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El personal sanitario del centro de salud de Alaejos guarda ayer un minuto de silencio en memoria de Celsa. Alberto Mingueza

La familia sanitaria de Alaejos llora a su 'hermana'

Celsa Rafael Nieto, de 59 años, auxiliar administrativo en el centro de salud de la localidad y natural de Valoria la Buena, murió el lunes víctima de la covid en la UCI del Hospital Clínico

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Miércoles, 29 de abril 2020, 06:52

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Era una persona animosa, con un humor muy ácido y una manera de ser muy especial, siempre daba ánimos a las demás. Esto es una familia, para nosotros es como que se ha muerto tu amiga y, en parte, tu hermana». Así describía la responsable de enfermería del centro de salud de Alaejos, Mar Villerías, a quien era compañera suya desde hacía más de diez años, la auxiliar administrativa Celsa Rafael Nieto, nacida en Valoria la Buena hace 59 años y que falleció el pasado lunes en el Hospital Clínico víctima de la covid-19. Y esa familia sanitaria a la que se refiere Mar Villerías guardó al mediodía de este martes un minuto de silencio en señal de duelo por la pérdida de Celsa, que había conquistado sus corazones desde que llegó hace una década procedente de los juzgados de Angustias.

Celsa llevaba ingresada en el hospital desde el 7 de abril, un día antes de que falleciera su madre, Paula Nieto, de 92 años, que estaba en una residencia y que no murió de covid. «Llevaba mal 19 días en casa, le hicieron placas pero no vieron manchas. Como fueron pasando los días y no mejoraba, fue al hospital. Allí la contuvieron al principio, estuvo 3 o 4 días en planta pero empeoró y tuvieron que pasarla a UCI, donde estuvo un par de semanas hasta que murió», señala Dori, una de las cuatro hermanas (las otras son Minerva, Estrella y Marta ) de Celsa, todas nacidas en Valoria la Buena, fruto del matrimonio entre Paula Nieto, natural de ese municipio, y de Félix Rafael, que procedía de la localidad palentina de Cubillas de Cerrato.

«En la segunda quincena de marzo se encontró mal después de que dos compañeras estuvieran ya en casa aisladas, sin tener aún la confirmación de coronavirus, porque no estaban hechas las pruebas, y se tuvo que marchar. El último día que la vimos fue el 16 de marzo, ella creó un grupo de whatsapp y lo llamó 'Coronados', donde manteníamos relación todos los miembros del equipo. Ella al principio estaba bien, aislada en casa, pero cuando las compañeras empezaron a salir ella empezó a estar mal. Tenía mucho cansancio y dolores musculares, luego empezó con fiebre», incide Mar Villerías, que cree que a Celsa le contagió «uno de los primeros pacientes que vino y que tenemos localizado, pero es muy difícil de saber».

Celsa, que cada día iba y venía desde Valladolid a Alaejos, vivía en la capital vallisoletana, en el barrio de la Rondilla, muy cerca de la zona de San Nicolás, donde residen otras dos hermanas.Todas habían vivido en Valoria la Buena hasta que la familia se trasladó a Valladolid, a esa zona de San Nicolás, donde la familia tuvo negocios de alimentación, costura y alquiler de plazas de garaje. Su padre se dedicaba en el pueblo al transporte de viajeros entre Valladolid y Valoria la Buena, y la familia de su madre, Paula, a la agricultura y ganadería.

«Todas las hermanas estaban muy juntas y unidas. Dori es la única censada todavía en Valoria, donde la familia tiene una casa que construyeron sus padres hace 25 años para pasar los veranos y vacaciones en el pueblo. La que tenían antes de irse a Valladolid la vendieron a un familiar», hace hincapié un primo de la fallecida, Miguel, para quien Celsa era una prima «muy especial» porque «teníamos casi la misma edad y en San Nicolás éramos de la cuadrilla». «Celsa era muy alegre, siempre estaba con una sonrisa», señala su primo Miguel, abatido por su pérdida.

Todos coinciden en destacar el ánimo y el carácter alegre de Celsa, incluso aunque la auxiliar administrativo vivió muy malos momentos hace un par de años con un linfoma del que estuvo tratándose. «Cuando parecía que lo había superado y llevaba una vida normal, ahora viene esto», agrega su primo Miguel.

«En cuanto saltó esto del covid, todas las hermanas nos pudimos aislar menos ella», apunta Dori, que no entiende cómo, «si a todos nos obligaron a confinarnos, no hicieron lo mismo con mi hermana, que trabajaba en un centro de salud y era una persona de riesgo por patologías previas». «Ella decía que se quería ir a casa», añade Dori, que espera que, «después de este drama, todos reflexionemos sobre los valores de la sociedad en términos de dignidad».

«Agradecemos la actuación del Hospital Clínico, se han volcado con mi hermana con todos los medios disponibles para sacarla adelante. La sanidad pública es un patrimonio de la humanidad, espero que se invierta en ella todo lo posible, porque es fundamental, y que se disponga de más medios siempre para la prevención ante cosas como estas», agrega Dori.

«Cuesta mucho perder a una persona querida, Celsa era muy especial, hemos pasado muchos momentos juntos. Cuesta mucho que se vaya una persona, y más de esta manera tan indecente. Recordaremos siempre su humor y que siempre estaba para ayudar, aunque fuera muy protestona», concluye Mar Villerías.

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