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Vicente Cantatore, en el domicilio de su hijo Marcelo en La Cistérniga, en diciembre de 2013, en una entrevista con El Norte. Ricardo Otazo

La mejor defensa de Cantatore

El extécnico blanquivioleta, a sus 84 años, vive lastrado por el alzheimer en una residencia de Valladolid en la que, según su hijo Marcelo, no ha habido contagios por el virus

Sábado, 6 de junio 2020, 09:09

No cuenta con baluartes ya como Andrinúa, Iván Campo, Julio César, Juan Manuel Peña, Albesa o Fernando Hierro, ni el 'arco' lo desinfectan de goles César o Ravnic, pero el gran Vicente Cantatore, el Zeus del Olimpo blanquivioleta en los banquillos, el técnico que llevó al Real Valladolid a jugar la segunda final de Copa de su historia (ante el Real Madrid en la temporada 1988-89, que perdió por 1-0) y a pisar Europa con su participación en la Recopa (1989-90) y por vez segunda en la Copa de la UEFA (1997-98), ha tenido estos últimos meses la mejor defensa posible en el peor de los escenarios, con la covid-19 jugando como local. La de la residencia vallisoletana en la que convive a sus 84 años con el alzheimer, que le ha hecho olvidar lo que tantos recuerdan en Zorrilla. Cero contagios, meta a salvo para el técnico argentino nacionalizado chileno, que volvió a Valladolid después de que su mujer, Nelly Erbetta, muriera en 2012, dejando de nuevo su casa frente a la playa en Viña del Mar (Chile). Cantatore no quería irse de ese «paraíso terrenal» en el que vivía desde el año 1994, pero la enfermedad comenzaba a dar la cara y al carismático entrenador le convenció su hijo Marcelo para retornar a Valladolid, para mayor tranquilidad de todos.

Don Vicente, que como técnico del Valladolid vivió primero en la calle Puente Colgante y después en un chalet de Parquesol, desde cuya terraza se veía Zorrilla, se alojó esta última vez en la vivienda de su hijo Marcelo en La Cistérniga, esa donde El Norte pudo tomarle una vez más fotografías para esa vasta compilación que guarda en su servicio de documentación, con motivo de un reportaje que fue publicado el 30 de diciembre del año 2013. Por entonces estaba de visita para pasar la Navidad con los suyos, pero después se asentó en La Cistérniga con su hijo hasta que el alzheimer aconsejó su ingreso en una residencia.

Vicente Cantatore, en la concentración del Real Valladolid en Cabeza de Manzaneda (Orense) para la temporada 97-98. H. Sastre

No en la de La Cistérniga, donde su director, Ramón Sampietro, dice que nunca ha residido, aunque sí parece que en El Mirador del Duero en Tudela, al menos hasta comienzos de este año, cuando fue visto por alguien que tiene allí a su madre y que reconoció sin duda a don Vicente Cantatore, aunque su deterioro fuera ya muy evidente. En El Mirador del Duero tampoco está ahora el idolatrado entrenador blanquivioleta, según aseguran desde la dirección, y su hijo Marcelo tampoco revela cuál es ahora su lugar de residencia. No parece que en la capital, desde luego, pero sea cual sea, desde hace dos meses y medio no puede ir allí a verle Marcelo, que antes de la pandemia acostumbraba a visitar a su padre dos o tres veces por semana.

Grupo de riesgo

Estará muy preocupado Marcelo, pues Vicente Cantatore es grupo de riesgo y han muerto muchos mayores en las residencias de la comunidad, pero ha asegurado que, «gracias a Dios», donde se encuentra su padre no ha habido contagios. Marcelo quiere que los vallisoletanos tengan el recuerdo de su padre en esos años en que, dirigiendo con maestría desde el banquillo, hizo vibrar a todos los aficionados de Zorrilla.

Y es que, aunque asegura que está bien, recalca que «no es la persona que conocíamos». Vicente Cantatore no recuerda ya del fútbol, de ese deporte que le encumbró como entrenador en Chile y que le procuró pasaje para una ciudad de Valladolid en la que nadie le olvida.

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