra de cómo aprender de la experiencia –a veces dura– puede convertirse en una ventaja competitiva. Paños recuerda con claridad los inicios: “La primera vez que hemos ido a cada sitio casi siempre ha sido un sufrimiento. El desconocimiento local, la idiosincrasia de los países, a veces hablas el mismo idioma, pero no te entiendes. Pero mira, al final tenemos una virtud: que somos muy conscientes de que hay que quedar bien con los clientes y ponemos siempre toda la carne en el asador”. De todos estos aprendizajes, ambos rescatan cuatro claves para proteger la salud financiera cuando una empresa comienza a expandirse internacionalmente.

En la internacionalización, pecar de optimismo puede salir caro. Por eso, el primer paso para proteger la salud financiera de la empresa es contar con una planificación realista, basada en datos contrastados y un entendimiento profundo del mercado al que se pretende acceder. Al final, cada proyecto se analiza como si fuera una unidad de negocio independiente, lo que permite diseñar hojas de ruta específicas. “Tienes que ser capaz de hacer una planificación con costes locales. Conocer los temas aduaneros, medioambientales, legales … Cuanta más información, mejor planificación financiera tendrás y habrá menos sorpresas”, explica Javier. Además, esa planificación se revisa de forma periódica, se contrasta con los resultados y se adapta en función de la evolución real. Porque, como en cualquier aventura empresarial, la capacidad de adaptación es tan importante como el diseño inicial.

CONTROL DE CAJA

ESTRATEGIA ACTIVA

Tener caja es tener oxígeno. Ningún proyecto internacional tiene sentido si pone en peligro la liquidez del grupo. Según explica Cabeza, “tiene que estar muy controlada y muy trabajada con los clientes. Como me dijo un profesor en uno de los Máster que estudié, los proyectos y las empresas tienen éxito o mueren por la liquidez, más que por los resultados”.

Medir bien para decidir mejor. En su proceso de internacionalización, Tria ha reforzado su estructura interna con herramientas de control financiero avanzadas, que les permiten tener una visión clara, actualizada y detallada de lo que ocurre en cada país, filial o proyecto. “Contamos con un software de gestión financiero que controla las previsiones, la tesorería de la liquidez a corto y medio plazo para poder reaccionar ante cualquier imprevisto. Nosotros, al inicio del año, siempre hacemos una planificación económica de la empresa y de sus filiales, y luego cada mes lo vamos actualizando”, explica Javier. Este seguimiento sistemático permite mantener la cohesión financiera del grupo, incluso cuando los proyectos están a miles de kilómetros de distancia. Además, refuerza la transparencia, mejora la comunicación entre equipos y permite anticiparse a los retos. Esta es una prueba más de que internacionalizarse bien no es cuestión de improvisación, sino de alianzas estratégicas como la que mantiene Tria junto a Banco Santander.