Derribo al estilo dominó
J. SANZ
Lunes, 26 de octubre 2009, 09:24
Primero fueron las ladrones de chatarra los que dejaron en el chasis las naves de las antiguas instalaciones de piensos Mubers, entre la vía y la calle Daniel del Olmo, en el polígono de Argales, y ahora son unos obreros, esta vez con el permiso de los dueños, los que están desmontando los silos de la planta cerrada hace veinte años para vender el metal al peso.
Y todo iba bien salvo por un pequeño detalle. Al retirar la base del esqueleto metálico de los grandes cilindros, dos de ellos cayeron, otro cedió y el cuarto está a punto en una suerte de espectacular efecto dominó que, por fortuna, no sorprendió debajo a ninguno de los cuatro inmigrantes que ocupan desde hace algunos días unas destartaladas casas de la fábrica.
Los vecinos de la calle Casa Alegre, formada por una hilera de casas molineras al borde de la tapia de la vieja planta, no ganan para sustos desde que el pasado julio a una de las vecinas casi le golpeara un cascote en la cabeza cuando caminaba por la acera bajo el muro. Detrás había un hombre dando mazazos para desmontar la viga de un almacén. Esta vez han corrido mejor suerte gracias a que los silos cayeron hacia dentro de los terrenos, se supone que de manera controlada por los operarios.
El aspecto que ofrecen ahora, pese a todo, da miedo dadas sus dimensiones y que el único que sigue en pie está precisamente del lado de la acera de Casa Alegre.
«Confiamos en que no pase nada porque el dueño del taller que lo está haciendo asegura que tiene todos los permisos», explicó ayer una inquilina, quien recordó cómo los obreros llegaron a pedir protección policial después de que los chatarreros 'ilegales' les amenazaran de muerte cuando comenzaron los trabajos de desmontaje.
Más presencia policial
La planta de piensos Mubers lleva años siendo ocupada y desalojada por indigentes en un tira y afloja con los propietarios que por ahora parecen ganar los residentes. Los últimos llevan allí pocos días después de que sus antecesores fueran desahuciados en julio. Nadie tapió el hueco abierto en el muro de ladrillo, por el lado de la vía del tren, y por ahí siguen colándose 'okupas' y chatarreros.
Los vecinos reconocen que tienen miedo por la «escasa presencia policial» en el barrio y recuerdan cómo a mediados de julio «a una anciana le rompieron los dientes a golpes para robarle dinero cuando estaba tranquilamente sentada en la puerta de su casa». La víctima, de 81 años, recibió hace pocos días el alta y sus hijos decidieron blindar su domicilio colocando rejas en puertas y ventanas.
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