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López Simón, única puerta grande de la feria de Valladolid

A excepción de la novillada, ningún matador había cortado dos orejas hasta este sábado en el que El Cid estuvo muy torero y Ginés Marín se llevó el peor lote

Silvia G. Rojo

Valladolid

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Sábado, 14 de septiembre 2019, 23:22

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Nos vamos como empezamos: con un cuarto de plaza en una tarde que comenzó con viento y lluvia y que poco a poco fue dando un respiro a la terna. No se puede torear contra los elementos. La tarde más completa de todas las vividas, seguramente, en cuanto a nivel artístico y garantizado que desde el punto de vista ganadero. Una tarde, la de este sábado, que se sintió desde los tendidos a golpe de sube y baja, de montaña rusa, y que conste que esa apreciación tan exacta para reflejar la situación no es mía sino del compañero Pepe Estévez.

Y fue así porque hubo sustos, varios, el más gordo la cogida de un monosabio que quedó descubierto tras el caballo y el toro lo movió como un muñeco. Pudo terminar en tragedia a la vista de cómo se veía el cuerpo tendido, pero el parte médico reflejaba un «pronóstico leve» para una «herida por asta en región escrotal que viscera testículo derecho».

La corrida de El Pilar ha sido la más completa de las vistas hasta ahora

La corrida que trajo Moisés Fraile (El Pilar) a la feria vallisoletana fue la más pareja de hechuras de las vistas hasta ahora; toros bien presentados, de comportamiento dispar con un quinto que hizo honor a su nombre y fue 'Deslumbrante'; de hecho, se premió con la vuelta al ruedo.

Suena a disco rayado pero a El Cid se la jugó la espada. No una sino dos veces. El viento condicionó la lidia de su primero que marcó un antes y un después tras alcanzar al matador sin mayores consecuencias. El Cid lo llevó muy despacio, siempre por encima de un adversario al que nada le pudo cortar porque falló en el turno de espadas. Recogió la ovación del público que había hecho lo propio tras el paseíllo en reconocimiento a la carrera de este profesional que ayer se despidió de la afición vallisoletana.

En su segundo, el cuarto de la tarde, estuvo simplemente espectacular, de lo mejor que se ha visto esta feria, toreando muy despacio a un toro que había que saber aguantarlo. Estuvo entregado, torero, valiente y dejando buenos pases tanto por la derecha como por la izquierda a un animal que tenía clase pero que había que llevar con mucho mimo. De no ser por la espada... seguro que estábamos hablando del triunfador de la feria.

López Simón cortó una oreja a cada uno de sus oponentes pero con su quinto se apropió de la joya de la tarde, ¡cómo iba!, qué manera de embestir y de repetir la de 'Deslumbrante'. Por la derecha la gozó el madrileño: uno, otro, otro, otro más... había transmisión. Cerró la faena con unos ayudados y el premio podría haber sido mayor que la oreja cortada si no se fuera por un 'metisaca' de pésimo gusto y una estocada. En su primero, el segundo de la tarde, López Simón lo apostó a la diestra con un toro que poco a poco se fue apagando. Mató a la primera y cortó una oreja. Fue en este toro cuando resultó cogido el monosabio.

López Simón, en su salida a hombros tras cortar dos orejas.
López Simón, en su salida a hombros tras cortar dos orejas. Ramón Gómez

A Ginés Marín le tocó en suerte el peor lote de la tarde. Su primero tenía genio y el segundo salía cabeceando, pocas opciones para el matador que puso todo de su parte hasta el último momento. Mató de un estoconazo al sexto y fue ovacionado por el respetable.

Con esta estadística, y a falta tan solo de que esta tarde se celebre la corrida de rejones, López Simón ha sido el único matador que ha conseguido abrir la puerta grande en una feria en la que el tiempo no ha estado de su parte y no ha habido respuesta del público. Sería muy injusto no reconocer los detalles que se han ido dejando tarde tras tarde y de no haber fallado a espadas a estas horas estaríamos hablando de muchos más triunfos. Al que este invierno se le ocurra ofrecer un 'clinic' (anglicismo innecesario para referirse a un curso intensivo) de espada, seguro que lo borda. Un auténtico desastre y no es justo.

Algo en lo que también me hicieron reparar Gonzalo (un aficionado de diez de Nava del Rey) y el maestro José Luis Lera (maestro debería ir con mayúsculas) es la ausencia de profesionales locales sobre el ruedo. Entiéndase, ni que deban o no deban estar, simplemente no ha habido. Faltaron Pedro Iturralde y Suso y creo que los tendidos sí los echaron de menos. Si alguien ha quedado en el tintero, confío sepa perdonarlo.

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