Valladolid
El sector hostelero mantiene pendiente el reto de ser atractivo para los trabajadoresLos salarios bajos o los horarios laborales prolongados son algunas de las razones detrás de la escasez de profesionales
Desde 2020, y muy especialmente tras el estallido de la pandemia, la hostelería de Valladolid arrastra una creciente dificultad para cubrir sus plantillas, un problema que poco a poco se extiende a otros sectores. En enero de 2019, existían 14.428 trabajadores en hostelería en la provincia de Valladolid, según datos de la Seguridad Social. De ellos, 10.606 pertenecían al régimen general y 3.822 eran autónomos. En mayo de 2025, existe un total de 15.785 trabajadores en dicho sector; aunque solo 3.307 son autónomos. Particularmente llamativa es la disminución de los locales hosteleros en la provincia, que pasaron de ser 3.225 en 2019 a 2.777 en el 2024 (últimos datos disponibles), lo que deja entrever que la tendencia apunta a menos bares, pero con un mayor número de trabajadores.
2.777
Locales hosteleros existen en la provincia de Valladolid en 2025. Antes de la pandemia, en 2019, eran 3.225
Lejos de ser un bache puntual, la escasez de profesionales –como camareros, cocineros o personal de sala– se ha ido agudizando en los últimos años, algo notable con igual intensidad tanto en el corazón de la ciudad como en los barrios. Precisamente, en el bar-restaurante Nautiva, ubicado en el barrio vallisoletano de Parque Alameda, llevan buscando camarero «desde que abrimos, hace tres años», tal y como afirma Javier de la Puente, gerente del local en cuyo exterior exhibe un cartel de 'se busca camarero': «Va pasando gente pero no hay profesionales, y los que hay no quieren trabajar». Por ese motivo, define como «pésima» la situación que atraviesa el sector.
El problema de la falta de trabajadores en la hostelería, según afirma De la Puente, «se da también en otros sectores, como la construcción». En el caso de su local, los seis trabajadores disponen de «turnos rotativos» (entre mañana, tarde y horario partido) para que «puedan tener vida». «Y así llevan conmigo casi desde el primer día», añade.
En relación a los procesos de selección que recientemente ha supervisado, «la mayoría son personas muy jóvenes o muy mayores, pero sin experiencia», comparte De La Puente: «A mí no me importa que sea gente mayor, pero no están dispuestos para 25 mesas de terraza». «Mucha gente viene y están dos meses porque ven que los días de diario hay poco trabajo, pero en los fines de semana la carga es mucho mayor, y ya no les gusta», asegura en base a su experiencia. «Pero al final es algo que pasa en todos los sitios y todos los sectores».
Jornadas «maratonianas» de 10, 11 o incluso 12 horas
Jorge González Vega, secretario del sector de hostelería de UGT en Castilla y León, comparte la visión del sindicato, que considera «insuficiente» la cobertura de puestos en el sector hostelero en Valladolid, particularmente «en las categorías de comedor y cocina», departamentos en los que «la carga de trabajo está siendo muy elevada debido a la falta de personal».
Según datos de UGT, en la actualidad han aumentado alrededor de un 30% las vacantes sin cubrir en hostelería en comparación con 2019; y sobre el convenio actual consideran que el salario penaliza la captación y retención de personal. Además «a estos salarios tan bajos se les une la imposibilidad de conciliar adecuadamente la vida laboral y familiar». Esto se debe a «jornadas maratonianas de 10, 11 o incluso 12 horas diarias, con horarios partidos, sin cobrar horas extras o, en el mejor de los casos, solamente algunas de las realmente realizadas», desarrollan desde el sindicato sobre unas condiciones que también se dan en «prácticamente todos los fines de semana del mes».
En cuanto a los cambios que reclaman, priman la «mejora significativa de los salarios», seguida de adaptaciones del sector para mejorar la conciliación «eliminando los turnos partidos, regulando de forma efectiva las jornadas diarias o el pago de todas las horas realizadas», concluyen.
Para la Cámara de Comercio de Valladolid, el principal problema reside en la «falta de interés o desconocimiento de oportunidades a la hora de formarse y realizar una vida profesional en la hostelería». Además, «en ocasiones siguen percibiéndose como como empleos temporales que no requieren de profesionalización, cuando esto no se ajusta a la realidad».
Otros retos son «la falta de cualificación de los trabajadores y la demanda de nuevos profesionales», tal y como se concluyó tras un desayuno empresarial llevado a cabo por la Cámara de Valladolid en colaboración con CaixaBank Dualiza el pasado febrero. En lo relativo a la oferta formativa, los participantes coincidieron en que «muchos jóvenes desconocen las amplias oportunidades laborales que ofrece la Formación Profesional en el sector hostelero», señalando que actualmente «cerca del 64%» de los trabajadores del sector en Castilla y León «no cuentan con una formación profesionalizante».
Perfiles más buscados: cocineros, ayudantes de cocina, jefes de cocina, camareros y jefes de sala
Entre los perfiles más demandados se encuentran cocineros, ayudantes de cocina, jefes de cocina, camareros, jefes de sala, camareros de piso y personal de recepción, tal y como detallan. Profesiones que son requeridas cinco años después del «éxodo» tras la crisis ocasionada por la pandemia de coronavirus.
Sobre el convenio actual, desde la Cámara afirman que las condiciones reflejadas cuentan con gran capacidad para «influir en la retención de personal, especialmente en lo que respecta a la estabilidad o remuneración». Sin embargo, la retención del talento hostelero «va más allá», y cada vez más trabajadores dan mayor importancia a otros aspectos como la formación continua, la conciliación o el reconocimiento del esfuerzo. Ante este panorama, «muchas empresas del sector están apostando por ir más allá del mínimo establecido».
Cuando entró en vigor el convenio en 2018 (de nueve años de duración), para 2025 se fijó un salario mensual base de 1.081,48 euros en la categoría de ayudante de camarero y de 1.161,86 para el camarero (en el grupo III), lo que ha obligado a actualizarlo debido a la reciente subida del SMI, fijado en 1.184 euros en 14 pagas.
Jaime Fernández, reelegido el lunes como presidente de la Asociación Provincial de Hostelería de Valladolid, ha declinado hacer comentarios sobre las contrataciones en el sector.

«Hay gente preparada, pero muchas veces no se cumplen los convenios»
Azucena es conocedora de la situación que atraviesa el sector de la hostelería. Tras estudiar turismo, ha trabajado en restaurantes y hoteles, regentó durante 23 años su propio establecimiento hostelero y actualmente es camarera en una pequeña cafetería del barrio de Parquesol. «Yo he tenido suerte con mis jefes, pero la hostelería es un sector complicado». «No es que no haya gente preparada, sino que muchas veces no se cumplen los convenios», apunta. «Además, es un trabajo que exige ciertos sacrificios, como en los horarios o al trabajar festivos; y yo creo que ahora la gente joven piensa en vivir más deprisa. Porque cuando tienes 25 años quieres hacer muchas cosas», comparte su punto de vista.
Azucena también señala la falta de «buena remuneración» como otra de las razones detrás de la ausencia de atractivo del sector, especialmente por parte de los jóvenes. «Quizás la gente de mi época lo vemos de otra manera, pero a la gente más joven les cuesta. Aunque, eso sí, tienes que tener la suerte de dar con una empresa en la que te sientas valorada y en la que te dejen tener iniciativa». «Yo entiendo que la gente joven tiene que aprender y ver; y sus ideas tienen que ser escuchadas, aunque es algo que no siempre se hace en la hostelería», subraya.
En la cafetería donde trabaja en la actualidad están buscando gente con disponibilidad especialmente durante los domingos, «con contrato, según convenio y con todo reglado», pero «la gente que viene al tercer día te dice que no vuelve. Es algo que no todo el mundo acepta», comparte en base a su experiencia. «Al final, el mundo de la hostelería es difícil, tanto para el empresario como para el trabajador. No pocos establecimientos han cerrado, precisamente, por la falta de personal», añade. «Por lo general, es un sector que se mira mal porque la gente cree que todo el mundo puede hacerlo, una idea muy equivocada». «Yo creo que la gente si se paga bien y se enseña bien estaría mucho mejor», concluye Azucena al mismo tiempo que apela a la empatía.
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