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Entrenamientos en el Parquede bomberos de Arroyo durante las jornadas de ola de calor. Aída Barrio

Valladolid

Un día de ola de calor en el Parque de Bomberos: «Estamos siempre en alerta»

Los trabajadores del servicio incrementan la labor cuando se registran las temperaturas máximas del mes de agosto por los «esperados» incendios, pero también por desvanecimientos

Lorena Arias Duque

Valladolid

Viernes, 8 de agosto 2025, 07:22

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«Lo que más esperamos cada verano son los incendios forestales», señala sin rodeos Félix del Amo, jefe del Parque de Bomberos de Arroyo de la Encomienda. «No siempre hay emergencias, es verdad, pero agosto es un mes muy propenso a los incendios a causa del calor, aunque la mayor parte de la culpa la tienen los descuidos humanos». Con esta realidad en mente, los bomberos pasan los días del mes de agosto en constante alerta, acostumbrados a saltar de la cama o de la mesa del desayuno al sonido estridente de la sirena, con el uniforme ya puesto y todos los sentidos listos para responder ante el peligro. «Solo ha sido la llamada rutinaria de la central para comprobar que están todos los medios disponibles», tranquiliza al grupo el cabo Saúl Peña, tras levantar el teléfono. Todos respiran, sin mayor desconcierto, y vuelven a lo que estuvieran haciendo.

«Estamos siempre preparados», asevera del Amo. «Si no hay emergencias, nos preparamos para ellas con prácticas que presentan supuestos de diferentes situaciones, hasta el punto de que, cuando ocurre algo real, casi no tenemos ni que hablar entre nosotros porque sabemos exactamente qué hacer». Entre los supuestos que se dan con mayor frecuencia durante el verano están los incendios de campo, para los que se utiliza un vehículo ad hoc con formato de todo terreno y equipado apropiadamente en su parte trasera. «Los fuegos suelen ser ocasionados por el uso de ciertas herramientas que generan fricción, como una radial o incluso las cosechadoras», explica del Amo, a lo que su compañero Saúl Peña añade una observación sobre estas últimas maquinas agrícolas. «Es importante no descuidar el mantenimiento de las cosechadoras. Si causan tantos incendios es precisamente porque no están en estado óptimo, no se engrasan o no se cambian las cuchillas con regularidad y llega un momento en el que de tanto rozar con las piedras del campo hacen saltar chispas y se prende todo alrededor».

Una de las últimas intervenciones del cuerpo, según explica el cabo Ángel González, «tuvo lugar en el municipio vecino de Ciguñuela, donde un fuego – causado, presuntamente y en proceso de esclarecerse, por maquinaria del campo – se propagó por la ladera adyacente y fue necesaria la colaboración de forestales y bomberos para extinguirlo». El cabo subraya que «esta es una época de muchas intervenciones por el calor, pero la mayoría de los fuegos son provocados por negligencia del ser humano y según los estudios que hay sobre el tema, son más o menos el 90% de ellos». Si bien los incendios del campo conllevan un protocolo diferente al de los que ocurren en la ciudad o zonas residenciales, existe el riesgo de que se produzca una mezcla de ambos, los llamados «incendios de interfaz» que, como apunta uno de los bomberos conductores, Vicente Morcillo, «son aquellos que tienen lugar en (o se propagan) a un área de transición entre la zona vegetal y la urbana y, por lo tanto, presentan la dificultad de tener que emplear métodos muy distintos para controlar dos situaciones diferentes que se dan al mismo tiempo».

Ya sea en espacios abiertos o cerrados, aunque con mayor riesgo en estos últimos, «hay otros peligros para los bomberos aparte de las llamas», asegura Saúl Peña. «El humo, por supuesto, por el riesgo de asfixia y de la contaminación que entra en los pulmones, pero también, y eso no lo sabe mucha gente, el vapor de agua que se crea cuando usamos la bomba hidráulica. Si el chorro es muy rápido, no da tiempo a robarle energía al humo y lo que ocurre es que se dispersa más y nos quema a nosotros, explica.

Pero lo cierto – y a veces también desconocido – es que los bomberos también atienden otro tipo de situaciones que no implican la presencia de un incendio, ni siquiera el peligro de que ocurra. «También atendemos accidentes de tráfico o hacemos rescates de personas y animales», aclara Peña. «En verano, concretamente, suelen llamarnos para realizar rescates en alturas, si se da el caso recurrente de que a alguien le da un golpe de calor en una zona elevada, como puede ocurrirle a electricista subido a un edificio o a un generador eólico». Para estas situaciones, se precisa el uso de un vehículo con escala, la cual está diseñada para ascender hasta dichas zonas de gran altitud y, en concreto, la de los bomberos de Arroyo es «la más alta de Castilla y León», con más de cuarenta metros de extensión vertical, que permite acceder a la cima de edificios como los de Torrelago en Laguna de Duero.

El Parque de Bomberos de Arroyo, que presta servicio a 36 municipios del territorio, se asegura de aconsejar a la ciudadanía y, también, a instituciones y organismos de diferente índole para prevenir los incendios, si bien, «no siempre se puede hacer por evitarlos», como confiesa Félix del Amo. Durante el verano, con especial importancia durante las olas de calor, se debe evitar realizar barbacoas, aun más en zonas secas y, también, ser muy cuidadoso al desechar las colillas de cigarro. Con todo, si se produce el incendio, entre las recomendaciones básicas para lugares cerrados, se indica que lo más importante es «confinar el fuego», esto es, cerrar puertas, ventanas y cualquier entrada exponencial de oxígeno que pueda alimentar a las llamas. A continuación, abandonar el recinto y, si es posible, facilitar una llave a los bomberos, a quienes siempre se debe contactar mediante el número europeo único del Servicio de Emergencias, el 112, con preferencia antes que cualquier otro.

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