La primera guardería municipal de Valladolid
Comenzó a funcionar en septiembre de 1972, con cincuenta niños, en el Colegio de las Misioneras de Jesús Obrero del Barrio Belén
Era una de las demandas más sentidas por los colectivos ciudadanos de los años 70, especialmente por las asociaciones de amas de casa. Valladolid no solo necesitaba más zonas verdes y más plazas escolares, sino también que el Ayuntamiento se implicara definitivamente en la creación de guarderías municipales. El momento esperado no llegaría, sin embargo, hasta finales de 1972, aunque las negociaciones comenzaron muchos meses antes. Regía el Consistorio Antolín de Santiago-Juárez y entre sus promesas para aquel año no solo figuraba la creación de una guardería en el Barrio Belén, sino también la apertura de otras más en barriadas no menos populosas de la ciudad como la Rondilla, las Delicias y la Rubia. Después de varios encuentros con las Misioneras Seculares de Jesús Obrero, el alcalde anunció el acuerdo en el pleno municipal de 31 de octubre de 1972.
Como refleja el acta de aquella reunión, ambas partes (Misioneras y Ayuntamiento) se comprometieron a crear y mantener una guardería «con capacidad aproximada de cincuenta plazas, que ha de construirse en la calle Nueva del Carmen s/n, en terrenos propiedad de dichas Religiosas», concretamente en el Colegio de EGB que ya habían puesto en marcha y en el que daban clase a trescientos cincuenta niños. Basándose en el artículo 101 de la Ley de Régimen Local, que facultaba a los Ayuntamientos a acometer obras y servicios «que tengan por objeto el fomento de los intereses y la satisfacción de las necesidades generales y las aspiraciones ideales de la comunidad municipal», el Consistorio asumió el pago a la comunidad religiosa de una subvención anual por cada plaza, y se comprometió a sufragar los gastos derivados de la adquisición de los muebles y enseres necesarios.
Lo cierto es que, a pesar de no haber recibido aún la subvención señalada, la guardería venía funcionando desde el mes de septiembre con 50 niños procedentes no solo del Barrio Belén, sino también de La Pilarica, Vadillos y Plaza de las Batallas. Y eso que al principio fue recibida con cierto recelo por la población, pues, según las religiosas que la regentaban, muchas madres aún identificaban guardería con hospicio. Eso hizo que no pudieran abrir en el mes de mayo, como era su intención. «Pese a que abrimos las puertas a todos, sólo conseguimos cuatro inscripciones. En septiembre ya fue distinto. Personas de la parroquia se encargaron de explicar lo que era una guardería y nos encontramos ya con una mayor demanda de plazas. Ahora, una vez que han comprobado la utilidad de la guardería, las peticiones son constantes, pero hemos tenido que cerrar la admisión».
Según este periódico, los gastos totales de la primera guardería municipal ascendían a 58.000 pesetas, y la familia de cada niño pagaba 300; «el resto forma parte de la subvención que el Ayuntamiento ha concedido para que la guardería se mantenga en funcionamiento», apuntaban las religiosas. Asistían niños con edades comprendidas entre diecisiete meses y cuatro años, en un horario que iba desde las nueve y media de la mañana hasta las seis de la tarde. «Resuelven el problema de las madres que trabajan porque la mayor parte de ellas lo hacen como empleadas del hogar, y a las seis de la tarde han terminado ya su tarea (...), pero también hay otros niños que acuden porque son muchos hermanos y resulta difícil controlar a todos los chiquillos en casa», indicaba la religiosa responsable.
El funcionamiento era sencillo: las puericultoras dividían a los niños en dos clases, una para los más pequeños y otra para los de tres y cuatro años, y antes de comer salían un rato al patio a jugar. Comían a la una y dormían la siesta hasta las cuatro de la tarde. «A las cuatro vuelven a clase y allí están cantando y jugando hasta las seis. Antes de marchar a casa, meriendan también en el comedor de la guardería: leche con galletas, bocadillos...». A esta primera guardería municipal le seguirían, en 1973, las de Delicias (calle General Shelly), La Rubia (Camino Viejo de Simancas) y Barrio España (calle Alcarria), todas con capacidad para sesenta plazas. Al mismo tiempo, organismos como Auxilio Social, el Ministerio de la Vivienda y el Instituto Nacional de Previsión anunciaban la construcción de más guarderías para satisfacer una demanda en auge en los ya populosos barrios vallisoletanos.
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