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JUANMA DE SAÁ
Jueves, 5 de junio 2008, 02:33
El equipo de San Cristóbal de Entreviñas asimila el hecho de haberse visto fuera de la lucha por el ascenso a Regional de Aficionados tras empatar a un gol en la ida y perder por 4-2 en la vuelta contra Coreses aunque, por lo que se refiere al segundo partido de la eliminatoria, tanto la directiva como el cuerpo técnico han mostrado un gran malestar que se traducirá en una queja formal a la Delegación Provincial de Fútbol.
El entrenador de San Cristóbal, Javier Merino, califica de «escandaloso» el encuentro disputado en Coreses el pasado sábado, día 31 de mayo y asegura que «fue lo que yo me temía porque me hago el tonto pero no lo soy». En este sentido, explica que «planteamos el partido cerrándonos atrás porque estaba claro que iban a pasar los minutos, ellos se pondrían nerviosos y nosotros tendríamos nuestras opciones».
De hecho, el partido no se caracterizó por ofrecer al espectador demasiadas ocasiones de gol. «Ellos no arriesgaban y sólo llegaban algo a balón parado. En el minuto 30 de la primera parte, se produce una jugada al lado de los banquillos en la que Saúl hace una falta y, desde el suelo, el rival le lanza un puñetazo. Se enfrentan, llega el capitán de ellos y se pone a dar empujones a todo el mundo y, cuando se calma la cosa, llega el árbitro y expulsa a Saúl. El juez de línea estaba a mi lado y no le dijo nada al árbitro», explica Merino.
La polémica ya estaba servida. Con un hombre menos y en el quinto minuto de descuento de la primera mitad, Pichón adelanta a Coreses y las más de trescientas personas que viajaron desde San Cristóbal para ver el partido empiezan a mostrar su inquietud. «Increparon al árbitro porque no son tontos y saben cuándo les están robando», indica Javier Merino.
«Me acerqué al árbitro y le dije que si nos iba a robar que nos lo dijera porque así no salíamos en la segunda parte. Él me respondió que no quería hablar conmigo y yo me fui al vestuario a intentar tranquilizar a mis jugadores. Rearmé al equipo porque estaba seguro de que con diez podríamos llevarnos el partido», añade.
Cuando se cumplía la hora de juego, San Cristóbal empató con una jugada por la banda izquierda de Edu, que se fue por velocidad del lateral y aprovechó la salida del portero para colocar el balón por encima. No obstante, la alegría duró poco porque, siete minutos después, un saque de esquina en corto y un remate de Ander volvía a adelantar a los locales.
Faltaban 20 minutos para que terminase el encuentro cuando una larga jugada de los visitantes termina con un pase de Edu hacia el área que Jorge envía al fondo de la red. Esa nueva igualada clasificaba por el valor de los goles a San Cristóbal para la final en la lucha por el ascenso. «Aguantamos ahí y a doce minutos del final ya fue el colmo. En un balón dividido casi en la mitad del campo el lateral se adelanta, le hacen una falta clarísima pero es a mi jugador al que echan a la calle. Ahí los aficionados empezaron a decir de todo y hasta algunos de mis jugadores se querían ir del campo porque les parecía vergonzoso», comenta Merino.
En el minuto 90, Coreses se adelanta de nuevo y rubrica la victoria transformando un penalti en el 95. «Ahí ya estaba todo perdido. Edu le dio un empujón al árbitro por el que después se disculparía pero no pudo evitar la expulsión. Otros dos jugadores protestaron para provocar la expulsión y forzar la finalización del partido», apunta el técnico de San Cristóbal. «La valoración la hicieron los propios rivales, que fueron deportivamente a felicitarnos porque habíamos sido mejores y reconocieron que se nos había robado el partido. Eso lo dice todo», indica el entrenador.
Para completar el intenso fin de semana, varios jugadores de San Cristóbal y s8u entrenador acudieron al Ruta de la Plata para presenciar la otra semifinal, entre Pinilla y Villamor de los Escuderos. «Ahí vimos con asombro al árbitro y al juez de línea que tanto nos perjudicaron observando el partido y bromeando con los jugadores del Coreses, a los que habían arbitrado el día anterior. Un juez de línea es íntimo amigo de varios jugadores de Coreses. Sabemos que eso no está prohibido pero, en estas circunstancias, ¿qué podemos pensar?», se pregunta Javier Merino.
Agradecimiento
El entrenador de San Cristóbal agradeció de forma expresa el trabajo de sus jugadores y el apoyo de una afición que acompañó al equipo durante toda la temporada. «Los jugadores han dado todo lo que tenían y están destrozados por el desenlace tan escandaloso de la temporada. En cuanto a los aficionados sólo podemos darles las gracias porque han sido una afición de Primera División y ha sido un honor tener su apoyo», afirma Merino.
«Al final, quienes han hecho esto se han cargado al pez pequeño que, en realidad, es el pez grande porque tenemos toda la infraestructura y contamos con el patrocinio para poder afrontar la temporada en Regional de Aficionados. Lo que hay que pensar es si esto beneficia o perjudica al deporte provincial porque más que un escándalo es una verdadera lástima», apunta.
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