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Los «malabarismos» para acceder en silla de ruedas al consultorio de La CistérnigaLlevaba más de seis años de escritos y reclamaciones a diferentes administraciones para que «de una vez por todas» sustituyeran las pesadas puertas manuales del consultorio de La Cistérniga por unas automáticas, pero la gota que colmó el vaso de la paciencia de Arancha Solar llegó a principios de este mes de marzo. Tuvo que llevar a su hija, que tiene una parálisis cerebral y está postrada en una silla de ruedas, al centro médico acompañada por su marido, que recientemente había sufrido un ictus. Y aunque «estaba bien para lo que había sido, no podía hacer esfuerzos».
Así que Arancha Solar, que limpia portales con una empresa de Valladolid para sacar a su familia adelante, se vio en la tesitura de esperar a que alguien le prestara su ayuda para poder llegar a la consulta, ante la imposibilidad de abrir la puerta al tener que estar pendiente de su hija y de su marido. Pero nadie aparecía en ese momento, por lo que tuvo que «soltar» a su hija, de 29 años, y abrir la puerta como buenamente pudo. «No podíamos abrir las puertas. Es muy difícil y complicado verse en esa situación, y más cuando te vas haciendo mayor», explica esta mujer, de 55 años, al tiempo que lamenta «lo inútil que se sintió mi marido al no poder abrir, porque esas puertas pesan muchísimo y él estaba convaleciente».
Precisamente, verse en esa condición de indefensión le llevó a registrar, el 14 de marzo, el enésimo escrito en el Ayuntamiento de La Cistérniga. Con anterioridad se había dirigido también -en varias ocasiones- a la Consejería de Sanidad, pero al tratarse de un consultorio local es el Consistorio el que tiene la responsabilidad y las facultades para llevar a cabo los cambios y mejoras que sean necesarios.
Sin ir más lejos, en marzo de 2019 Arancha Solar registró en la Gerencia de Atención Primaria un documento en el que solicitaba que se instalara un sensor de movimiento en la puerta de acceso al consultorio. Pero poco o nada ha logrado desde entonces. Al respecto, fuentes de Sanidad confirman haber recibido en el Área de Salud Valladolid Oeste -al que pertenece La Cistérniga- la petición y afirman haber hecho «un escrito al Ayuntamiento comunicándoselo, pero son ellos los que tienen que adaptar el edificio o tomar las medidas que consideren».
Por su parte, el alcalde, Alberto Redondo, asegura ser conocedor de esta demanda y señala que están «a la espera» de que concluyan los trámites para transformar el consultorio en centro de salud, lo que convertiría al municipio vallisoletano en zona básica de salud. Lleva en el cargo desde las elecciones municipales de 2023 -el asunto colea desde 2019- y muestra su voluntad de que, aunque se trate de una cuestión «heredada», se pueda solventar «lo antes posible». «Desde finales del año pasado, tenemos el compromiso del consejero de que la segregación de la zona básica estaba en tramitación y no hemos querido hacer un desembolso económico grande atendiendo a ese compromiso de que se iba a convertir en centro de salud y entonces dependería de la Consejería; hay que hacer reforma, y no vamos a hacer nosotros hoy una cosa para que mañana la Consejería haga una obra de ampliación y adecuación», sostiene el regidor, al tiempo que dice tener constancia de que «falta la publicación, pero está bastante avanzado». «Entiendo que en cuestión de meses va a haber reforma para transformarlo en centro de salud», sentencia Redondo.
Pero hasta que Arancha Solar «no lo vea», no se cree «nada». Ya no se fía de las palabras. Solo le valen hechos tras seis años de reclamaciones, de personarse tanto en la Casa Consistorial como en dependencias de Sanidad reivindicando una solución no para ella, sino para los 9.281 vecinos que, según el Instituto Nacional de Estadística, tenía esta localidad del alfoz en 2024. «Si es para todo el mundo, la gente con los andadores y todo. ¿Tú sabes lo que es llegar y entrar por ti, sin depender de la gente? Eso es demasiado, no depender de la gente», lamenta esta mujer.
Como Julia Serrano, que tiene que hacer «malabarismos» cada vez que acude al consultorio, ya sea sola -de un ojo ve únicamente un 30% y del otro, al estar recién operada ve «muy poquito»- o acompañada de su madre, de edad avanzada y que requiere silla de ruedas. «Hacen falta unas puertas correderas, automáticas, porque las puertas pesan mucho», señala esta mujer, quien insiste en que «la dificultad para entrar es grande». «Cuando traigo a mi madre, lo que hago es coger la silla de ruedas e intentar abrir la puerta empujando con el culo, y cuando voy a salir, o ayuda si alguien sale o decirle que por favor me la sujete; si voy sola, al no ver, lo hago como puedo», argumenta.
«Esas puertas son un peso pesado y para las sillas de ruedas, la gente mayor, los andadores...», concluye.
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