Borrar
Maximiliano (a la derecha) y el camión que conducía los días en que ocurrieron los hechos. / EL NORTE
Persecución extraterrestre
VIDA Y OCIO

Persecución extraterrestre

Salamanca fue el escenario de uno de los casos más asombrosos de ufología en todo el mundo

ÁNGEL DEL POZO

Miércoles, 3 de octubre 2007, 02:34

Las noches del 21 y 22 de marzo de 1974 quedaron marcadas a fuego en la memoria del protagonista de estos hechos. En aquella época, Maximiliano Iglesias Sánchez era un joven de 21 años que se dedicaba al transporte de mercancías. La noche del 21 de marzo, cuando se dirigía a la localidad salmantina de Lagunilla, se encontró con una luz muy potente en la carretera que une los términos de Valdehijaderos y Horcajo. Maximiliano reaccionó rápido y emitió desde su camión Avia varias ráfagas de luces de advertencia, pero la luminosidad no disminuyó su potencia, de tal forma que ante el riesgo por el deslumbramiento decidió parar.

Fue entonces cuando la luz «bajó de tono» y sólo quedó una luminosidad tenue y difuminada. Maximiliano decidió de nuevo arrancar el camión y, a unos 150 metros, el vehículo se paró solo, sin que los esfuerzos por arrancarlo consiguieran ponerlo en marcha. En ese instante, divisó dos extraños objetos: el primero, un aparato de tres patas de medio metro, permanecía estático en la mitad de la calzada posado en el suelo; y el otro, estaba suspendido en el aire a 15 metros de altura, justo a la derecha del primero, sobre el campo.

El protagonista aseguró que los extraños objetos eran de metal -sin puertas, ni ventanillas, ni remaches- y calculó que medirían entre 10 y 15 metros. Todo era liso y sin aristas. Eran como un plato puesto encima de otro, grandes y redondeados. Se quedó perplejo, sin embargo, la mayor sorpresa estaba por llegar. Sin saber cómo, aparecieron delante de la primera nave dos figuras muy altas. Según el relato de Maximiliano, aquellos seres gesticulaban y movían los brazos, llegando incluso a señalar al camión, donde él, atónito, seguía observando. De pronto, desaparecieron del escenario sin saber por dónde y la nave que estaba en la carretera se elevó hasta colocarse a la altura de la otra. Fue entonces cuando Maxi consiguió arrancar el camión y proseguir su marcha.

Cuando llegó a casa, sin apetito, no logró conciliar el sueño dándole vueltas a la increíble experiencia. A la mañana siguiente se lo comentó a su jefe, pero éste restó importancia a los hechos y le comentó que seguramente lo habría soñado. Por la noche, en casa de su novia Anunciación en la localidad de Pineda, relató lo acaecido y aunque le aconsejaron que no volviera a pasar de noche por aquel lugar y que se quedara a dormir, hace caso omiso y emprende viaje a Lagunilla

Pánico en la oscuridad

Esta vez, al llegar al mismo punto de la carretera se encontró tres naves, dos de ellas situadas en el campo y la otra ocupando la calzada obstaculizándole el paso. Se repitieron de nuevo los fenómenos: el motor del camión dejó de funcionar y las luces se apagaron. Maximiliano, que se encontraba a unos doscientos metros, permaneció en la cabina del camión esperando a que, como el día anterior, aquel objeto levantara el vuelo y le dejara continuar. De repente, y sin saber cómo, aparecieron «cuatro personas» delante del objeto que estaba en la carretera. «Eran muy altos, medirían más de dos metros de altura. De vestimenta -aseguró el camionero- llevaban algo parecido a un mono, muy ajustado al cuerpo y como de goma, como los trajes de caucho de los hombres-rana».

El lector se preguntara cómo pudo Maxi a esa distancia realizar una descripción tan exhaustiva de aquellos seres. Si sigue leyendo conocerá la respuesta

Aquellos seres parecían mirar al lugar donde se encontraba Maximiliano y gesticulaban entre ellos como si estuvieran discutiendo. De pronto, comenzaron a caminar hacia el camión. Maxi no lo dudó ni un momento, abrió la puerta del camión y saltó a la carretera, con el corazón más que acelerado. En la oscuridad de la noche, aquellos seres seguían avanzando hacia Maxi y éste comenzó a correr con todas sus fuerzas por el camino. Un pánico brutal y salvaje se había apoderado del testigo. De vez en cuando volvía la cabeza y allí seguían aquellos seres, que cada vez se acercaban más. Cuando llevaba unos dos kilómetros de alocado recorrido y cuando aquellos gigantes estaban apunto de alcanzarle, decidió abandonar la carretera y, campo a través, continuar su frenética carrera en dirección a las luces del pueblo de Horcajo.

«Iba tropezando aquí y allá con la maleza cuando descubrí a mi derecha una especie de zanja o riachuelo. Me tiré de cabeza. Hundí la cara en el barro y me pegué cuanto pude a tierra, temblando de miedo. Fueron minutos eternos, esperando a que una mano me agarrase en cualquier momento. Al ver que esto no sucedía -relata Maxi-, levanté muy despacio la cabeza, procurando contener la respiración y mire a mi alrededor. Los cuatro seres se encontraban muy cerca, a unos 20 metros de donde me encontraba».

A Maxi se le heló la sangre cuando observó que comenzaban a separarse, como si quisieran abarcar un espacio mucho mayor. Uno de ellos se acercó peligrosamente, pero inmediatamente, regresaron y se alejaron hacia a la carretera. Maxi, paralizado por el miedo, siguió agazapado en aquel agujero mucho tiempo, pese a que estaba aterido de frío pues había comenzado a llover. Tiempo después caminó por el campo en dirección a Horcajo y paró al lado de unas piedras para fumarse un cigarrillo y tratar de serenarse. Cuando consideró que había pasado un tiempo prudencial regresó a por el camión y, para su sorpresa, las naves continuaban en el mismo lugar.

Espionaje nocturno

Con el corazón en la garganta, Maxi llegó al camión y vio que la puerta que él había dejado abierta estaba ahora cerrada. El salmantino miró en la cabina y en la caja del camión y al ver que allí no había nadie se subió. En aquel instante y probablemente al oír el ruido al cerrar la puerta, los cuatro seres aparecieron súbitamente de nuevo delante de la nave. Trató de arrancar el camión pero no funcionaba y aquellos seres gesticulaban mientras le miraban. Como en la otra ocasión desaparecieron y, de repente, la nave que estaba en la carretera se elevó 20 metros para colocarse encima de las otras dos que estaban en el campo. En ese momento el camión arrancó y Maxi pasó como un rayo ante aquellos objetos.

Pasados unos 300 metros paró el camión y ocultándose entre la maleza se aproximó de nuevo al lugar de los hechos. Vio entonces que la nave había descendido de nuevo y los cuatro seres realizaban una serie de trabajos extraños. Estaban inclinados y arrodillados sobre la tierra de la cuneta. Hacían como excavaciones introduciendo una herramienta en forma de 'T', sujetándola por un palo y, a continuación, colocaban las dos puntas en la hendidura de la otra herramienta con forma de herradura.

El miedo se instaló de nuevo en el aguerrido joven, que decidió volver al camión para marcharse hacia Lagunilla. Al día siguiente, Maxi puso los hechos en conocimiento de la Guardia Civil y cuando intentó arrancar el camión no pudo. Lo remolcaron hasta un taller de Béjar, donde le aseguraron que la batería estaba totalmente descargada. Lo narrado hasta aquí es un resumen de los hechos tal y como les dio a conocer a nivel mundial el famoso investigador Juan José Benítez.

Investigación

Si usted no conocía esta historia me imagino su sorpresa; para aquellos que ya estaban al tanto de aquellos insólitos hechos, verán que lo único que hemos hecho es relatarlos sin decir nada nuevo. Ahora vamos a aportar claridad al asunto. Para ello, he seguido diferentes líneas de investigación. En primer lugar, conseguí el artículo - periódico 'Gaceta Regional'- del primer periodista que entrevistó a Maximiliano, pocos días después de aquel incidente. También, y gracias a mi buen amigo Luis Álvarez -meticuloso periodista de 'Cuarto Milenio'-, me he desplazado a la localidad salmantina de Béjar para conseguir los archivos de un sagaz investigador, Vicente Rico, que tuvo la oportunidad de realizar varios interrogatorios al protagonista, tan solo unas fechas después de los hechos. Además, contacté con el honesto investigador zamorano Roberto Calles, quien seguramente haya sido la ultima persona en entrevistar a Maximiliano y cuyas indagaciones no se han publicado en ningún medio. Y por ultimo, les contaré un incidente muy curioso que ocurrió en aquellas fechas que muy pocos conocen. Pero eso será justo dentro de dos semanas.

castillaoculta@hotmail.com

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Persecución extraterrestre