No hay por qué preocuparse
PEDRO SERRANO MARTÍNEZ VALLADOLID
Domingo, 10 de abril 2011, 02:55
No hay nada que temer, todo está controlado. Los Estados y organismos internacionales velan por nuestra salud, por nuestra seguridad. Cuando los ciudadanos nos preocupamos, casi siempre es sin motivo. Somos unos desconfiados que, ante cualquier suceso que afecte a nuestra salud y seguridad, recelamos de lo que nos cuentan y cuestionamos los controles y protocolos establecidos. Las autoridades nos informan con cautela porque somos un poco ignorantes y montamos un pollo por cualquier cosa. Ante la exposición tóxica a miles de sustancias peligrosas, ante cualquier desastre artificial, como la contaminación alimentaria, del aire, del agua o un grave accidente nuclear como el último en Fukushima, no nos cuentan toda la verdad por nuestro bien; porque reaccionaríamos como histéricos. Por eso el lema siempre es el mismo: no se debe alarmar a la población. Cuando surge cualquier noticia sobre riesgos que amenazan a nuestra salud y seguridad, la respuesta oficial casi siempre es la misma: no hay por qué preocuparse, «estamos dentro de los limites legalmente establecidos». Con esta frase mágica, aplacan nuestros fundados miedos hasta la próxima alarma. Mientras tanto, nadie sabe cuántas personas enfermaremos o moriremos por causas artificiales evitables, que, lógicamente, diagnosticaran y certificaran como causas naturales.
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