Eluana divide a Italia

Giuseppe Englaro, padre de Eluana, cuya agonía de 17 años ha reabierto con toda la crudeza y demagogia inimaginable el debate sobre la eutanasia en Italia, insistió ayer en que «quiero que se sepa que yo soy el único responsable, he sido yo que el que ha llevado esta historia hasta el fin», según recogió ayer el diario 'Il Corriere della Sera'. Guiseppe recibió la noticia de la muerte de su hija del anestesista Amato De Monte. Su respuesta fue: «Sólo quiero estar solo».

Este hombre, que llevaba muchos años luchando para conseguir una muerte digna para su hija, respondía con la misma frase a todos los periodistas que le llamaron para conocer su reacción. Algunos le oyeron llorar por primera vez en los once años de batalla legal por la eutanasia.

Englaro se despidió ayer de su hija en el depósito de cadáveres del hospital de Santa María de la Misericordia de Udine, ante el que permaneció durante diez minutos. El cuerpo fue llevado desde la casa de reposo de 'Quiete' al tanatorio de Santa María de la Misericorida en Udine. Ni siquiera le pudo acompañar su mujer Saturna, enferma de cáncer desde 1993.

Para demostrar a todo el mundo cuál era su realidad, Guiseppe invitó el pasado domingo a la periodista de la televisión pública italiana RAI, Marinellla Chirico. Chirico dijo ayer al diario 'Repubblica' que la joven «estaba irreconocible» con respecto a las fotos que todos conocemos antes del accidente de tráfico de enero de 1992. «Una mujer completamente inmóvil a la que los enfermeros y sanitarios debían mover cada dos horas para evitar que el cuerpo se llagara», dijo.

La periodista, que permaneció en la habitación casi tres horas y vio las curas que le hacían a Eluana, sintió «un fuerte impacto emotivo» y afirmó haber vivido «una situación devastadora».

Explicó que Englaro quiso que un profesional de la comunicación de confianza viera el estado de su hija porque «estaba profundamente herido y angustiado por el hecho de no ser creído cuando decía que su hija estaba verdaderamente en condiciones desesperadas».

Funeral privado

Giuseppe Englaro aseguró al diario 'Corriere della Sera' que «si mucha gente viera una fotografía de Eluana en la actualidad se callarían, pero no lo haré jamás». Según 'Il Corriere', Eluana pesaba 40 kilogramos, los brazos y las piernas las tenía encogidas, podía yacer sólo de lado porque con el vientre hacia arriba podía ahogarse por los líquidos que le fluían de un estómago atrofiado.

La familia ha decidido que los restos mortales de Eluana sean enterrados junto a los de su abuelo en la localidad italiana de Paluzza, sin funeral religioso y sólo con una bendición. La tutora legal de Eluana Englaro, Franca Alessio, explicó ayer a los medios de comunicación italianos que será una ceremonia «simple» y a la que sólo asistirán los familiares y amigos más cercanos.

Alessio añadió que la familia ha decidido incinerarla y enterrar las cenizas en el cementerio de Paluzza. Giuseppe Englaro siempre expresó su deseo de que su hija descansase junto a su abuelo y en su lugar de origen.