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ÍÑIGO GURRUCHAGA
Sábado, 12 de enero 2008, 01:39
Alberto Izaga, el ejecutivo vizcaíno que mató en Londres a su hija, Yanire, de dos años y medio de edad, fue declarado ayer inocente por un jurado inglés, que consideró que la enajenación mental que sufría en aquel momento le impedía saber que lo que estaba haciendo estaba mal.
El juez Richard Hone abrió la vista, en la sala cuatro del Tribunal Penal Central, afirmando que se trataba de un caso «único y absolutamente trágico» y, tras guiar al jurado hacia el veredicto propuesto por las dos partes, lo concluyó deseando «al señor Izaga y a su mujer lo mejor en el futuro». La esposa de Izaga y madre de la niña, Ligia, se sentaba a pocos metros, acompañada de su madre. Junto a ellas, estaban los padres y el hermano del acusado. Asistieron unidos a un juicio breve y conmovedor, en el que la contienda retórica habitual de un juicio inglés fue sustituida por el acuerdo y la contención.
Normalidad
Alberto Izaga, nacido en Algorta (Vizcaya), en 1971, mató a su hija Yanire como consecuencia de las múltiples lesiones craneales que le causó, el 3 de junio, en el piso en el que vivían con Ligia. La investigación ha querido determinar por qué lo hizo «un hombre incapaz de matar a otro ser humano», «un marido y padre devoto».
El fiscal recordó la educación de Izaga, hijo mayor de una familia unida; su padre, economista, y su madre, profesora de piano. Tuvo una infancia feliz.. Logró el título de abogado y economista en la Universidad de Deusto.
Tras el servicio militar obligatorio, trabajó a tiempo parcial en una compañía de seguros. Pasó a General Electric(GE) y fue a trabajar a su sede de Nueva York. En 1998, conoció allí a Ligia Barbosa, otra buena estudiante, nacida en Cabo Verde, y empleada también en GE. Comenzaron a salir juntos en 1999. La empresa les destinó a Kansas y a Connecticut. Se turnaban los fines de semana para viajar al destino del otro. Izaga fue transferido a Londres como jefe ejecutivo de seguros de vida. Ligia consiguió que la transfirieran también. Se casaron en Vizcaya en el 2003. Vivían en un piso en el Támesis, frente al Parlamento británico.
El 19 de enero de 2001, nació su hija Yanire. Izaga había acudido a cursos de preparación de la paternidad junto a su mujer. Cuando la niña nació -el padre la llamaba «el tesoro más precioso de la tierra»- Izaga se esforzó para regresar a casa y verla y bañarla antes de dormir.
En mayo del 2007, Alberto y Ligia estaban de vacaciones en Estados Unidos, fueron al cine, no había entradas para ver la película que querían y entraron a ver 'Bug', una película de miedo, que les disgustó. El 29, vuela a Ginebra para asistir a una reunión de directivos de Swiss Re.
En el curso de la reunión, un aventurero presenta a los ejecutivos un relato estimulante sobre cómo alcanzar cumbres mediante la pasión y la determinación. Izaga manifiesta a algunos colegas que la conferencia le ha impresionado. Cuando el sábado regresa a Londres, el chófer que le lleva del aeropuerto a casa recuerda que Izaga habló con su familia por teléfono y que todo le pareció bien. Su hija le recibió con abrazos. Al mediodía, se cambió de ropa y se fue con su amigo y vecino, Toby Hamman, a jugar un partido de fútbol a Hyde Park.
Cuando regresa casa, Izaga habla a su mujer con entusiasmo de la conferencia que les dio el aventurero en Ginebra. Dice que está cansado, lleva setenta y dos horas sin dormir. A las seis, deciden ir los tres a cenar fuera, a un Pizza Express al otro lado de la calle. Izaga se retrasa y su mujer le ve hablar solo y gesticulando.
Regresan a casa, su amigo Toby se acerca al piso para coger prestado un DVD. Todo le parece normal. Izaga se acuesta pronto. Quería dormir. Ligia y Yanire se quedan en la sala viendo la tele. Yanire se va a la cama. Izaga sale del dormitorio a las 11 y despierta a su mujer, que se ha quedado dormida, para que vaya a la cama.
El horror
A las 4.30 de la mañana, Izaga despierta a su mujer. Enciende la luz. Habla incesantemente sobre el explorador, sobre la filosofía de los jesuítas, a los que achaca un deseo de construir una secta para controlar el mundo financiero. No para de hablar. Ahora, de la película 'Bug'. Da puñetazos a la almohada. No podía dormir.
Ligia le lleva a hacer el desayuno. Quiere hacer algo cotidiano para contener la deriva de su marido. Que va hacia la cuna de su hija, allí donde hay una pequeña tienda de campaña donde ha jugado tantas veces con ella, como un niño, pero esta vez la agita y la hace llorar. Ligia intenta abrir la ventana para que entre aire fresco, conectar la televisión. Izaga rechaza todo.
Habla en español, grita sobre la película 'Bug'. Ligia quiere llevarse a la niña, pero Izaga la bloquea. Comienza a golpear la cabeza de la niña contra el sueño de madera laminada de la sala. Ligia llama histérica a los servicios de urgencia y luego a sus amigos. Deja el móvil encendido para que oigan lo que está ocurriendo.
El fiscal Rees leyó transcripciones de esas grabaciones. En las que Izaga es un hombre alucinado. «Sé lo que tengo que hacer», dice. «Tengo que matarla». «¿Muere!». «¿Muere!». «Esto es imposible». «Lo tengo». «Lo tengo». «Ha sido muy fácil». «Ha sido muy fácil». «Dios no existe». «La humanidad no existe». «Fue fácil». «Por favor, muere». «Por favor, muere». «Está terminado».
La Policía llegó a las 8.35. Yanire fue llevada a un hospital próximo. Tenía lesiones gravísimas. Se le retiraron los aparatos que mantenían artificialmente su vida en la tarde el día 5. Ligia preguntó dónde estaba Alberto. Está detenido, le dijeron. Izaga estaba ya internado en un hospital psiquiátrico. Cuando fue detenido, no lograban sentarlo. Decía «Big Ben, Big Ben, Big Ben» durante diez minutos. Reía. Hacía ejercicios físicos. Los médicos testificaron que había sufrido una enajenación mental que le hizo ayer inocente de dar muerte a su hija.
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