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Turistas se toman un selfie junto al letrero que reza 'VALLADOLID' en la Acera de Recoletos. Aida Barrio
Valladolid

Agosto, turismo y Valladolid: «Está poco masificado y nos ha sorprendido mucho su patrimonio cultural»

Visitantes de fuera y dentro de España vienen en pleno verano a la ciudad buscando una experiencia concreta: la suma de una herencia cultural desconocida, el clima y la tranquilidad

Lorena Arias Duque

Valladolid

Jueves, 7 de agosto 2025, 07:20

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Con el ascenso habitual de las temperaturas en el mes de agosto, parece poco probable que algún turista prefiriese la ciudad vallisoletana a la humedad del Levante o el frescor de la montaña. Nada más lejos de la realidad, pues Valladolid tiene incluso más atractivo para muchos visitantes en esta época que en otras menos calurosas. «Al contrario de lo que se puede pensar, aquí viene mucha gente del Levante huyendo del calor y también por la tranquilidad que ofrece, en comparación, una ciudad del interior», asegura Beatriz Martínez, técnico de información de la Oficina de Turismo de Valladolid. «El perfil medio del turista que viene en esta época suele ser el de una persona entre los 30 y los 35 años, aunque hay un segundo grupo importante de unos diez años más, también algunas parejas y, en menor medida en los meses más calurosos, tal vez porque prefieran la playa para los pequeños, están las familias», explica.

Conocer después de conocer

Las vacaciones estivales también son una oportunidad para muchos de conocer realmente el lugar en el que, durante los meses de invierno, residen por trabajo, pero del que no son originarios y, por lo tanto, se les escapa una buena parte de su esencia cultural. Es el caso de la madrileña Alisa Linarejos. «Ya estuve años atrás trabajando aquí, pero esta es la primera vez que estoy como turista y me está gustando mucho». No solo admite su agrado a causa del «del buen clima (que pronto sucumbirá al inminente ascenso de las temperaturas) y de que Valladolid está menos masificado que las zonas de costa», sino también su «sorpresa por el patrimonio cultural tan rico y la gastronomía de pinchos y tapas tan exquisita». Alisa es de las que tienen claro, al menos, el punto de partida en cada viaje: «la oficina de turismo. Me acerco, me informo sobre qué se puede hacer en la ciudad y suelo reservar alguna visita guiada o actividades, sobre todo, me gustan los museos, las exposiciones y las iglesias».

El mundo laboral también trajo hasta Valladolid a Claudia Álvarez, cuya residencia habitual se encontraba en Madrid, pero desde hace unos días, se ha convertido en Valladolid. De momento, la ciudad le parece «genial porque es un punto intermedio entre la gran ciudad madrileña y el aislamiento de un pueblo pequeño», dos tipos de enclaves en los que ha vivido dentro de la propia capital y que, tal vez por la idiosincrasia tan particular de cada uno, no han llegado a seducirla de la misma forma que Valladolid. En el proceso de comenzar una nueva vida en la ciudad, Claudia asegura que también hace turismo de una forma alternativa. «Lo hago sin planificarlo, porque si voy a hacer algún trámite o algo del trabajo, aprovecho y paseo por alguna calle, entro en museos, iglesias, y voy conociendo la ciudad poco a poco. Me gusta mucho ir descubriendo la esencia de cada lugar a través de las esculturas y todo lo que cuenta su historia».

Roxana Baez se toma un selfie junto a sus hijos con la catedral vallisoletana de fondo. Aida Barrio

En la Oficina de Turismo aseveran que «viene bastante gente de fuera de España. Algunos son extranjeros con raíces vallisoletanas que no quieren perder el contacto con esta cultura. Otros, tienen algún vínculo especial con la ciudad». Con este último pretexto, que en este caso responde a lazos amistosos, ha viajado más de una vez, de Nueva Jersey (Estados Unidos) a Valladolid, Roxana Baez, de origen dominicano, quien asegura que está «conociendo y volviendo a conocer la ciudad», esta vez, acompañada por sus dos hijos. «Suelo venir en los meses de julio y agosto, aprovechando las vacaciones, y el clima me parece bien». Como turista, confiesa que le gusta ir siempre «a los lugares más conocidos y típicos», aunque no se resiste a dejarse llevar de vez en cuando y descubrir nuevos «lugares que está menos a la vista, como el entorno del Pisuerga», donde ha estado por primera vez en este viaje y del que se ha llevado una «muy buena impresión».

'La gran desconocida'

«Como se suele decir, Valladolid es la gran desconocida», asegura Beatriz Martínez y subraya que «a los primeros que tenemos que convencer del gran patrimonio cultural que hay en la ciudad es a los propios vallisoletanos, porque para defender lo nuestro, primero hay que conocerlo». La trabajadora de Turismo señala que «poca gente elige Valladolid como primer destino de viaje, ni siquiera los vallisoletanos, más bien, la gente hace turismo aquí cuando ya han visto otras cosas, pero luego se sorprenden mucho al ver que hay tanto patrimonio por explorar». Nuria Medina y Xavier Aymerich, de Barcelona, tampoco escogieron este destino sobre otros que han visitado previamente. Pero ahora que han decidido adentrarse en Castilla y León a través de una ruta de varios días, corroboran la visión de Martínez al admitir su «asombro ante toda la cultura y las cosas bonitas de Valladolid». Curiosamente, otro de los factores que hace atractivo este destino del interior, como explica Martínez, y que, incluso, «prevalece por encima de otros aspectos, es lo bien comunicada que está la ciudad, tanto si vienes de fuera como si te mueves dentro de ella».

Una vez los visitantes se ponen al tanto de la amplia oferta de actividades que ofrece Valladolid, sus elecciones también dibujan una tendencia evidente. «Algunos vienen con los planes muy claros, por ejemplo, los que vienen por las bodegas y el vino, porque saben exactamente lo que quieren hacer», señala Martínez. «Pero la mayoría de la gente viene a la oficina a informarse y ya luego escoge. Entonces, son muchos los que se decantan por las visitas teatralizadas, porque mezclan historia con entretenimiento y tenemos gente muy preparada para ambas funciones. También triunfa todo lo que tiene que ver con patrimonio, la visita a la torre de la catedral o las visitas nocturnas, porque bajan las temperaturas y son muy agradables».

Nuria Medina y Xavier Aymerich miran un mapa de Valladolid a las puertas de la catedral. Aida Barrio

Con todo, los trabajadores del sector turístico en Valladolid siguen lamentando que «la ciudad no se da a conocer lo suficiente», como reclama Paloma Rodríguez, recepcionista del Museo Casa de Cervantes de la calle Rastro, a escasos metros de la Oficina de Turismo de la acera de Recoletos. «Es verdad que en verano viene más gente joven y algunas familias, y también gente de fuera, bastante, de hecho», explica Rodríguez. «Pero la afluencia de visitantes sigue siendo baja. Creo que estaría bien que se dieran a conocer mejor los museos de Valladolid, que la propia gente de aquí conociera más su ciudad y, a la vez, que se incentivara más el turismo».

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