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Y todo por sesenta euros. Un policía municipal permanece apartado del servicio desde el día después de que la testigo de un hurto en el interior de un coche, registrado el pasado 31 de julio, le identificara «sin ningún género de dudas» como el autor de la sustracción de un bolso, que su propietaria había dejado en el asiento del copiloto de su vehículo, que estaba estacionado en la calle Miriam Blasco, en Parquesol. Allí mismo fue identificado un cuarto de hora después de los hechos por la propia testigo y allí mismo fue denunciado por sus propios compañeros, que habían acudido a investigar el robo.
El agente, que hasta que fue suspendido de empleo estaba destinado precisamente en Parquesol, ha sido condenado ahora por estos hechos al pago de una multa de 2.700 euros por un delito leve de hurto, según confirmaron ayer fuentes policiales. Sobre él estaba abierto ya, a la espera de la resolución definitiva del proceso judicial, un expediente disciplinario por una falta grave, que conlleva, en principio, una posible suspensión del servicio por un periodo de entre tres meses y tres años. La decisión sobre su futuro está ahora en manos del tribunal interno que instruye el expediente.
Los hechos se remontan al pasado 31 de julio, cuando el agente, con una amplia experiencia en el Cuerpo, acababa de cumplir su jornada de tarde y había abandonado ya a bordo de su coche particular y vestido de paisano la Comisaría de Distrito de Parquesol, en la que llevaba años destinado como policía de barrio, al filo de las 20:00 horas. Fue unos minutos después cuando dicho vehículo fue visto por una testigo «merodeando» por el entorno de la calle Miriam Blasco, situada en la parte más alejada del barrio, que mira a la autovía de Salamanca (A-62), antes de que su conductor lo estacionara en una vía paralela, Martín Santos Romero, separada de la anterior por una parcela sin construir.
El único ocupante del vehículo sospechoso se apeó, cruzó el citado solar y fue directo hacia un coche que estaba estacionado a las puertas del portal de los números 143 y 149 de la calle Miriam Blasco. Allí la testigo vio cómo el hombre se introducía en el turismo por el lado del copiloto, revolvía su interior y salía corriendo al sentirse observado rumbo a su propio vehículo. Allí «dejó algo en el interior» y prosiguió su huida calle abajo hasta que le perdió de vista en Martín Santos Romero.
La propia testigo, que además era amiga de la propietaria del turismo desvalijado, avisó al 092 y al lugar se acercaron tres policías municipales –después llegarían dos nacionales–. La víctima explicó entonces que, aunque el coche no estaba forzado, sí había encontrado la ventanilla del copiloto bajada y el interior revuelto, además de echar en falta su bolso, que contenía una cartera con entre sesenta y setenta euros. El bolso en cuestión, aunque vacío, fue localizado por los propios agente en una papelera de una calle cercano mientras que la cartera, también sin dinero, fue entregada a los pocos minutos por un vecino que se la encontró bajo su coche en las inmediaciones.
El coche del sospechoso continuaba estacionado en las inmediaciones, así que los agentes comprobaron su matrícula y descubrieron que era de un compañero. Su sorpresa llegó quince minutos después del robo, cuando el propio agente se acercó al vehículo –estaba a escasos metros, aunque en la calle paralela, del escenario del robo– y fue reconocido de inmediato «sin ningún género de duda» por la testigo como el autor del hurto.
Él negó los hechos, aunque se mostró «muy nervioso, sudoroso y en estado de alteración», así que fueron sus propios compañeros los que le informaron verbalmente de que iba a ser denunciado por el hurto. La propia Policía Local le apartó al día siguiente del servicio, con una suspensión cautelar de empleo, y le abrió un expediente disciplinario por una falta grave. La resolución del mismo determinará su futuro.
Y todo por sesenta euros, el dinero que desapareció del bolso que la víctima había dejado en su coche. El agente, hasta entonces, carecía de antecedentes por hechos similares.
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