La iglesia de San Andrés de Cuéllar reabre al culto para celebrar la fiesta de las Candelas
Los hermanos de la cofradía mantienen vivas tradiciones en torno a esta fiesta, como la ofrenda y el ‘rodillín’
mónica rico
Cuéllar
Domingo, 4 de febrero 2018, 14:10
La iglesia de San Andrés volvió a abrir sus puertas al culto la noche del pasado viernes en la celebración de la fiesta de la Virgen de Las Candelas, de cuya cofradía es sede canónica. El templo se encontraba cerrado a la liturgia desde hace un año, pues durante 2017 fue utilizado como sede de ‘Reconciliare’, la exposición de Las Edades del Hombre que albergó la villa entre abril y noviembre.
Así lo recordó el párroco de la villa, Emilio Calvo, encargado de la celebración litúrgica, antes de que comenzara, en la bienvenida a todos los cofrades y asistentes. El acto lo abrieron las palabras de uno de los hermanos de la Cofradía, que animó a vivir con fervor la fiesta «para sentir en los corazones el gozo que María y José sintieron cuando se acercaron al templo a ofrecer al Niño». Y es que el significado de esta fiesta está ligado a la presentación de Jesús en el templo y a la Purificación de la Virgen María.
Calvo también mencionó que, tras la exposición de Las Edades del Hombre, el templo había sufrido algunos pequeños cambios que ya se pueden apreciar, consistentes sobre todo en que se han mantenido algunas de las rampas realizadas para mejorar la accesibilidad durante la muestra. Seguidamente el sacerdote invitó a los cofrades que fueran encendiendo las velas del resto de los asistentes, para, a continuación, pasar a su bendición.
Con el desarrollo de la festividad, los miembros de la cofradía de Las Candelas cumplieron con la tradición, y ofrecieron a la imagen de la Virgen, una tarta o bollo, dos palomas o pichones y varios cirios. Cirios que portaron muchos de los fieles que cada año desafían al frío en esta fiesta en la que no faltó la tradicional procesión, acompañada por la música de la dulzaina y el tamboril y las danzas y jotas castellanas.
Tras un pequeño recorrido por las calles del barrio de San Andrés, la imagen regresó nuevamente al templo donde se desarrolló la Eucaristía, en la cual tuvo lugar otra de las tradiciones que se mantienen en esta fiesta, el ‘rodillín’, en el que los cofrades portando a la Virgen realizan tres genuflexiones frente al altar mayor. Los actos concluyeron con un aperitivo en el centro parroquial, que también estuvo animado por la música de la dulzaina y tamboril del grupo Marchamo.
Palomos o tórtolas
La tradición de la fiesta de Las Candelas, según detalla el historiador cuellarano Juan Carlos Llorente, tiene un origen cercano a la historia de la Virgen María y el Niño Jesús, en concreto cuando se sometieron a la Ley de Moisés «que requería que una mujer que hubiera dado a luz, a los 40 días tenía que presentarse en el templo de Jerusalén a hacer una ofrenda, que significaba la purificación», a ella se acudía con una vela o candela «y se ofrecían además dos palomos o tórtolas para el sacrificio».
En Cuéllar, Llorente apuntó que existe constancia de la cofradía desde finales del siglo XIX y principios del XX. También recordó que se conoce la existencia de un grupo de danzantes, cuyos trajes se traspasaron a la cofradía del Niño de la Bola una vez que los suyos se quemaron en un incendio en la casa de un mayordomo, trajes que se han conocido hasta los años 50 del siglo pasado y que posteriormente también desaparecieron. «Esto nos significa que había danza y buena», asegura el historiador.
Singularidades
Juan Carlos Llorente también recuerda que los ritos, misa y procesión, se celebraban durante la mañana, y apunta la existencia de varias singularidades, como que el mayordomo ofrecía en su casa a todos los cofrades y acompañantes el morteruelo, un plato del que no se conocen exactamente los ingredientes al perderse la tradición. «Conocemos un morteruelo de la zona de Castilla La Mancha, que es muy complejo y se podría asemejar, pero pensamos que aquí era más bien relativo a viandas con elementos de la matanza del cerdo». El que aún se conserva es el rito del ‘rodillín’.
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