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Caseta de la peña La Sede, de La Seca, con sus integrantes en el interior. Aida Barrio

Valladolid

Así son los habitáculos de las peñas de La Seca: «Las usamos para guardar las bebidas»

Los alquileres oscilan entre los 350 y los 500 euros, cifras a las que se suma la fianza que se paga al Ayuntamiento

Raúl R. Méndez

Valladolid

Lunes, 4 de agosto 2025, 07:20

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Lo primero que salta a la vista es que el espacio destinado a la ubicación de las casetas de las peñas, alejado del casco urbano, no es mayor que un pequeño campo de fútbol de barrio. Y que está delimitado por cinco casetas de obra -dos de ellas de momento vacías-, de no más de diez metros de longitud, con escasos ventanales y muy poco espacio en el interior. Pero es el que los integrantes de las diferentes agrupaciones del municipio vallisoletano de La Seca se han visto obligados a utilizar estos cubículos sobre todo debido a la falta de otros espacios disponibles para celebrar sus fiestas, que dieron el pistoletazo de salida con el pregón el pasado jueves.

En ese lugar se congregan los peñistas locales -todos de veinte años o cercanos a la treintena- en torno a mesas viejas y sofás roídos, que disponen a modo de jardín independiente para cada agrupación. En ellos se sientan, reposan, beben las primeras copas de la jornada y se preparan para reunirse con las peñas más adultas, y también con las más jóvenes, que tienen su sede en calles más céntricas del municipio. «Elegimos las casetas porque ya no hay tantos locales disponibles. Antes sí que hemos llegado a tener un par de locales, pero más o menos desde hace cinco años recurrimos a las casetas, sobre todo por la comodidad: estamos todos juntos, cerca del pueblo por si ocurre algún problema con los niños pequeños o algo así», explica Juanjo Gómez, de la peña La Sede, sobre las razones que han impulsado a los peñistas locales a tomar esta peculiar decisión.

La tradición en La Seca, como en otros muchos pueblos de la provincia, consiste en agruparse en peñas más pequeñas, dependiendo de la generación a la que se pertenezca o a las amistades comunes. En el caso de este municipio, situado a unos 45 kilómetros de la capital, se identifican mediante colores y camisetas sobre las que serigrafían las iniciales de sus apodos y de los nombres de sus agrupaciones: granate para La Sede, verde para Arlecaicos, amarillo y negro para Chispazo. También florecen algunas pegatinas con algo de ironía. «¡Los que llevamos las de los Peaky Blinders somos los más guapos dentro de la peña!», espetan varios integrantes de La Sede, señalándose un adhesivo de la popular serie británica que han colocado en el centro de sus camisetas, o en alguna mesa o sofá dentro de su espacio como una especie de insignia o escudo representativo.

Integrantes de la peña Los Arlecaicos de La Seca, sentados junto a la caseta de su peña. Aida Barrio

Dentro de la caseta de la misma peña -granates-, el espacio es reducido, suficiente para que quepan vasos de plástico, neveras, un puñado de latas, botellas de alcohol, refrescos y también una pequeña barra para preparar las mezclas. En el interior de las neveras caben algunas bolsas repletas de cubos de hielo. «El espacio es el que es, pero no pasa nada. Lo utilizamos para guardar las bebidas, el resto del tiempo lo pasamos fuera, mezclándonos entre peñas o tan solo con las nuestras», dice Juanjo, a la par que algunos compañeros de peña modulan el nivel del altavoz.

En cuanto al precio por el arrendamiento de una de estas prefabricadas metálicas, Gómez asegura que, al menos en el caso de su agrupación, que ha alquilado a la empresa J J Maquinaria, ha sido de «480 euros más una fianza de 100 que hay que pagar al Ayuntamiento». En los últimos años, «el precio quizá se haya incrementado, pero teniendo en cuenta que en la peña pagamos todos, no es un precio demasiado elevado», asevera.

Permiso municipal

A cambio de que el Consistorio de La Seca permita a las peñas locales instalar sus casetas y celebrar la Fiesta de los Novillos estos días en ese emplazamiento, cada agrupación debe comprometerse a 'devolverle el favor' o 'retribuir' de algún modo al ayuntamiento. Normalmente, dice Gómez, organizando alguna actividad de ocio durante las fiestas, o durante la semana cultural, que retroalimente de algún modo el turismo o la vida sociocultural del municipio. «Nosotros organizamos con los de verde un torneo de fútbol. Y ya está, con eso nos dejan tener la caseta y nos proporcionan luz, agua y los demás servicios básicos que podemos necesitar».

«De la existencia de las casetas nos enteramos a base de andar por el pueblo, por el boca a boca, por otras peñas... Yo creo que fue hace unos diez años. Veíamos las casetas de los mayores y siempre nos gustó el ambiente. Hablamos con la asociación sin dudarlo mucho, preguntamos qué era lo que teníamos que hacer y, bueno, así hasta el día de hoy», narra entre risas mientras sus amigos le lanzan el peluche de la mascota de la peña.

En el interior de la caseta de los Arlecaicos, que visten de verde, hay personas de muy diversas partes de España, no solo de Valladolid o del propio pueblo. «Somos un caso curioso, porque se mezcla gente de muchas ciudades del país. Hay de Bilbao, de Sevilla, de Valencia... Todos tienen alguna vinculación especial con el pueblo, o conocen a alguien de aquí y vienen a pasar unos días, aprovechando que son fiestas», relatan miembros de este grupo.

Rochas, de la peña de los Arlecaicos, preparando bebidas para sus amigos. Aida Barrio

«Creo que se cumplirán unos nueve o diez años desde que los Arlecaicos empezamos con todo el tema este de las casetas. Antes aquí éramos más, mucho más. Por unas razones o por otras, algunas peñas o asociaciones han ido desapareciendo», comenta David Ulloa, mientras ve a sus amigos de verde empezar a animarse bailando algunas de las canciones de reguetón y pop latino más famosas de la actualidad.

Utilidad de las casetas

«Las casetas las utilizamos sobre todo para estar entre nosotros, para que cada peña pueda tener su pequeño espacio y demás. Aunque solemos estar más bien por los alrededores, no tanto dentro. Las utilizamos sobre todo para guardar la bebida y las cosas más importantes de cada peña», explica Ulloa. En el caso de los Arlecaicos, el alquiler ha sido «de unos 350 euros sin contar con la fianza municipal».

El Chispazo hace honores a su nombre y en los espacios colindantes a su caseta no paran de bailar, cantar y beber, aunque todavía no sea ni siquiera la hora del pregón. Alba Moyano, una de las más veteranas, que viste enteramente de negro y amarillo, los colores típicos de su peña, asegura que el precio este año ha sido de unos 480 euros, y que son una de las agrupaciones más nuevas. «Nos hemos metido a la asociación hace relativamente poco tiempo. Llevamos unos cuatro años. Empezamos a alquilar las casetas para tener un espacio para cada peña, mezclarnos todos entre todos y pasar el rato, sobre todo cuando no hay discomovidas ni nada más que hacer en el pueblo. Yo tengo el recuerdo de ser pequeña y ver a mis padres empezar un poco con el tema de las casetas. Sí que es verdad que la gente más mayor tiene garajes, merenderos y lo celebran allí, pero el recuerdo que yo tengo es de casetas. Y desde hace ya muchos años».

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