Secciones
Servicios
Destacamos
Cajamar reúne a empresarios e investigadores para promover la sostenibilidad y la eficiencia del sector agroalimentario
En la UE, la bioeconomía genera un volumen de negocio de más de dos billones de euros y emplea a 22 millones de personas
La puesta en valor de los residuos agroalimentarios, en especial de los generados en la cadena de valor de la producción ganadera, centró el programa del sexto Foro de Bioeconomía, organizado por Cajamar, en colaboración con el ITACYL y el Centro Tecnológico CARTIF. Los más de veinte participantes, entre investigadores y empresarios, coincidieron en que la bioeconomía ofrece una gran oportunidad de innovación e inversión en el sector agroalimentario, pero a su vez se ha convertido en uno de los principales retos del siglo XXI, tanto para la administración como para las empresas, y donde el consumidor tiene un papel activo.
La apertura del foro, celebrado en la sede que la entidad bancaria tiene en la capital vallisoletana, corrió a cargo del presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, acompañado por el viceconsejero de Desarrollo Rural de la Junta de Castilla y León, Jorge Llorente. Ambos, al inicio de su intervención, quisieron mandar un emotivo mensaje de apoyo a los damnificados de La Palma. Baamonde reconoció el papel fundamental que la bioeconomía va a jugar en los próximos años, particularmente en el sector agroalimentario y ganadero. «Necesitamos conocimientos y tecnologías para ser más eficientes en los procesos productivos, y en este reto la administración se ha implicado con la creación de estrategias», explicó antes de dar paso a Jorge Llorente, quien hizo alusión a la Plataforma de Dinamización de la Investigación e Innovación Agraria y Agroalimentaria (2021-2027), un nuevo modelo circular de integración e interconexión en la I+D+i que va a posibilitar la transferencia del conocimiento, la obtención de recursos y la implementación de modelos sostenibles en el sector agrario y agroalimentario. «Son siete líneas estratégicas de modernidad y futuro, y se está desarrollando en apartados como la bioeconomía, la economía circular, la sostenibilidad, el respeto por el medio ambiente, el uso eficiente de los recursos, la digitalización y nuevas tecnologías, el cambio climático y la producción de una alimentación más segura, saludable y sostenible. Tenemos que pisar el acelerador para desarrollar esta gran oportunidad, y debemos hacerlo junto con el consumidor final».
Tras las palabras del viceconsejero de Desarrollo Rural de la Junta de Castilla y León, Christian Patermann, exdirector de la Comisión Europea, introductor del concepto de bioeconomía en el VII Programa Marco, conocido en ese momento como Conocimiento basado en la Bioeconomía en Europa, ofreció la primera ponencia marco, ‘Recent developments of the Bioeconomy in Europe – Perspectives for a post-COVID Recovery’, con la que analizó la situación actual de la bioeconomía y la necesidad de impulsarla en Europa, España y, concretamente, en Castilla y León. «La noción de bioeconomía debe ser lo más amplia posible para que nuevos desarrollos como la economía circular, el uso de CO2 como recurso, el movimiento digital, la biología sintética, etc., puedan incorporarse fácilmente para desarrollar sinergias o potenciales, uniendo fuerzas, especialmente con la digitalización».
La segunda ponencia marco, ‘Revisión de las tecnologías de tratamiento de purines y estiércoles’ corrió a cargo de Mari Cruz García, del ITACYL, quien hizo un repaso por las tecnologías de aprovechamiento de recursos ganaderos, entre ellas «la utilización de apps, excelentes herramientas para gestionar purines y estiércoles, tanto de forma individual como colectiva, que permiten reutilizar y reciclar los nutrientes, así como los subproductos que se pueden obtener de esos residuos –hidrógeno, fósforo, potasio–, que son, finalmente, recursos para nuestros campos».
Bajo la moderación de Manuel Lainez, de Cajamar, Beatriz Molinuevo, investigadora del ITACYL, abrió el primer bloque del foro, ‘La bioeconomía española aplicada a la gestión de los residuos y subproductos ganaderos’. Molinuevo habló de ‘Lactocyl’, un proyecto que pone en valor el suero utilizado para la elaboración de quesos, recurriendo a diferentes tecnologías «con el objetivo de generar biogás, recuperar bioproductos para su reincorporación en productos alimentarios y aumentar la sostenibilidad, la rentabilidad de las producciones y la competitividad del sector agroindustrial de Castilla y León a través de la innovación. Todo ello desde el punto de vista del principio de economía circular».
Borja Oliver, CEO de Ingelia, explicó en su ponencia ‘Recuperación de biomateriales de alta calidad a partir de residuos agroalimentarios y ganaderos’ el proceso de carbonización hidrotermal (HTC) de biomasa que permite la recuperación del carbono contenido en los residuos orgánicos produciendo biomateriales a base de carbono para la industria. «El pellet producido puede ser utilizado también como biocombustible sólido de elevado PCI (poder calorífico) y baja humedad, alto rendimiento en la combustión y sin cuotas de emisiones de CO2. Con nuestro proceso mejoramos la sostenibilidad, reducimos el consumo energético y obtenemos un beneficio económico porque el carbón producido se vende».
Sergio Atarés, director de Estrategia e Innovación de Fertinagro Biotech, en su ponencia ‘La utilización de los purines como una enmienda orgánica’, reconoció que la bioeconomía en sí misma no es sostenible «si no se aplica el ecodiseño y se elimina el despilfarro, principalmente del nitrógeno. Nuestra empresa intenta aprovechar los purines y ayudamos a nuestros socios a desarrollar tecnología para evitar el despilfarro, que se puede cifrar en unas 60.000 toneladas de nitrógeno dentro del sector porcino. Tenemos que saber adaptar sol + suelo + nutrientes y utilizar los purines, no como fertilizante en sí, sino como base de la fertilización».
En ‘La utilización de los purines para la producción de biogás’ centró su ponencia Carmen de la Cruz, directora de energías renovables del Grupo Sanchiz, una empresa que es un ejemplo práctico y real de reducción, reutilización y reciclaje de residuos, en este caso purines, que «nos permite reducir el 80% de emisiones de CO2 con una metodología de trabajo propia». También quiso poner en valor la importancia de «una correcta gestión forestal con la limpieza de montes, la regeneración de la masa arbórea, la valorización de la bioenergía y el desarrollo de la fauna, evitando plagas, enfermedades…».
Javier Velasco, director de Calidad de I+D Bioibérica, resaltó la importancia de los subproductos de origen animal y de los procesos que desarrolla su empresa para extraerlos y comercializarlos. «El mejor ejemplo es la heparina, considerada uno de los medicamentos esenciales por la Organización Mundial de la Salud, siendo el fármaco anticoagulante más utilizado en el mundo para la prevención y el tratamiento de la trombosis. Hay que recordar que la heparina se extrae a partir de materias primas de los cerdos. Otro ejemplo es el ácido hialurónico, que se consigue de las crestas de los gallos. Estos y otros subproductos de origen animal se transforman en ingredientes básicos para las farmacéuticas, y también en ingredientes para la salud animal y vegetal».
Jorge Montero, director de TUERO Medioambiente, S. L., habló sobre el ‘Proyecto de bioeconomía circular en la transformación agroalimentaria: del subproducto al fertilizante generando energía’, «consiguiendo utilizar las sobras de ciertos alimentos –el borde de los panes de molde, entre ellos– para convertirlas en pienso para animales. Con ello también logramos que ninguno de los residuos termine en un vertedero (vertedero cero), y todo lo que no sea apto para la alimentación animal lo empleamos para la generación de biogás y gas vehicular para los camiones».
Las dos últimas ponencias del primer bloque del foro fueron protagonizadas por Laura Sánchez, directora de I+D Oleofat Trader, S. L., que habló sobre la ‘Valorización de subproductos oleaginosos: hidrólisis enzimática de oleínas vegetales para la destilación de ácidos grasos’, y por Francesc Prenafeta, investigador del IRTA, que versó su ponencia sobre ‘La gestión de las deyecciones ganaderas en el siglo XXI, una oportunidad para la bioeconomía circular’.
El segundo bloque del foro, moderado por Gregorio Antolín, del grupo de trabajo de Bioeconomía y Economía Circular de Castilla y León de CARTIF, afrontó casos de éxito de la bioeconomía circular en la comunidad. El primero en ofrecer su experiencia empresarial fue Tomás Sánchez-Uran, director de la Fundación Kerbest, una empresa que desarrolla su actividad en seis centros de producción agropecuaria (porcina) situados en la provincia de Ávila, que promueve y participa «en iniciativas medioambientales que hacen posible la sostenibilidad, la economía circular y la reducción de gases de efecto invernadero en el sector agropecuario», y desarrolla tecnología ligada al desarrollo rural.
Carlos Moro, presidente del Grupo Matarromera, añadió el concepto de ‘Modelo de Economía Esférica’ en su ponencia ‘Utilización integral de los subproductos de la vid’. «Generamos productos de alto valor añadido a partir de subproductos (uvas, hollejos, pepitas, etc.), pero además incluyen una tercera dimensión en su aprovechamiento para la generación de energía consiguiendo abastecer energéticamente la producción inicial. También contribuimos a mejorar la calidad de vida de las personas, cuidamos la naturaleza y revertimos todo a la sociedad».
Alberto Ballestero, director de fábrica Proláctea S. A. U. de Castrogonzalo (Grupo Entrepinares), contó cómo su empresa ha desarrollado técnicas para valorizar el suero de las queserías y aumentar su vida útil. «Le convertimos en materia seca, que será utilizada para piensos y alimentos para deportistas, elaboración de chocolates, helados, galletas, embutidos… Conseguimos, a su vez, ahorrar energía».
Benito Tapiador, director de Ingeniería de Sigma Europa, expuso el caso de Campofrío y la ‘Bioeconomía y gestión de subproductos cárnicos’, concretamente de Campofrío Frescos, capaz de aprovechar toda la materia prima que proporciona el cerdo –sangre, bilis, huesos y tejidos conjuntivos, despojos, tripas, sandach…–, «para destinarlo al consumo humano, y con la ayuda de terceras empresas utilizar los residuos líquidos y sólidos de los cerdos, su pelo e incluso todo lo que sale de su intestino para generar biogás. Con los 10.000 u 11.000 toneladas de residuos al año que se generan en nuestras granjas podemos conseguir 5.000 megavatios/hora al año gracias al biogás, reduciendo la emisión de unas 1.000 toneladas de CO2».
Francisco Ramón Hevia, director corporativo y responsable de RSC de Galletas Gullón, habló de la ‘Bioeconomía en una empresa de derivados de cereales’ y reconoció que la «gran transformación está en la tecnología, y es ahí donde ITACYL y CARTIF tienen que ayudarnos», haciendo hincapié en la importancia de la bioeconomía en su sector.
El foro concluyó con una mesa redonda sobre ‘Industria agroalimentaria, sostenibilidad y bioeconomía en Castilla y León’, en la que tomaron parte: Cristina Ramírez, directora de VITARTIS; Cristina León, jefe de área de Innovación y Optimización de Procesos de ITACYL, y José Ramón Perán, director general de CARTIF, bajo la moderación de Roberto García, director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar.