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Es la primera mujer en dirigir una estructura de hombres en su organización, tanto en la comunidad autónoma como en el conjunto del país. Y ... a pesar de que ha hecho historia sigue siendo la misma de siempre, tan cercana y positiva como humilde. Sandra Vega (Valladolid, 1978), la nueva secretaria general de la Federación de Industria, Construcción y Agro (FICA) de UGT en la región, la pionera en ocupar este puesto en el sindicato en Castilla y León y en España, reconoce que llegar hasta donde está «no ha sido un camino fácil», pero le mueve la vocación por «ayudar a la gente más débil».
Para esta diplomada en Relaciones Laborales con dos máster y una amplia experiencia de trabajo en distintas empresas, soltera y sin hijos, lograr el respeto de sus compañeros en sectores tan masculinizados como los que abarca FICA ha sido una carrera de fondo que comenzó hace ocho años, cuando asumió la Secretaría de Acción Sindical. «Es verdad que cuando empecé el contacto, el primer vis a vis con muchos de los delegados, era ¿cómo? ¿Pero una mujer va a saber de la construcción, o de la minería, o del metal? Aunque una vez que empecé a trabajar con ellos, me conocieron, me impliqué e incluso en los problemas que me trasladaban conseguíamos lo que no teníamos, me fui ganando la confianza y siguieron apostando por mí hasta hoy», recuerda.
Precisamente «las muestras de cariño de los delegados y las delegadas» fueron decisivas a la hora de que decidiera presentarse. Un respaldo que se reveló casi unánime, porque Sandra Vega salió elegida con el 91,33% de los votos y entre los demás no hubo ninguno en contra, sino que todo fueron papeletas en blanco. Se trata de un porcentaje récord en la Unión General de Trabajadores (como lo había sido unas semanas antes el logrado por el secretario general, Óscar Lobo) que la dejó «en shock». «Fue sorprendente también para mí. Yo sabía que tenía un respaldo suficiente, pero hasta que no se produjo el escrutinio en ningún momento me imaginé que podía ser ese 91%», confiesa la dirigente sindical, a quien le gusta «ir paso a paso y ser cauta».
Y más después de un proceso electoral complicado, que le ha llevado a tener claro «lo que no debe ocurrir». «Cuando se producen congresos donde una persona lo deja y se abre el abanico para que cualquier otra que cumpla lo que dicen los estatutos pueda dar el paso y es lícito, porque somos una organización democrática, lo que menos te imaginas es que la campaña sea en contra de tu persona», señala. Y añade acto seguido que «los congresos se ganan con proyectos y no atacando a ninguna persona que quiera liderar uno de esos proyectos».
La hoja de ruta de Sandra Vega está clara. «Quiero que la FICA Castilla y León sea la primera fuerza sindical en esta comunidad», sentencia rotunda, y eso pasa por incrementar el número de afiliados, que ahora superan los 22.000. Para conseguirlo uno de los retos que se ha marcado es «atraer a los jóvenes y también a las mujeres». «Es verdad que cada vez hay más mujeres que se afilian y que cada vez hay más como delegadas de personal o que forman parte de los comités de empresa, pero todavía tienen que llegar muchas más. Y sobre todo quiero atraerlas a las diferentes estructuras que existen dentro de UGT, para que empiecen a ocupar cargos de mayor responsabilidad. Me encantaría ser yo un poco el efecto llamada de que las mujeres también podemos liderar y que empiece a haber más mujeres dentro de la Federación de Industria en el resto de comunidades», dice.
Empuje y ganas no le faltan: «Me encanta el contacto con la gente, vengo de estar toda la vida prácticamente relacionándome con personas. Me gusta pisar el barro, lo he pisado y lo seguiré pisando, y ya estoy planificando mi calendario para acercarme a los centros de trabajo, obras de la construcción incluidas. No soy una persona de despacho», zanja sonriente. Lo lleva en la sangre, porque esta mujer que nació «con la Constitución» lleva a gala «ser hija de un sindicalista por convicción, no por conveniencia». «He vivido el sindicalismo en casa desde que era una niña», señala. Su padre «ya era afiliado a la UGT y al PSOE cuando los sindicatos no estaban legalizados en este país», y siendo empleado de la antigua FASA «no solamente defendía mejorar las condiciones laborales y salariales de la factoría de Montaje 1 de la carretera de Madrid, sino que le tocó luchar por muchos de los derechos y libertades de los que estamos disfrutando hoy en día», rememora con orgullo.
En vísperas del 8-M, Sandra Vega apunta que aún nos queda un largo trayecto como sociedad para conseguir la igualdad real. «Nos queda, nos queda. Se han conseguido muchas cosas, hay avances, no cabe la menor duda. Pero los derechos deben ser iguales para los hombres y para las mujeres y está claro que nos queda mucho camino por avanzar. Hay actitudes que parece mentira que en pleno siglo XXI se estén dando. Hay comentarios que no proceden, que no tienen lugar. Y sigue existiendo una brecha de género en algunos centros de trabajo», esgrime.
Al Ejecutivo autonómico le pide «que se implique más por la industria». «Es un tema pendiente, no solamente de la Junta de Castilla y León sino del Gobierno de España. Tiene que llegar ya un Pacto de Estado por la industria porque está comprobado que es la que activa la riqueza, la que aporta empleos estables y de calidad, la que fija población y más en las zonas rurales. Estoy cansada de escuchar a la Junta hablar de la despoblación, de cómo se mueren los pueblos. Si no hay industria, no hay otra serie de servicios. La industria es la que lo fija todo», defiende con convicción.
Por eso pide al presidente Mañueco que haga lo mismo que su homólogo vasco, porque allí «van a invertir 4.000 millones de euros en la industria en Euskadi. Eso es lo que hace falta y eso es lo que reclamo a esta Junta, y que haga más atractiva esta comunidad para las empresas teniendo en cuenta a las que ya tenemos, que no las dejen marchar porque se están deslocalizando, se están yendo a otras autonomías que tienen una serie de ventajas que no tenemos en esta». Al hilo de esto, concluye con una certeza: «Si no hay empresas y oportunidades laborales la gente se termina marchando».
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