

Secciones
Servicios
Destacamos
Pocas plazas de Valladolid habrán conocido tantos cambios como la de San Miguel. Y no porque se trate de uno de los lugares habitados más antiguos de la ciudad, pues se considera el primer núcleo medieval de la villa, sino por las veces que en el último siglo ha mudado su urbanización.
Sobradamente conocido es que San Miguel era el epicentro de la aldea que se encontró el conde Ansúrez cuando a finales del siglo XI recala en la población para hacerse cargo de ella, en calidad de «tenente», por mandato de Alfonso VI.
Al parecer aquí había un pequeño templo dedicado a San Pelayo (santo adolescente que alcanzó enorme popularidad entre la cristiandad en el siglo X como símbolo de lucha contra el Islam por haber sido martirizado y matado bajo el mandato de Abderraman III).
Noticias relacionadas
Hacia el siglo XII la plaza cambió su nombre por el de San Miguel por construirse en ella un templo dedicado a este arcángel que estuvo en pie hasta 1777. Este templo tuvo carácter concejil por reunirse en él o en su entorno los munícipes, por guardarse en él el arca con los documentos de la villa y por su campana, que era la que alertaba a la población de que se iba a reunir el concejo o que había que levantarse en armas para defender a Carlos I, como ocurrió en la guerra de las Comunidades, tal como recuerda el arqueólogo Jesús Misiego.
De aquel templo se conservan restos de sus cimientos en el subsuelo de la plaza: en 2009 se llevó a cabo una concienzuda excavación arqueológica aprovechando que la plaza iba a tener la enésima remodelación y, cuando se pavimentó, mediante losas de color rojo se señalaron en el suelo los cimientos de los laterales y los pilares centrales que tuvo San Miguel, así como se pusieron algunas losas blancas que señalan lugares de enterramientos. Los objetos que se hallaron están depositados en el Museo de Valladolid.
Fue una plaza noble y principal de Valladolid hasta épocas no tan lejanas. Por ejemplo, Jesús Urrea en su libro «Arquitectura y Nobleza», señala que aquí tuvo casa el Marqués de Frómista (siglo XV), derribada en los años 60 de siglo XX; y que levantó palacio el conde de Fontanar o de la Familia Gardoqui (s. XVI), sobre cuyo solar se construyó el hotel Olid.
En la plaza y su entorno había una abundante población, y notable actividad comercial e industrial (por ejemplo, había una fábrica de sopa y un almacén de carbones), hasta el punto de que en 1874 se pensó en construir en ella un mercado público, al estilo de lo que después –año de 1880- se construyó en el Campillo de San Andrés.
En 1898 se colocó una fuente pública con farola a petición del vecindario, que había denunciado el estado de abandono de la plaza, en la que en 1884 se había construido una pequeña cascada que acabó siendo lugar de «refugio de granujillas», y que el arbolado y los matorrales ajardinados se habían convertido en un «depósito de inmundicias». Y la plaza se limpió de arbolado y en 1929 se pavimentó.
Por la evolución del crecimiento de la ciudad, que a lo largo del siglo XX fue apuntando hacia el sur, San Miguel pierde el carácter de centralidad que tuvo en otro tiempo. Cambios que llevaron a que mediado el siglo pasado, cuando se estaban ensanchando calles y buscando vías de comunicación rodada que mejoraran las conexiones del norte con el sur y el este con el oeste, San Miguel se convertiría de nuevo en un lugar estratégico si se llevara a cabo una idea que rondaba por el Ayuntamiento: trazar una vía que desde las Moreras llegara hasta la plaza Circular a través de las calles Encarnación, Doctor Cazalla (entonces Héroes de Teruel), San Miguel, San Blas, Universidad, Librería, etc. Eran años en los que el coche comenzaba a convertirse en el rey de las calles y síntoma de modernidad. De este asunto, muy desconocido, dio cuenta El Norte de Castilla a través de uno de los cronistas que mejor conocían el Valladolid de entonces: Antonio Hernández Higuera.
La plaza ha cambiado radicalmente: el ensanchamiento de las calles que parten o confluyen en ella, y el derribo de todas las casas antiguas, sustituidas por altos bloques de viviendas, hicieron que San Miguel perdiera el carácter de plaza «emplazada» para convertirse, durante muchos años, en una simple glorieta que no estorbara la circulación, hasta que la reforma de 2009 intentó recuperarla como lugar estancial.
San Miguel sigue siendo un lugar transitado, tanto por el paso peatonal para acceder a lugares concurridos: plaza Mayor, plaza de San Pablo, hotel Olid (que abrió sus puertas en diciembre de 1969 como hotel Olid Meliá), o el colegio de Santa Teresa, además del comercio y la hostelería que hay en la plaza o sus inmediaciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.