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Juan Vicente Herrera, presidente en funciones de la Junta, mano sobre mano mientras los representantes del PP aplauden a Luis Fuentes como nuevo presidente de las Cortes. MANU LAYA

La ceremonia del aplauso

Las Cortes de Castilla y León viven casi dos horas de una farragosa sesión de constitución, sin suspense por el reparto de puestos en la Mesa

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 21 de junio 2019, 19:10

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Si es de noche, llueve ahí afuera, el teléfono se queda sin cobertura, la chica rubia está sola en la cocina y de repente se va la luz, puedes hacerte el tonto todo lo que quieras, pero sabes que la chavala no termina la película con vida. Así de claro. Puede ser un cuchillo en el costado o una soga en la garganta, pero hay funeral en la pantalla fijo. Son pistas que no fallan. Lo de ayer en las Cortes seguramente no fue película de terror (habría que consensuar esta frase al modo en el que se pactan otras cosas), pero lo que está claro es que suspense, lo que se dice suspense (tensión, incertidumbre, vamos), no hubo. Si es de día, ahí afuera se estrena el verano, los teléfonos de los procuradores se llenan de 'whatsapps' y la familia de Luis Fuentes se sienta en el lugar de honor de los invitados, puedes hacerte el tonto todo lo que quieras, pero no hay que ser un Colombo para saber quién va a resultar elegido presidente de las Cortes. Y eso que aún no se ha votado.

Tiene la sesión, con su folclore parlamentario, su democrática liturgia, una estética como de boda de hija mayor: mucha americana, alguna corbata, taconazos siempre, ellas y ellos todos con sus vestidos de lucir. En la bancada de invitados (la mayoría en el incómodo gallinero) no hay familiar sin huawei en la mano para inmortalizar el sí quiero, el juro, prometo el cargo de procurador. Aunque ya me dirás qué clase de boda es esa en la que ni novios ni banquete ni discoteca con barra libre. Nada más terminar la sesión, uno de los familiares pregunta a los periodistas qué donde sirven el vino español. Debió de pensar que si no hay boda sin langostinos, ¿cómo va a haber constitución de las Cortes sin el pinchito de tortilla de después? Pues, para que conste, no hubo. Ni pincho ni tortilla. Como mucho, medalla y pin institucional. Y solo para los procuradores.

Comenzó la ceremonia con unos minutos de retraso y el marrón para los más jóvenes del hemiciclo (Sergio Iglesias y Nuria Rubio), que tuvieron que leer uno por uno, como si pasaran lista, los nombres de los 81 políticos elegidos en las últimas elecciones autonómicas. Para decir algunos había que coger más aire que para ganar la inmunidad en 'Supervivientes' con la prueba de apnea: Carlos Javier Amando Fernández Carriedo. Así, con todo el nombre compuesto, que para eso viene entero en el DNI. Lo extraño es que justo después, por orden alfabético, estaba Alfonso Fernández Mañueco, sin que nadie leyera el Fernando de su segundo nombre.

La sesión es aburrida y repetitiva como un día sin besos y sin pan. Se dice el nombre de un procurador. El procurador deja su escaño. Baja al centro del hemiciclo. Mete el papel en la urna. Vuelve a su sitio. Se lee otro nombre. Baja del escaño. Etecé. Y así tres veces. Primero para elegir al presidente. Luego a los vices. Después a los secretarios de la Mesa de las Cortes. Tan repetitivo todo que Fernando Rey (consejero de Educación en funciones) se entretiene con unos apuntes de Derecho Constitucional. Tan cansino que hay procuradores que abren twitter como si así el tiempo fuera a pasar más rápido. Tan arduo que Pablo Fernández (de Podemos) se excusa un momento para ir a buscar unos botellines que luego comparte con los representantes de Por Ávila, UPL y Vox. Para que luego digan que al enemigo, ni agua.

El procurador socialista José Francisco Martín exhibie una carpetilla del PSOE. Debajo, Pablo Fernández (Podemos) reparte agua a Vox y UPL, y Fernando Rey lee unos apunts. MANU LAYA Y ALBERTO MINGUEZA
Imagen principal - El procurador socialista José Francisco Martín exhibie una carpetilla del PSOE. Debajo, Pablo Fernández (Podemos) reparte agua a Vox y UPL, y Fernando Rey lee unos apunts.
Imagen secundaria 1 - El procurador socialista José Francisco Martín exhibie una carpetilla del PSOE. Debajo, Pablo Fernández (Podemos) reparte agua a Vox y UPL, y Fernando Rey lee unos apunts.
Imagen secundaria 2 - El procurador socialista José Francisco Martín exhibie una carpetilla del PSOE. Debajo, Pablo Fernández (Podemos) reparte agua a Vox y UPL, y Fernando Rey lee unos apunts.

Cuando llega el momento del recuento, todo el cubo de alabastro en silencio, solo se escucha una voz que intenta ponerle algo de emoción a la cosa. Dice «uhhh» cuando el voto es para Luis Fuentes, dice «ehhh» cuando es para Ana Sánchez, dice «vaya, vaya» cuando sale un voto en blanco. Al final, como en las pelis de miedo, muere la rubia de la cocina. El guion de PP y Ciudadanos se cumple y Luis Fuentes resulta elegido. Los políticos de ambos grupos aplauden. ¿Todos? No. Alguien permanece impertérrito en el sillón, como si la cosa no fuera con él, como si su único cometido fuera sacudir las migas del mantel una vez terminada la comida. Juan Vicente Herrera (presidente de la Junta en funciones) fue el único que no se arrancó a aplaudir en toda la mañana. Ni a los suyos ni a los que no lo son (signifique esto lo que signifique).

Claro, que otros quisieron hacerlo y no les dejaron. Una vez desvelado el misterio que no era tal, Fuentes estrechó la mano de Francisco Igea, compañero de escaño, y buscó con la mirada de su familia. Su madre, orgullosa, claro, rompió a aplaudir. Hasta que una ujier se le acercó y le pidió que, por favor, no lo hiciera. El protocolo dice que los invitados no pueden hablar, aplaudir, manifestarse de algún modo. Ni siquiera una madre. Tampoco un hijo. Guzmán, el chaval de Virginia Barcones (diputada del PSOE) soltó un ¡bien! cuando su madre salió a votar. Ella, desde el hemiciclo, se puso un dedo en los labios para mandarle callar. Y luego, sonriente, le mandó un beso.

El beso al aire de Barcones es uno de esos gestos de cariño con los que el PSOE se envolvió durante la jornada. Fueron el partido más votado en las elecciones, sus procuradores son mayoría en el Parlamento regional, pero la suma de Ciudadanos y PP (que ayer se dijeron que juntos en la pobreza y la riqueza, la salud y la enfermedad) han privado a Tudanca de convertirse en el 'chérif' de Castilla y León. Así que los socialistas aprovecharon cualquier momento para lamerse las heridas a base de aplausos. Aplaudieron durante más de un minuto cuando se leyó el nombre de Tudanca. Aplaudieron cuando se designó a Ana Sánchez vicepresidenta de las Cortes. Y aplaudieron hasta las pedreas, cuando José Francisco Martín fue elegido secretario de la Mesa y este, para celebrarlo, levantó una carpetilla del PSOE, reivindicándose como el delantero que se besa el escudo después de meter un gol.

Y mientras todo esto pasa ahí arriba, la vida sigue afuera. En el subsuelo de las Cortes, en el bar cafetería de la institución, un camarero limpia la barra, unos agentes de la Policía Nacional se toman algo entre servicio y servicio, están casi todas las sillas sin culo y solo tres tipos sentados en mesas separadas. Sin hablarse. Muy desangelado todo. Al fondo, una tele encendida se llena con políticos. La España vaciada era esto.

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