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MÓNICA RICO
Jueves, 26 de mayo 2011, 02:14
Aquellos que alguna vez han intentado tocar la dulzaina, han podido comprobar que no es un instrumento fácil. Hay que aplicar conocimientos de solfeo o musicales a la vez que se marca el ritmo del soplo. Pulmones y boca en armonía con los dedos. Sin embargo, existen personas que parece que han nacido para tocar este instrumento. Este puede ser el caso de Ángel Velasco Bravo, dulzainero invidente y totalmente autodidacta, que además toca el laúd, lo que le permitió aprender los ritmos de la dulzaina 'de oído'. El pasado mes de diciembre recibió un homenaje por su trayectoria musical en el municipio de Mata de Cuéllar, dentro del certamen de dulzaina y tamboril Agapito Marazuela.
-¿Cuándo empezó a tocar la dulzaina?
-Empecé hace veinte años, pero no han sido seguidos, pues unas temporadas me centraba en el instrumento y otras lo dejaba, hasta hace unos años, que ya jubilado, tengo más tiempo y es cuando me he dedicado más al instrumento.
-Durante la noche del homenaje de Mata de Cuéllar, participó en el certamen de dulzaina con dos grupos ¿toca habitualmente con ellos?
-Sí, y he tocado con mucha gente, como aficionado y como profesional. También con algunos dulzaineros que hoy son reconocidas figuras de prestigio dentro del folklore, como con Paco Díez.
-¿Cómo aprendió a tocar la dulzaina?
-Todo de oído. Toco el laúd y he tocado durante veinte años con una rondalla de la ONCE. Yo sacaba las piezas con el laúd y luego las ponía con la dulzaina. Luego mis compañeros de grupos me han ido enseñando algún tema más, pero siempre escuchándolos y reteniéndolo en la memoria.
-¿Cuáles son sus piezas preferidas?
-Sé tocar de todo, boleros, rumbas... yo puedo hacer un baile variado de dos horas. Pero lo que más me gusta es tocar pasodobles.
-¿Cómo se sintió cuando le homenajearon el pasado mes de diciembre en Mata de Cuéllar?
-Fue un acto muy bonito y me sentí emocionado, aunque con experiencia, pues ya tengo varios homenajes, uno de ellos en la localidad vallisoletana de Campaspero. Pero estoy muy agradecido.
-¿Animaría a los jóvenes a seguir con el folclore tradicional?
-Por supuesto, sobre todo ahora con el tamboril, que es lo que más se está perdiendo y hay pocos. La dulzaina está viviendo un bonito auge.
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