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TROPA ESTIVAL

El adicto a la adrenalina

POR JUAN BAS

Sábado, 22 de agosto 2009, 02:55

A Tomate le van las emociones fuertes. Es un coleccionista de experiencias extremas, un adicto a la adrenalina. Esta afición le ha costado ponerse en situaciones de auténtico peligro y meterse unos leñazos descomunales, pero Tomate es un tipo con suerte y ha salido siempre con bien e ileso de cada temeraria actividad.

Durante las vacaciones de agosto Tomate riza el rizo y se apunta hasta a un bombardeo. Jugarse la vida es su máximo placer.

Si va a una playa, tiene que ser cuando está con bandera roja y el mar rugiente. Se deja llevar por la resaca y luego intenta nadar en contra hasta que se agota y tienen que rescatarlo los socorristas. Le chifla lanzarse desde un alto puente a un cauce seco con una goma elástica atada el tobillo. La última vez calculó mal la elasticidad y rebotó con los cuernos en el pedregal, pero Tomate tiene el coco muy duro y apenas se quedó un ratito atontado. Las carreras de coches ilegales también le ponen. Acaba de participar en una nocturna, con los focos apagados, en la que ha pisado una mancha de aceite y ha dado más vueltas que la campana de una iglesia tocando a rebato. Y en un tugurio clandestino de tarados mentales ha jugado a la ruleta rusa hasta quedarse sin contrincantes.

En el cine también se inspira. En una película aprendió lo excitante que es cruzar una autopista con los ojos vendados y correr en zigzag por un bosque de gruesos robles del mismo modo. Lanzarse en paracaídas y abrirlo cuando ya se distinguen las hormigas en el suelo, es algo tan habitual que le hace bostezar duranto el salto. Pero lo mejor de todo hasta ahora ha sido colarse en la jaula de los leones del zoológico para intentar mangarles la comida.

Hoy, se dispone a salir de casa especialmente ilusionado. Va a hacer de hijo de Guillermo Tell, con una manzana sobre la cabeza como diana, delante de un grupo de novatos aficionados al tiro con arco y ballesta. Al bajar por la escalera, que es de caracol y la acaban de encerar, se da un resbalón tremendo y cae dando tumbos hasta el descansillo del primero. Se rompe el cúbito y el radio del brazo derecho y la tibia y el peroné de la pierna izquierda. Así son las paradojas de la vida.

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