Antigua lucha por el agua
Un estudio realizado a partir de fotografías aéreas revela la existencia de construcciones inéditas en el castro de Arrabalde
ISABEL REGUILÓN
Viernes, 12 de septiembre 2008, 04:00
El arqueólogo Julio del Olmo publica en la revista Brigecio, del Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, un estudio que ayudará a conocer más el castro de las Labradas, en Arrabalde, tras las diversas fotografías aéreas realizadas en las últimas campañas por iniciativa de la empresa Strato para realizar el Inventario Arqueológico de la provincia de Zamora.
Los primeros datos que arrojan las fotografías se refieren al tamaño del castro y su carácter defensivo. Las Labradas ocupa una superficie de 23 hectáreas en lo alto de la Sierra de Carpurias, desde donde domina la vega del Eria. Cuenta con varias líneas de muralla de 2.500 metros de longitud. Había puertas de acceso al castro tanto en la parte oriental como occidental del recinto, a las que llegaban los caminos que subían por la ladera. Las puertas estaban rematadas por torreones macizos, de planta rectangular. Delante de la muralla había un campo de piedras hincadas al noroeste del yacimiento que servía de elemento disuasorio ante los ataques de caballería enemiga, también presente en otros castros zamoranos.
Julio del Olmo apunta una primera ocupación en la Edad del Bronce, entre los años 1400 y 900 antes de Cristo, época a la que pertenece alguna de la cerámica encontrada en el yacimiento, aunque su principal momento data de finales de la Edad del Hierro, entre los siglos I antes y después de Cristo, cuando los satures se reagruparon en poblados bien defendidos para hacer frente a los ímpetus imperialistas romanos. Satures son, por tanto, tanto las cercas defensivas del yacimiento como los dos tesoros con piezas de oro que se guardan en el Museo de Zamora y que seguramente se ocultaron para evitar que fueran botín de las tropas romanas.
Restos de cerámica apuntan la posibilidad de que en época romana hubiera allí un puesto militar, dada su privilegiada ubicación para vigilancia. La última ocupación es de era moderna, con la construcción de la ermita de San Cristóbal por parte de la orden de San Juan del Hospital, en 1655, a cuya Encomienda de Benavente y Rubiales perteneció Arrabalde hasta el siglo XIX.
El castro tiene incoado expediente para declaración de Bien de Interés Cultural desde el 9 de febrero de 1988 con la categoría de zona arqueológica.
En la campaña 2001 se descubrieron estructuras soterradas en la zona central del yacimiento, conocida como Vaguada de Valdemoratones. El declive del terreno fue aprovechado por los satures para captar y almacenar agua de lluvia y nieve gracias a la construcción de unos aljibes que hoy se conocen como Laguna del Sol, Laguna Menta, Campo de Deportes y Pozo de Negrurías.
Estanque
Entre las dos primeras lagunas existe una acumulación de piedras que popularmente se conocen como Casa del Jefe, donde las fotografías aéreas permiten ver grandes estructuras cuadradas con divisiones interiores más pequeñas. Hay dos grandes rectángulos de idénticas dimensiones, 45 por 37 metros. La acumulación de piedras y las diversas estancias que se pueden ver conforman un edificio de 1.665 metros cuadrados al que está adosada otra construcción en la parte sur que rodea el estanque rectangular conocida como Campo de Deportes. El estanque mide 45 por 32 metros. Desde el aire se adivina un cercado alrededor de la laguna.
Las dos estructuras tienen una superficie de 3.330 metros cuadrados, lo que significa que corresponde a un gran edificio cuya parte principal se destinaba a vivienda y otra aneja a la recepción de agua. Al oeste de estas construcciones hay otras más pequeñas y dispersas.
Las imágenes aéreas permiten distinguir otro núcleo de construcciones al final de la vaguada, en la zona próxima al Pozo de Negrurías. Unas líneas paralelas de 30 metros de longitud que parten del aljibe, de 30 metros de diámetro, y van a parar fuera del castro, hablan de un aliviadero del aljibe. Al noroeste del pozo se distingue una construcción rectangular de 37 por 19 metros y que se divide en varias estancias. El arqueólogo entiende que, al estar más altas que el pozo, se trata de una estructura destinada a la vigilancia y control del mismo.
El investigador plantea la posibilidad de que ambas edificaciones estuviesen relacionadas con el control del agua por parte de los pobladores astures, en el primero de los casos, y con la probable conversión en conjunto termal en época romana el segundo, aunque la falta de restos en superficie impide corroborar estas tesis, de manera que los planteamientos que la arqueología fotográfica aérea plantea sugieren la necesidad de profundizar más en el estudio y realizar nuevas excavaciones en el yacimiento que corroboren tanto la fecha como el sentido de estos restos.
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