La misión de enseñar mundo a un perro guía llega a Segovia
Un segoviano y su pareja acogen a Kempton en Madrid, una figura que la ONCE busca en provincias cercanas a la capital de España
Antes de unirse para siempre a un perro, Nacho Riquelme y su novia mataron dos pájaros de un tiro con un simulacro por una buena causa. Acogieron a Kempton, el perro al que mostrarán el mundo durante un año, su educación obligatoria antes de empezar la universidad de los perros guía. No hacen falta lujos, pues este segoviano vive en una casa de 50 metros cuadrados en Pinar de Chamartín. Esta figura, generalizada en Madrid –actualmente hay 280 familias– está en expansión y busca voluntarios en Segovia.
La Fundación ONCE del Perro Guía se abre por primera vez a familias que residan a una hora de la Comunidad de Madrid, en provincias como Toledo, Guadalajara, Ávila o Segovia. Su objetivo es aumentar las graduaciones –cuando un perro se empareja con una persona ciega– y para ello necesita más voluntarios que cubran ese primer año de vida para que luego sea adiestrado. «Tiene que socializar, que conozca todos los entornos», subraya el coordinador de sus departamentos técnicos, Mario Fernández.
Crece el radio de acción porque la ONCE ha invertido en dos edificios nuevos. «Hay sitios de Madrid que están a más de una hora de aquí». Hay que desplazarse a su sede, en Boadilla del Monte, para los controles o vacunaciones y que el perro no esté solo más de dos horas diarias. «Nuestro objetivo es reducir los tiempos de espera», resume Fernández. Para una persona ciega que lo solicita por primera vez está entre cuatro y cinco años; para las renovaciones, cuando el perro se ha jubilado, es de un año. «Ahora ya no tenemos problema de espacio. Lo que queremos es tener más cachorritos para dentro de dos años poder graduar mucho más», explica el coordinador.
El departamento de cría tiene una cabaña de reproductores, «perros 10, con buenas cualidades genéticas». Los labradores son mayoría –también funciona muy bien su cruce con Golden–, aunque están probando con el pastor suizo. Tienen hasta un perro hipoalergénico –labraniche o labradoodle–, una mezcla de labrador con caniche gigante: no produce alergia porque no se le cae el pelo.
Acogida tutelada
Tras las primeras vacunas, a eso de los dos meses salen a conocer mundo. «Que sepan lo que es un transporte público, un teatro, un cine, un restaurante, un bar. Lo que le pedimos a la familia es que se lo lleve a todos los sitios». Tienen el acceso universal por ley a todos los lugares públicos o privados de uso público con el que cuenta un perro guía: tiene prohibido el acceso a un quirófano o sala de curas, a una atracción de feria –puede ir al parque, pero no subirse a una atracción– o en una cocina de hostelería. Y la fundación cubre los gastos. A los catorce meses, vuelve a la escuela para recibir el adiestramiento profesional. Después, el instructor elige al usuario idóneo.
La acogida está tutelada por un supervisor, que da unas nociones de obediencia básica. «Al principio es normal que tenga miedo a algunas cosillas y siempre hay una técnica para solucionarlo». Y explica lo que no se puede hacer: jugar con pelotas –despierta el instinto de caza–, dejar que se suba a camas o sofás o darle comida humana. «Hay mucha gente que vive fuera de Madrid, pero viene a trabajar. Nos resulta muy fácil hacer un seguimiento a esas familias. A sitios como Segovia se llega fácilmente para que vaya el supervisor», añade Mario Fernández.
«Le hemos llevado a un centro comercial para que lo vea. Hemos ido en coche, en autobús, un par de veces en metro»
Nacho Riquelme
El proceso se inicia mostrando el interés a través de un correo a cachorros@once.es. El requisito básico es disponibilidad de tiempo. «Lo que queremos es que el perro les acompañe a todos los sitios».
Nacho y su novia vieron un anuncio en Telemadrid. «Podemos colaborar y ver cómo somos nosotros ante un perro porque no hemos tenido ninguno». El proceso fue sencillo. «Les da igual el tamaño de la vivienda, se adaptan a todo tipo de entorno. Lo que buscan es que estés cerquita, tengas disponibilidad y que esté pegado a ti las 24 horas del día. Para nosotros es una buena experiencia porque con él podemos entrar donde queramos», comenta el segoviano.
En casa y en la oficina
Tras probar en otra casa con niños pequeños que tenían miedo a los perros, Kempton llegó a su casa el 11 de septiembre. «Al principio era muy complicado llamarle», reconoce. Unos días antes de recogerle, la supervisora visitó su casa y dio pequeños consejos como acotar su zona de plantas para que no las mordiera.
Kempton ya hace sus necesidades en la calle, así que lo primero es sacarle a pasear. Juega con unos juguetes que incluyó la fundación en el 'pack' de recogida y otros que han comprado. Tiene pasión por un peluche antiguo, el típico cerdito que suena o morder palos de café para aligerar la tensión de esos dientes que están aflorando. Acompaña a Nacho a su jornada laboral, ya sea en casa cuando teletrabaja o en la oficina, el gran trámite que ha tenido que asumir por prevención de riesgos laborales. La empresa hizo una encuesta y hay dos compañeros con fobia. «Me han dicho dónde están, así que no me acerco y ya está».
«Vamos a cogerle cariño, pero estamos ayudando a que ayude a un ciego»
Nacho Riquelme
Acoge a un perro guía
La agenda social es variada. «Le hemos llevado a un centro comercial para que lo vea. Hemos ido en coche, en autobús, un par de veces en metro». Con el tiempo han curado su miedo a las escaleras mecánicas. Otra norma es que no pasen dos o tres días sin que vaya a un parque con perros. «Lo que interesa es que no tenga miedo a que le ladren y tenga esa energía de juntarse con otros». El siguiente nivel es llevarle al cine, algo que harán en unos días. «Si él se va a dormir...»
Entran sin problema incluso en supermercados que no admiten perros: el collar que le acredita es una alfombra roja. Asumen que le echarán de menos, pero les compensa. «Vamos a cogerle cariño, pero estamos ayudando a que ayude a un ciego». Entre un cuarto y un tercio de los perros no son válidos durante el aprendizaje, por enfermedad o carácter. «Así que tenemos esa pequeña esperanza de que vuelva».
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