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Pepe Lobato, Rosa María Martín, Carmen Lozano y Jesús del Río, participantes vallisoletanos en la Caravana Abriendo Fronteras. Rodrigo Jiménez

Miradas de denuncia contra las rayas invisibles

Siete vallisoletanos se unen a la caravana Abriendo Fronteras en su viaje al Estrecho para protestar por las políticas migratorias de la UE

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 18 de agosto 2019, 21:55

No todo el Mediterráneo es ese paraíso de sombrillas, colchonetas, chiringuito y sonrisa en Instagram. «Ese mar es también una fosa, hay cadáveres entre las olas, personas que han muerto cuando intentaban atravesarlo mientras otros, muchos otros, miraban para otro lado». Habla Carmen Lozano, una de los siete vallisoletanos que han participado en la cuarta edición de la caravana Abriendo Fronteras, una expedición que, desde diversos puntos de España, recala en los puntos calientes del continente (han visitado Italia, los campos de refugiados de Grecia, este verano el sur de Andalucía y Ceuta) para protestar «por las políticas migratorias de la Unión Europea» y reclamar una mayor intervención de los estados y de los ciudadanos para «acabar con el drama que viven tantas personas que intentan acceder a Europa cuando huyen de la guerra, del hambre, de las crisis humanitarias y ecológicas».

El último episodio, recuerdan después de convocar una concentración este miércoles en Fuente Dorada, es la dificultad de los barcos humanitarios 'Open Arms' y 'Ocean Viking' para acceder a un puerto seguro en Europa, después de rescatar del Mediterráneo a 408 migrantes que vagaban en balsas. Pero ese, insisten, es tan solo un caso más. Los últimos datos del Ministerio del Interior dicen que este año, hasta el 31 de julio, 13.326 personas migrantes llegaron en patera a las cosas españolas. Es el 40,2% menos que en 2018 (entonces fueron 22.301), «pero la cifra todavía es muy elevada y no podemos mirar para otro lado». Frontex habla, entre enero y julio, de 12.976 personas llegadas a España por la ruta Mediterráneo Sur (4.890 en las costas italianas y 28.210 en el este, Grecia).

«El desconocimiento no puede ser la excusa de nadie. No podemos tolerar lo intolerable. Lo que ocurre está documentado, aunque no podamos saber cuántas personas mueren no solo en el mar [el último informe de la Organización Internacional de las Migraciones habla de 681 personas fallecidas en el Mediterráneo en lo que va de año], sino también mientras atraviesan el desierto para llegar a la costa», asegura Jesús del Río, uno de los coordinadora de la caravana en Valladolid. La expedición ha contado con la participación de más de trescientas personas (19 de Castilla y León) llegadas también de otros países europeos (sobre todo Italia) y de Centroamérica, «ya que allí las crisis migratorias y de los refugiados se han acentuado en los últimos años, cada vez con más dramas».

Economía y personas

«El objetivo es viajar hasta los lugares donde se producen estas injusticias para denunciar la situación. No puede ser que una rayita, una frontera, marque diferencias entre unos y otros», asegura Pepe Lobato, quien habla de «hipocresía social» ante el hecho de que «los productos, la economía, puedan circular con absoluta libertad mientras hay tantos impedimentos para las personas». «Hace cuatro años, los balcones de los ayuntamiento se llenaron con pancartas que decían: 'Bienvenidos, refugiados'. Ahora habría que reclamar no solo la bienvenida, sino la acogida», añade. Sobre todo, insiste, cuando la llegada de migrantes, «desde un punto de vista egoísta, puede ser incluso beneficiosa para territorios tan despoblados y envejecidos como Castilla y León», añade.

«Parece que es un asunto que no nos interesa, por muchos muertos que haya. De vez en cuando ocurre algo que nos remueve la conciencia, como cuando vemos la fotografía de un niño ahogado en la playa. Eso nos impresiona durante un tiempo, pero luego nos olvidamos, aunque sucede todos los días. Y frente a esto, lo terrible es que cada vez hay discursos más nocivos que sitúan a la migración como un problema», explica Rosa María Martín, quien también colabora con Amnistía Internacional.

El trayecto de este año ha hecho escalas en las explotaciones agrarias de Andalucía, «para denunciar la situación en la que se encuentran muchos temporeros, sobre todo de la fresa». «Hemos hablado con muchos de ellos (especialmente mujeres), hemos visto que viven en chabolas, en casas de cartón y plástico, sin agua corriente, que la mayoría cobra al final de la temporada (con lo que, si se van, no reciben nada), que tienen que estar siete horas agachados sin apenas descanso, con un ritmo agobiante que les impone el manijero», explica Del Río, quien subrayó el papel de las ONG andaluzas «en la denuncia de estas situaciones en las que debería haber más inspecciones de Trabajo». Además, han escuchado el testimonio de varias madres «de Argelia o Túnez que cuentan cómo sus hijos, y tenían una foto de ellos en las manos, murieron al salir de su país para buscar una vida mejor». «Ha sido la caravana más dura en la que he estado», asegura Carmen Lozano.

Pepe Lobato entiende que, además de «acciones de denuncia» como estas caravanas, «son necesarias las charlas en los colegios para explicar estas situaciones y que la migración se vea desde una perspectiva constructiva y no como una amenaza».

Protesta de los participantes en la caravana. El Norte

Parada y denuncia en la playa del Tarajal

Los participantes en la caravana recuerdan que su principal misión es «trabajar por el cumplimiento de los derechos humanos y de los acuerdos internacionales en materia de refugio e inmigración, visibilizando y denunciando las situaciones donde no se respetan». En este caso, han hecho una parada especial en la playa del Tarajal, donde en febrero 2014 murieron 14 personas de un grupo de doscientas que intentaba alcanzar a nado la costa. Las imágenes de las cámaras de seguridad y de los móviles de algunos testigos muestran cómo agentes de la Guardia Civil abrieron fuego (con balas de goma y gases lacrimógenos) hacia el mar desde tierra. Interior defiende que dispararon al agua para marcar la frontera. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) dice que «según el testimonio de varios supervivientes, los agentes lo hicieron apuntando hacia las personas».

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