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La palentina Pilar Escribano, en una celebración con su familia.
Coronavirus en Valladolid: «Dijo que cuando pasase esto, lo celebraríamos»

«Dijo que cuando pasase esto, lo celebraríamos»

Pilar Escribano, de 90 años, murió el día 9 víctima de la covid-19 en la residencia de las Angélicas, donde vivía, y sus sobrinos se quejan del hermetismo del centro

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Sábado, 18 de abril 2020, 08:21

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Cumplió 90 años el 14 de febrero, justo un mes antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma, pero el confinamiento en la residencia de las Hermanas Angélicas, en la calle Cerrada, no le protegió a Pilar Escribano Sáiz contra el Covid-19. Residía con las religiosas desde hacía siete años, y allí falleció el pasado día 9 esta palentina de Villahán que, como la buena maestra que fue toda si vida, dio la última lección a todos, la de irse «sin dar nada de guerra, como ella quería», según señala José, uno de sus sobrinos.

«Le hicieron la prueba dos días antes de morir, pero no nos han dicho nada del resultado, aunque en la funeraria han puesto que murió por la Covid-19. Empezó una semana antes, la llamamos y estaba ronca, no quería hablar con nosotros. La madre superiora dijo que la estaban controlando y poniéndole oxígeno, llamábamos cada día uno de sus sobrinos, nos costaba mucho que nos cogieran el teléfono pero al final nos dieron el parte, y en una semana se ha ido. Llamamos al 112 y una médico nos dijo que era mejor dejar a mi tía en la residencia», señala Mar, una de los cinco sobrinos de Pilar, que sentía debilidad por ellos «y por los diez 'resobrinos', como llamaba a los hijos de sobrinos».

«Apenas hemos tenido información y la que nos ha dado la madre superiora ha sido la callada por respuesta. Si nos hubiera avisado el día que observaron que tenía fiebre y estaba ronca, seguramente hubiéramos tenido otra determinación, pero ha estado dejada allí más o menos hasta que falleciera, así no se enteraba nadie de por qué había fallecido, ya que comentaban que no había ningún caso y, por lo que yo me enterado, está lleno de personas infectadas», comenta su sobrino José, hermano de Mar. «Creo que han querido tapar el problema que tenían y al final se han visto desbordadas. Cuando algo te supera, tienes que afrontarlo con todos los medios disponibles y si no, pedir ayuda como han hecho otras residencias, no cuando ya no hay remedio para algunas personas tan queridas», apostilla Luis, hermano de Mar y José. Los tres tenían otro hermano, Juan, que falleció en 2014 y que vivió con Pilar, soltera, y con los abuelos hasta que fue al instituto.

Pilar Escribano fue maestra, eran cuatro hermanos y su padre, que era agricultor, decidió que ella fuera a estudiar a Valladolid a un colegio interna. «Cuando terminó los estudios, estuvo muchos años en Palenzuela, luego en Paredes de Nava y por último en Palencia, en el colegio Ave María, donde se jubiló. En Palencia vivió con sus padres y con un hermano, que también era soltero, hasta que murieron todos. Mi tía tenía dos hermanos y una hermana, mi madre», subraya Mar, que hace hincapié en que su tía Pilar decidió venir a vivir a Valladolid hace siete años.

«Se rompió la cadera hace años y tuvieron que operarla un par de veces, no estaba bien y vino a la residencia», afirma Mar, que también vivió con su abuela. «En Palenzuela la gente la llamaba doña Pili, sabía el nombre de todos los que habían sido sus alumnos en el pueblo. Era muy especial, era la tía Pilu, siempre pendiente de nosotros. Era muy buena persona», señala.

«Ha sido una mujer maravillosa. Para mí, una segunda madre, y se ha ido sin dar nada de guerra, como ella quería. Estará ya con todos los suyos, a los que adoraba», agrega por su parte José. «Hemos tenido la suerte de haber tenido a una tía y a la vez madre, pero el cariño mutuo no lo hemos podido expresar en los últimos días de su vida», apostilla Luis.

«Por su noventa cumpleaños le dimos una sorpresa todos los sobrinos, cogimos una sala en la residencia y sin que supiera nada la llevaron hasta allí, y cuando entró y nos vio a todos...», incide Mar. «La última vez que la vi me dijo que cuando pasase esto, teníamos que ir todos a comer para celebrarlo», concluye.

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