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La Valladolid que se encontró Bolaños a su llegada a la Alcaldía, en 1979, era un tributo al desarrollismo enfervorizado. El que arrambló, piqueta ... en mano, con buena parte del patrimonio histórico para construir por doquier las viviendas que se necesitaban para quienes llegaban a la ciudad a trabajar en las industrias recién implantadas, como Fasa Renault. En muchas de esas zonas aún había calles y plazuelas de tierra. Así que lo primero que hizo fue poner orden con un Plan General de Ordenación Urbana que costó muchas reuniones y críticas. «Se han derribado palacios, se han modificado calles enteras. Esa benevolencia [del Ayuntamiento a la hora de permitir construir de forma indiscriminada] ha terminado. Pero en ningún caso supone que no se puede construir. Se debe construir donde la Administración lo dice, no donde lo pretende el interés privado», decía el alcalde socialista en 1981 en una entrevista en El Norte.
El PGOU comenzó a reformularse en febrero de 1980. En octubre, el Pleno del Ayuntamiento aprobó contraer deuda por doscientos millones de pesetas, con acuerdo de todos los grupos, para iniciar «cuanto antes tantas pavimentaciones, ajardinamientos, instalaciones de alumbrado o colocación de semáforos como la ciudad necesita y los vallisoletanos reclaman». Actualizada aquella cifra con el IPC, es como si hoy se destinaran a un plan de obras similar 7,95 millones de euros.
Sus dos primeros años fueron, también, el inicio de un cambio en la 'política verde' de Valladolid. La ciudad tenía en 1979 unas 41 hectáreas de zonas verdes muy desigualmente repartidas. Canterac, Moreras y Campo Grande eran los únicos pulmones urbanos. Hoy son 565 hectáreas, excluido el pinar de Antequera. Bolaños comenzó por anunciar un plan para plantar mil árboles de acuerdo con los centros escolares. Y su Plan General contenía una política expansiva de arbolado y zonas verdes.
Durante sus dos primeros años de mandato nació Auvasa. Autobuses de Valladolid se hizo cargo del servicio de bus urbano que hasta entonces operaba Empresa Carrión. El 30 de septiembre de 1980, «Carrión cesará en la explotación del servicio, haciéndose cargo el Ayuntamiento», decía entonces el periódico. Entre las primeras decisiones de la nueva gestión, se aprobó el billete gratuito de autobús para «las clases pasivas».
Algunas cosas nunca cambian. Bolaños también anunció un plan de limpieza. Los dos primeros años, sin embargo, no quedó del todo satisfecho y pedía colaboración ciudadana. «El esfuerzo económico del Ayuntamiento ha sido importante y los resultados no parecen muy espectaculares. No obstante hay que reconocer que se ha realizado un trabajo importante, especialmente en desescombro y desratizado», decía en esos dos primeros años.
Y el callejero también vivió, a su manera, la transformación de la memoria histórica que se desarrolló hace unos años. «En mayo de 1979, apenas un mes después de coger el bastón de mando, Bolaños anunció que las calles General Franco, Feneral Mola, Queipo de Llano y 18 de julio volverían a denominarse Acera de Recoletos, Constitución, Bajada de la Libertad y Nicolás Salmerón, respectivamente.
Entre los grandes proyectos que requerían el concurso gubernamental estaba la necesidad de construir una nueva cárcel, para la que Bolaños propuso el terreno de Villanubla. Y en septiembre de 1979 explicó que ese mes «estarían terminados los proyectos sobre localización del estadio José Zorrilla y de emisión de deuda pública». El Mundial 82 estaba a la vuelta de la esquina.
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