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Un jugador del Sporting Nava trata de marcharse entre dos rivales.

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Un jugador del Sporting Nava trata de marcharse entre dos rivales. Antonio Tanarro

Orgullo y frustración en las canteras

El infantil navero cae ante Santa Coloma y el Sancris cadete, por un engañoso 1-7 ante el Barça en las semifinales de los campeonatos de España de fútbol sala

Domingo, 15 de junio 2025, 08:33

El cadete del CD San Cristóbal y el infantil del Sporting Nava cataron ayer la absoluta élite de las canteras del fútbol sala nacional, un ejercicio de orgullo por el premio que supone, por el camino recorrido hacia los cuatro mejores de un campeonato de España; y de frustración, por verse superados por estructuras profesionales. Los mayores terminaron su periplo ante el todopoderoso Barcelona y los naveros cayeron ante el Industrias Santa Coloma en su pista y verán hoy la final desde la grada.

En el viejo frontón de Nava de la Asunción, la fiesta precedió al partido, desde el grito atronador con el que ambos equipos salieron a la pista al paso adelante que dio cada jugador del Sporting cuando la megafonía anunció su nombre. Los infantiles jugaron esa carta levantando al público en cuanto el juego lo propiciaba, desde un corte a un tiro a puerta. Pero fue el Industrias el que culminó casi por aplastamiento una contra de tres contra uno —casi se meten con el balón en la portería– y rompió el embrujo.

Los catalanes controlaban el tempo ante el gusto del Sporting por robar y salir rápido a portería contraria. Lo cierto es que estaba más cerca el segundo que el empate, algo que evitó la misma cruceta. A la siguiente, el mismo ejecutor, Morcillo —el jugador diferencial— hizo bingo cerca de la escuadra y su afición sacó pecho: «¡Esto es Santa Coloma!» La inercia era imparable, el Nava, superado, buscaba una reacción rápida y se terminó exponiendo más de la cuenta. En esas, el Xavi Moreno embocaba otra transición con un sutil toque cruzado con el interior. La primera gran ocasión local la firmo Carlos Maroto cubriéndose la cara con la camiseta cuando su tiro cruzado se marchó por centímetros. Se desquitaría a la siguiente con un misil cruzado desde mas de diez metros, un gol que devolvió la esperanza al descanso: 1-3.

El Santa Coloma volvió igual de dominador, pero no engordó su casillero y los segovianos replicaron con una contra gestada por la derecha para empujarla en el segundo palo. Y con el 2-3, la grada recurrió al comodín del «Sí, se puede». Pero fue un milagro, la baza navera ante un rival que dominaba con cuatro jugadores como si tuviese cinco. La defensa numantina aguantó una falta catalana en la divisoria del área, pero concedería el cuarto segundos después. Siguieron ciertos agravios desde la grada. Y la lección de un chaval de morado, que mandó callar a sus adultos: «¡Ya está, da igual!» A la superioridad técnica se unió la física en el tramo final y no hubo opción, ni con portero jugador. Al final, 2-7.

No sería de extrañar que dentro de unos años un tal Brahim se convierta en uno de los mejores jugadores del mundo y unos chavales de San Cristóbal puedan decir que lo sufrieron en sus carnes una calurosa mañana de sábado en el pabellón Eva Manguán de Móstoles. El prodigio cadete culé fue la voz propia de la semifinal del campeonato de España que el Barça dominó con menos contundencia de lo que dice el marcador final: 7-1. Los segovianos trataron de tú a tú al mejor equipo de España de la categoría durante tres cuartas partes de la contienda y tuvieron hasta un doble penalti para irse al descanso en tablas.

La diferencia entre el cadete con más recursos de España y uno de un pueblo de escasos 3.000 habitantes es que entre tanta capacidad de reclutamiento salen diamantes. Brahim terminó decantando la semifinal en dos acciones. La primera, tirando de envergadura para robar el balón a Moraga y propiciar la contra del 2-0, una jugada fronteriza que el cadete segoviano lamentó, primero desde el suelo y luego ante el árbitro, que le mostró la amarilla. Ya en la segunda parte, el portento firmaría el punto de no retorno, embocando una magnifica triangulación con el pívot y el ala para poner el 4-1.

Pero el San Cristóbal tuvo un conato de rebelión más que sustentado. El primer motivo para sostenerse en el encuentro fue su portero Aitor, que hizo valer su envergadura bajo palos para sobrevivir a momentos de asedio. Uno de sus paradones desembocaría en la sexta falta culé de la primera parte: doble penalti para Álvaro Serrano, capitán y timón del equipo. Lo embocó a 2m56s del intermedio con un tiro raso que se coló a la derecha del portero. Poco necesitaba la afición segoviana, mayoritaria en Móstoles, para venirse arriba: «¡San Cristóbal nunca se rinde!» El Barça quiso recuperar la ventaja y cometió otro error, una falta torpe en un balón rifado. De nuevo doble penalti para Serrano, pero esta vez el portero se quedó en su portería y repelió un tiro fuerte, pero a media altura y centrado. Esa fue la oportunidad de los segovianos para poner las tablas. Quizás dolidos por el error, fueron con todo a la siguiente presión y el Barça lo castigó con una contra sanadora que ponía el 3-1 a segundos del descanso.

La segunda parte fue ya un quiero y no puedo para el Sancris. Marco, tieso por momentos en el ala, no descansó hasta el minuto 24 y el Barça, con dos goles de colchón, contemporizó sabiendo que el factor físico estaba de su lado. Los segovianos sacaron el portero jugador con tres abajo a falta de escasos cinco minutos del final. Tuvieron un par de ocasiones claras, pero los culés encontraron dos goles rápidos a puerta vacía para cerrar el pase a la final. El técnico de los segovianos, Dani Useros, vació entonces el banquillo para que todos tuvieran su oportunidad, también el portero suplente, Adrián, que tuvo tiempo para parar un doble penalti y encajar el séptimo. El pitido final no deslució un ápice la fiesta de un modesto que ha roto moldes, dejando por el camino a ElPozo y al Xota. «Orgullosos de nuestros jugadores», les despidió su parroquia.

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