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Alba Martín, profesional con más de 20 años de experiencia y formadora en los talleres impartidos en la Real Fábrica de Cristales de La Granja. R. Bastante (Ical)

Segovia

El legado de la artesanía del vidrio

La Real Fábrica de Cristales de La Granja abre las puertas de sus talleres para mostrar una técnica que se transmite desde hace cuatro años a los alumnos

Mónica Sastre (Ical)

Segovia

Miércoles, 4 de junio 2025, 09:38

La Real Fábrica de Cristales La Granja se ha convertido en un espacio educativo y didáctico en el que tanto alumnos, procedentes del Ecyl, como visitantes, a través de su Museo, pueden conocer y aprender cual es el procesado del vidrio. Para ello, la sopladora de vidrio Alba Martín cuenta como desde hace cuatro años mantienen la idea de continuar con el legado de esta artesanía a través de la formación de alumnos que pasan por sus departamentos de horno y talla para aprender el oficio.

«Es un oficio que requiere muchísimos años de experiencia para llegar a masterizarlo», apunta. Con ello, su misión es «plantar la semilla de la pasión» para que los alumnos puedan continuar desarrollando el oficio. En este sentido, detalla que dentro de la formación hay una parte teórica «muy interesante» con historia «donde ven todas las épocas del vidrio» y reproducen en el taller piezas de esas épocas.

También en la teoría tienen química, asignatura donde aprenden el aspecto teórico de la materia. «Son conocimientos que te sirven en la vida útil para explicar a los clientes de qué se trata la composición del vidrio», añade. «Es maravilloso como compaginamos historia, química y práctica en la jornada de trabajo», asegura Martín. Además, afirma que el oficio del vidrio lleva años de práctica. «El hecho de soplar una mera burbuja te puede llevar meses», dice. Son 1.200 grados de temperatura lo que tiene el material y empiezan «muy poco a poco», trabajando de uno en uno para no quemarse y teniendo en cuenta todos los riesgos. Una vez asentados los conocimientos, se trabaja en parejas y de tres en tres.

La responsable del departamento de Formación de la Fundación Centro Nacional del Vidrio (FCNV), María Concepción Juárez explica que también se imparte la implementación del título profesional básico en Vidriería y Alfarería. Con una duración mínima de 2.000 horas (equivalentes a dos cursos académicos completos), se imparte en el IES Peñalara de San Ildefonso y en las instalaciones de la FCNV a través de un convenio de colaboración con la Consejería de Educación de Castilla y León. Está dirigido a alumnos de la ESO, mientras que los talleres mixtos se destinan a trabajadores en situación de desempleo. Cuentan con una duración de nueve meses en los que un grupo reducido, de alrededor de una veintena de alumnos, podrán conocer el trabajo de la cerámica y obtener aptitudes para poder desarrollarlo pasado este tiempo de formación.

Para sacar adelante una pieza dentro del proceso del vidrio, comenta Martín, el trabajo «lo tienes que acabar lo antes posible», con lo que asegura que, aunque tarden 20 minutos en el horno, pueden trabajar hasta 21 años para terminar la pieza «satisfactoriamente» porque, según señala, «los primeros años la pieza siempre tiene algún defecto». Con la ayuda de estos doce alumnos, seis en horno para la realización de los procesos en caliente y otros seis en el departamento de talla, explica que en la parte de frío «no solo repasan y arreglan nuestros defectos, sino que también lo decoran» con la ayuda de los cuatro formadores.

A estas alturas del curso ya se encuentran en el proceso de soplar vasos en molde «para que luego en talla practiquen la decoración y hacer el proceso en frío que requieren las piezas». Una actividad que se complementa con el grabado. Así, avanza que el día a día en el taller trascurre entre las 12:30 y las 15:30 horas y, según llegan, preparan el espacio para continuar con una demostración inicial de lo que se va a hacer en esa jornada y los alumnos, a continuación, se ponen a practicar. «Hacer vidrio es una afición muy cara y requiere de muchos años de práctica antes de poder dedicarte a ello», añade. tener la oportunidad de cobrar por aprender es «increíble» porque, al haber tan poca gente en España que se dedica a este oficio «sirve para animar a más personas a trabajar el vidrio».

Museo

Además de la parte formativa en la que se encuentra inmersa la Real Fábrica de Cristales, también cuenta con una faceta didáctica a través de su museo, ubicado en el interior de la Real Fábrica como un edificio declarado Bien de Interés Cultural «por su autenticidad en cuanto a arquitectura industrial del siglo XVIII», según comenta su directora, Paloma Pastor. «Fue construido durante el reinado de Carlos III y tiene una planta basilical con grandes bóvedas y zonas nobles», añade Pastor. Actualmente está diseñado como un espacio tecnológico del vidrio con colecciones permanentes de maquinaria y herramientas para la fabricación del material. Hay otros destinados al cristal de La Granja de los siglos XVIII y XIX, sin olvidar la sala dedicada a las vidrieras, bocetos y cartones del taller de Maumejean Hermanos. Asimismo, se encuentra activa una colección de vidrio contemporáneo y de diseño.

La técnica de vidrio soplado desde los años 70 «lamentablemente ha ido reduciéndose en número de fábricas y sopladores por la competencia de la industria», lamenta Pastor. Por ello nace la Fundación Centro Nacional del Vidrio con el objetivo de impulsar y desarrollar «y que no se pierda la artesanía del vidrio en España». Por eso, la Fundación unió el museo con el taller de soplado y de talla de lámparas. «Una labor importante es mantener y dar conocer las técnicas artesanales y el arte y diseño», concluye.

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