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La biomasa aprovecha subproductos agrícolas, forestales y agroindustriales para ofrecer una fuente de energía local, sostenible y fundamental para reducir emisiones y ahorrar en costes energéticos
La biomasa contribuye de manera decisiva a reducir los gases de efecto invernadero
La biomasa es toda materia orgánica de origen vegetal o animal que puede utilizarse como fuente de energía renovable. Desde tiempos antiguos, la humanidad ha aprovechado la leña o los restos agrícolas para obtener calor. Hoy, gracias a la innovación tecnológica y a una gestión sostenible de los recursos, la biomasa representa una de las soluciones más viables para avanzar hacia una energía limpia, segura y asequible.
España cuenta con una enorme variedad de recursos para la producción de biomasa. Hablamos de restos forestales procedentes de trabajos de limpieza y prevención de incendios; subproductos agrícolas como paja, sarmientos de vid, restos de poda del olivar o cáscara de almendra; subproductos de industrias agroalimentarias como el hueso de aceituna o el orujillo; madera reciclada de origen urbano e industrial; e incluso cultivos energéticos de rápido crecimiento. Toda esta riqueza de recursos convierte a la biomasa en una fuente de energía renovable abundante, gestionable y próxima a los centros de consumo.
Estos materiales, tradicionalmente infrautilizados, se transforman ahora en biocombustibles sólidos como pellets, astillas o briquetas, o se valorizan directamente permitiendo su aprovechamiento energético más eficiente y sostenible.
La sostenibilidad del uso de la biomasa está garantizada a través de certificaciones internacionales como PEFC, FSC y SURE. Estos sistemas aseguran que la biomasa procede de aprovechamientos gestionados de forma responsable y verifican que al utilizar biomasa certificada estamos contribuyendo a mantener la salud de los ecosistemas, promover la economía local y garantizar un balance neutro en emisiones de carbono.
La biomasa se considera neutra en emisiones porque el CO2 que libera durante su combustión es equivalente al que las plantas absorbieron previamente de la atmósfera durante su crecimiento. A diferencia de los combustibles fósiles, que añaden carbono nuevo a la atmósfera, el ciclo de carbono de la biomasa es natural y cerrado. Esta característica permite utilizar biomasa como fuente de energía sin contribuir al calentamiento global.
Además, el aprovechamiento de biomasa contribuye a la prevención de incendios forestales al facilitar la retirada de material combustible de los montes, lo que mejora su salud y reduce el riesgo de grandes catástrofes ambientales.
La biomasa contribuye de manera decisiva a reducir los gases de efecto invernadero. Al sustituir combustibles fósiles como el gasóleo o el gas natural permite disminuir las emisiones de CO2 en porcentajes superiores al 90% en aplicaciones industriales y domésticas. Además, ofrece una gran estabilidad de precios frente a la volatilidad de los mercados del gas, petróleo o electricidad, ya que se basa en recursos locales, controlados y disponibles de forma continua.
Su uso también contribuye a asentar empleo en zonas rurales a través de actividades como la gestión forestal, la logística, la producción de biocombustibles y el mantenimiento de instalaciones.
España es uno de los países europeos con mayor potencial para el aprovechamiento de la biomasa. Su superficie forestal crece cada año y apenas se aprovecha un tercio del incremento neto anual en madera, lo que representa una enorme oportunidad para generar energía renovable, reducir el riesgo de incendios forestales y dinamizar la economía rural.
En la actualidad, la bioenergía representa cerca del 7% de toda la energía consumida en España y es la principal fuente renovable utilizada para calefacción y generación de calor industrial. Castilla y León lidera el aprovechamiento de la biomasa en España, concentrando el mayor número de redes de calor y un buen portfolio de proyectos industriales, gracias a la abundancia de recursos forestales y al impulso institucional de la bioenergía en el territorio.
Es importante señalar también que la biomasa se complementa perfectamente con otras fuentes renovables como la solar y la eólica para generar electricidad. Mientras estas últimas dependen de condiciones meteorológicas, la biomasa puede generar energía de forma continua y programable, aportando estabilidad y flexibilidad al sistema energético.
Más información: www.avebiom.org
Cada vez más industrias descubren en la biomasa una vía segura para reducir sus emisiones, controlar sus costes y ganar competitividad en un mercado que exige sostenibilidad.
La industria española se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia: transformar su modelo energético para alcanzar los objetivos climáticos de 2030 y 2050. Frente a este desafío, la bioenergía es una alternativa madura y accesible, capaz de sustituir los combustibles fósiles allí donde tecnologías como la electrificación enfrentan aún importantes limitaciones técnicas o económicas.
Hoy, sectores como el agroalimentario, el papelero, el químico o el de materiales de construcción ya han iniciado este camino: la sustitución de gas natural, gasóleo y otros derivados del petróleo por biocombustibles sólidos les está permitiendo reducir sus emisiones de CO2 en más de un 90%, estabilizar sus costes energéticos y reforzar su capacidad de adaptación ante la volatilidad de los mercados internacionales.
La biomasa es particularmente adecuada para suministrar calor en procesos industriales que requieren temperaturas bajas y medias en los sectores alimentario, químico, textil o papelero, sustituyendo de forma eficiente y rentable a los combustibles fósiles.
Además, en procesos industriales que requieren temperaturas más elevadas, como en la metalurgia o la cerámica, tecnologías como la gasificación de biomasa o el biogás permiten avanzar hacia una producción más limpia. También en industrias como la siderurgia, la cerámica o el vidrio la biomasa empieza a considerarse como una alternativa viable.
El uso de biomasa como fuente de calor industrial ofrece ventajas difíciles de igualar:
-Reducción de emisiones: el uso de biomasa certificada permite cumplir los criterios de sostenibilidad exigidos en la legislación europea
-Costes estables: frente a los vaivenes de los precios del gas o el petróleo, los biocombustibles sólidos ofrecen precios predecibles y accesibles.
-Recurso local: aprovechar biomasa cercana reduce la dependencia energética exterior y dinamiza la economía local.
-Valor añadido para la empresa: apostar por energías limpias refuerza la imagen de marca y responde a las nuevas demandas del mercado.
-Adaptabilidad: los sistemas de generación de calor con biomasa se adaptan fácilmente a distintas demandas energéticas, desde procesos industriales continuos hasta aquellos con necesidades estacionales.
En España, cada vez más industrias de distintos tamaños y sectores demuestran que apostar por la biomasa no solo es viable, sino también rentable y estratégico. Ejemplos como la cooperativa Agropal en Palencia, ACOR en Olmedo, L’Oréal en Burgos, la fábrica de cerveza de Mahou en Alovera, o las bodegas Pago de Carraovejas muestran cómo grandes y medianas empresas utilizan biomasa para cubrir sus necesidades térmicas de forma sostenible.
La transformación alcanza también a pequeñas industrias como obradores y panaderías, carpinterías o secaderos de cooperativas agrarias, que encuentran en la biomasa una llave para modernizar su producción, ganar independencia energética y protegerse frente a futuras crisis de precios.
Además, el modelo de Empresas de Servicios Energéticos (ESE) permite a muchas industrias dar el salto sin necesidad de grandes inversiones iniciales, pagando solo por el calor suministrado.
¿Y es sostenible utilizar biomasa en la industria?
Sí, y de forma rigurosa. La sostenibilidad en el uso industrial de la biomasa se garantiza a través de sistemas de certificación como SURE, que asegura que todos los operadores del sector de la bioenergía cumplen los requisitos de la Directiva Europea de Energías Renovables. El esquema cubre una amplia variedad de materiales, desde biomasa forestal y agrícola hasta subproductos y restos. Otras certificaciones como ENplus® para pellets o BIOmasud® para biocombustibles mediterráneos aseguran una alta eficiencia energética y un origen sostenible.
En definitiva, la bioenergía ya está transformando la forma en que la industria española genera calor de proceso, reduce sus emisiones y refuerza su independencia energética. Apostar por biomasa contribuye a alcanzar los objetivos climáticos, pero sobre todo es una vía evidente para mejorar la competitividad, dinamizar las economías locales y asegurar un suministro energético limpio, local y estable para las próximas décadas.