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Laura Negro
Domingo, 7 de agosto 2016, 12:00
Estela García y Silvana Sorace mantienen una gran amistad desde hace 11 años y compartían la inquietud de encontrar empleo. Silvana llevaba ocho años sin trabajar y la casa ya se le caía encima, mientras su compañera Estela llevaba dos años sin un trabajo estable y sin cobrar ninguna prestación. Un curso para emprendedores les animó a montar su propio negocio, una tienda de souvenires y recuerdos en su pueblo, Simancas, a la que han llamado Me acordé de ti. «En el mes de octubre me enteré de que se iba a impartir el curso Autónomo en prácticas, de Red Talento Empleo, y decidí apuntarme para ver qué posibilidades tenía de montar algo por mi cuenta. Silvana se animó a venir también al curso, porque vio que era el momento idóneo de reciclarse y volver al mercado laboral», explica Estela.
En los dos meses que duró la formación aprendieron sobre las experiencias y casos reales de otros emprendedores en activo. En ese tiempo, se enteraron de que un local, situado muy cerca del Archivo de Simancas, quedaba libre, y fueron a verlo con sus compañeros del curso. «Nos gustó tanto el sitio que enseguida quisimos quedárnoslo y montar algo juntas. La primera idea fue una papelería-librería, y luego planteamos alguna idea más, hasta que dimos con lo que realmente queríamos y nos gustaba, una tienda de recuerdos y regalos», añade Silvana.
Se dieron de alta en la Agencia de Desarrollo Económico (ADE) y ambas se han beneficiado de la reducción en la cuota de autónomos. Además, han solicitado una ayuda en la Diputación de 2.500 euros cada una, por ser mujeres emprendedoras en el medio rural, y están a la espera de saber si se la conceden. «Lo cierto es que nos han tratado fenomenal en todos los sitios a los que hemos recurrido, pero algunos trámites y licencias se han dilatado en el tiempo más de lo esperado», anotan.
El local elegido para su negocio, situado en un patio de la calle Miravete, 3, se encuentra junto a los principales hitos de Simancas, el archivo y el monumento de las Doncellas. «Veíamos mucho movimiento de visitantes y eso nos animó a montar el negocio. Simancas es un pueblo precioso, con muchas historia, muchos recursos turísticos y de hostelería. A todo el que viene le gusta llevarse un recuerdo. Nos atraía la idea de contribuir a la difusión del arte y la historia del pueblo. Y además, es un negocio muy reclamado tanto por los turistas como por los investigadores que acuden al archivo», expone Estela. En su tienda venden souvenires de Simancas: camisetas, imanes, dedales, tazas o mochilas, con unos bonitos diseños que ha creado para ellas el artista local Saúl Cuadrado que, además, es el marido de Estela. Estas emprendedoras son muy habilidosas con el dedal y la aguja y todos sus ratos libres los dedican a hacer broches y muñecas de fieltro, que venden muy bien como detalle para bodas, bautizos y comuniones.
También tienen a disposición de sus clientes piezas de arte de artistas locales como Félix Cuadrado Lomas, quien les ha cedido una colección de serigrafías de paisajes castellanos. Otros artistas que colaboran con ellas son Gonzalo Coello, Roberto Sánchez, Julio Galán y Cachorro. «Todos ellos nos han dado un gran apoyo. Nos dejan sus obras en depósito y nosotros las vendemos en la tienda. Además, vendemos dulces de las panaderías de la localidad y cuando los turistas nos preguntan, siempre recomendamos los establecimientos y restaurantes del pueblo. Es una manera de beneficiarnos todos». Antes de iniciar su actividad, estaban convencidas de que el grueso de su clientela serían los turistas; sin embargo, también los propios simanquinos están contribuyendo a aumentar las ventas de sus vecinas, convirtiéndose en sus mejores clientes.
Redes sociales
Confiesan que al principio ambas eran reacias al uso de las redes sociales como forma de dar a conocer su negocio, pero poco a poco se han ido convenciendo del poder de difusión de estas plataformas y ahora, de forma diaria, actualizan su perfil de Facebook y cuelgan todas sus novedades. En cuanto a los precios, afirman haber ajustado al máximo los márgenes de beneficio. «Tenemos unas tarifas muy competitivas. Lo más complicado es establecer los precios de los artículos que hacemos nosotras a mano. Un broche nos puede llevar tres horas de trabajo. Si tuviéramos que valorarlo por el tiempo que nos lleva, sería imposible venderlo, así que hemos establecido un precio simbólico», comentan.
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