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La triple crisis desatada por la pandemia del coronavirus (la sanitaria, la económica y la de hábitos sociales) ha tenido su eco en las ... neveras y alacenas de los vallisoletanos, que durante el último año y medio han variado sus rutinas a la hora de hacer la compra y acercarse al supermercado.
Así lo confirma la memoria de Mercaolid, recién publicada, que ofrece una radiografía sobre cómo trabajó durante 2020 (en pleno confinamiento y en las olas más duras de esta pandemia) el mayor centro distribuidor de alimentos frescos de Castilla y León. «Los consumidores mostraron una clara preocupación por mantener las despensas llenas», dice Javier Pastor, director gerente de Mercaolid, quien recuerda que esto se percibió de forma especial durante los primeros compases del confinamiento, cuando las restricciones «obligaron a los ciudadanos a pasar gran parte de su tiempo en casa».
Esa incertidumbre –un año «atípico»– se ha traducido después en unos cambios que parecen haber llegado para quedarse. «La aceleración digital, la planificación de la compra y una mayor sensibilidad a los precios serán tendencias que definan al consumidor de los años inmediatos», augura Pastor.
La Asociación Española de Distribuidores de Autoservicio y Supermercados acaba de publicar un informe (a partir de una encuesta a 3.000 personas coordinada por las universidades Complutense y Autónoma de Madrid) que concluye que el 30,4% compagina la compra 'on-line' con la física en productos de alimentación. Ha crecido el 8% durante el último año, frente al retroceso del 13,75% que en los dos últimos años ha vivido quienes solo compran en tienda física (aún suponen el 63,75%del total). La mitad de los compradores que adquieren comida por Internet lo hacen desde hace menos de tres años y el 27% dijo que adquiría más productos frescos por esta vía telemática a raíz de la pandemia.
Pero, aún así, los frescos (junto con el congelado y la comida para animales) son los productos con menos penetración 'on-line'. No ver el estado de maduración de frutas o verduras o no poder seleccionar la fecha de caducidad son las principales razones que echan para atrás a quienes no están convencidos de esta modalidad.
Lo que sí se percibió –hasta bien avanzado el año pasado– fue un menor número de visitas a las tiendas y supermercados. Los clientes acudían menos días a las semana y, a cambio, los tiques de compra eran más abultados. Así lo apuntaron desde la Asociación de Supermercados de Castilla y León (Asucyl), aunque desde hace unos meses perciben un retorno hacia la normalidad previa a la pandemia, con un nuevo incremento de visitas a los súper.
La crisis económica derivada de la pandemia –con el aumento del paro, el retraso en el pago de los ERTE, la incertidumbre laboral– ha hecho que el precio se vuelva a colocar en el centro de la toma de decisiones a la hora de elegir producto. En los últimos tres años –una vez superado lo peor de la crisis de 2008 y el tope de desempleo en 2013– la memoria de Mercaolid apuntaba a un cambio de prioridades, con tres tendencias en crecimiento: «Salud, impulso/moda y comodidad». Por ejemplo, comprar todo en la misma tienda, aunque sea más caro que en otra.
Así, para 2021 «se espera una cierta polarización en el consumidor. Por un lado, aquellos que han impulsado un consumo más digital, omnicanal y que va a seguir pendiente del factor salud, y por otro lado un tipo de consumidor más afectado por la crisis económica, que centrará su foco en el precio y las promociones, como ya ocurrió en 2008», resume Pastor.
Estos cambios de hábitos en los consumidores también se constataron en la propia actividad deMercaolid:«Reducción de los actos de compra, pero de mayor volumen; incremento de reservas o compras bajo pedido; menor tiempo medio de estancia en el recinto;incremento de la compra 'on-line' o la concentración de ventas en determinados días para atender a una compra compulsiva». En datos, durante 2019 las instalaciones de Mercaolid recibieron el acceso de 283.367 compradores. En 2020 fueron 162.000. Desde la dirección del mercado central apuntan a una «normalización en el funcionamiento» en este 2021.
Por sectores, el que se ha visto menos afectado por la pandemia ha sido el de frutas y verduras, que registró un «moderado descenso», cifrado en el 3,21%. Fue menos acusado en el caso de las primeras. En 2019, se despacharon 317.938 kilos de fruta cada día que abrieron las naves de Mercaolid. En 2020 fueron 313.566 kilos al día (el 1,38% menos). En las hortalizas fueron 213.613 kilos al día en 2020 frente a los 224.526 de 2019 (una caída del 4,86%).
Por productos, la naranja sigue siendo la estrella. Es la fruta más consumida en Valladolid y, además, su compra se incrementó en pandemia, como el de plátanos y manzanas. Bajaron, en cambio, los productos más veraniegos (sandías y melones). Ytambién las ensaladas, con un descenso de la comercialización de lechugas (-12,01%)o pimientos (-5,85%). Cayó además la venta de patatas (el 6,57%).
El retroceso en ventas fue superior tanto en los productos cárnicos (-16,50%) como en los pesqueros (-6,68%). Estos indicadores «ponen de manifiesto la huella dejada por el parón y las restricciones de actividad en los bares, restaurantes y cafeterías durante gran parte del año en nuestra comunidad». Con la hostelería cerrada o a medio gas, hay productos (más habituales en carta o menú que en la cena en casa)para los que ha sido más complicado encontrar salida, ya que el consumo doméstico no ha compensado la caída.
El retroceso fue más acusado en los mariscos frescos, con caídas del volumen comercializado en almejas (-11,10%), mejillones (-6,14%), gambas (-6,10%)o calamares (-3,40%). Sufrieron más aún los productos congelados. Yel pescado vivió descensos en merlúcidos o sardinas, pero hubo mejor salida para salmón o lubina.
Si se miran los datos diarios de actividad, la venta diaria de productos pesqueros frescos cayó de 45.051 kilos en 2019 a los 42.394 de 2020. Y en congelados, de 10.593 a 8.956. Desde los minoristas, en pescaderías de barrio, explican cómo durante la pandemia ha sido especialmente difícil dar salida a los pescados más grandes (de los que se pueden sacar varias raciones) porque esos son más demandados en hostelería. En cambio, el consumo en el hogar pedía ejemplares más pequeños. «Estos descensos fueron compensados con importantes crecimientos en los precios medios ponderados de la mayoría de productos, lo que ha provocado subidas en volúmenes medios anuales de facturación de gran parte de las empresas», apunta Pastor, quien califica el año como«relativamente satisfactorio».
«Durante el primer momento de la pandemia tuvimos claro el objetivo: garantizar el permanente funcionamiento de Mercaolid para asegurar el aprovisionamiento diario de productos frescos a la ciudad de Valladolid», asegura Charo Chávez, concejala de Innovación y presidenta de Mercaolid, la mayor despensa alimentaria de Castilla y León y, en estos últimos meses, «reconocida como una infraestructura esencial y un auténtico activo de nuestra ciudad». «Hemos sido sometidos al mayor test de estrés nunca conocido», apunta José Ramón Sempere, presidente de Mercasa, entidad que en diciembre entró en el accionariado de Mercaolid, lo que ha permitido a la infraestructura vallisoletana integrarse en la red de mercas deEspaña, formada por 24 unidades alimentarias, «con la consiguiente generación de sinergias».
La empresa nacional Mercasa adquirió un paquete equivalente al 24,5% del accionariado, el mismo porcentaje que tiene la Promotora Vallisoletana de Mercados (hasta ese momento con el 49%).El Ayuntamiento conserva el 51% del mayor centro de distribución de productos perecederos de Castilla y León, con casi cien empresas asentadas, mil trabajadores y 192.390 toneladas anuales comercializadas. La covid ha paralizado algunas de las inversiones previstas para modernizar las instalaciones, pero a lo largo de 2020 sí que se pudo renovar los pavimentos de muelles y pasillos, así como en la nave de pescados. Para este 2021 se reformarán de forma íntegra los aseos (174.000 euros) y se incrementarán las plantas fotovoltaicas (289.000). Para garantizar la seguridad alimentaria, en un año de pandemia, se realizaron dos mil inspecciones ordinarias en establecimientos de pescado y 6.500 en los de frutas, verduras y hortalizas, aseguran desde Mercaolid, que ve como decisivo «el impulso al proyecto de polígono logístico y agroalimentario, del que formará parte la entidad», destaca Chávez.
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