Segovia
El éxito de aguantar una semana entera sin móvilLos alumnos de los Maristas que estudiaron los efectos de desprenderse del teléfono ganan el primer premio en el Concurso de Investigación e Innovación de la Consejería de Educación
Un grupo de alumnos de 1º de Bachillerato del Colegio Maristas de Segovia, capitaneado por el profesor de Filosofía Sergio Calleja, se propuso responder a una pregunta tan provocadora como pertinente: ¿es el móvil una droga? Y lo que comenzó como un reto académico en octubre de 2024 ha culminado este miércoles en Salamanca con la consecución del primer premio, en la categoría de Bachillerato, en el Concurso de Investigación e Innovación de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León. El proyecto, centrado en un experimento en el que 75 jóvenes aceptaron vivir una semana sin teléfono móvil, ha sido una experiencia verdaderamente transformadora para todos.
La investigación trató de involucrar a casi 300 alumnos de entre 2º de ESO y 2º de Bachillerato. El desafío era radical: depositar el móvil en una urna y despedirse de él durante siete días. Solo el 26,7% de ese alumnado, es decir, 75 estudiantes, aceptó el reto. «A lo mejor se lo propongo a cien adultos y no accede ninguno», pensó entonces Calleja, que también se sumó al experimento, para dar ejemplo. El proyecto no se limitó a la abstinencia. Antes de la fase experimental, los ocho alumnos que lideraron el trabajo se sumergieron en un exhaustivo proceso de documentación. Entre otras cosas, leyeron informes sobre el uso del móvil entre adolescentes que les revelaron datos «escandalosos», como que los jóvenes sacan el móvil del bolsillo unas 200 veces al día, incluso sin haber recibido notificaciones.
El experimento en sí fue una radiografía emocional. Los participantes respondieron encuestas diarias sobre sus sentimientos, temores y cambios en su rutina. Al depositar el móvil, muchos expresaron nerviosismo o miedo a «desconectarse», y durante la semana, algunos notaron dificultades prácticas, como la imposibilidad de escuchar música, pero también beneficios inesperados. «El 80% reconoce que se ha sentido más liberado, con menos presión y más feliz», subraya Calleja. Sorprendentemente, el 60% de los 75 participantes afirmó que estaría dispuesto a prolongar la experiencia una semana más.
No es adicción, pero se le parece
El análisis de los datos fue tan meticuloso como el experimento. Los estudiantes clasificaron respuestas, calcularon porcentajes y extrajeron conclusiones que presentaron en Salamanca con verdadera solvencia. «No podemos afirmar que existe una adicción al móvil, porque hablar de adicción es algo muy serio y no somos quién para determinarlo con esta investigación», explicaron Cristina Pastor, Héctor Bartolomé y Javier Martín, tres de los ocho alumnos que asumieron la investigación, en la defensa pública del trabajo. Sin embargo, sí constataron que los síntomas expresados por los participantes -ansiedad, dependencia, miedo a estar sin el dispositivo- son «muy parecidos» a los de una adicción. «Existe una dependencia del teléfono peligrosa y un poco enfermiza», concluyeron.
Más allá de los datos, el proyecto dejó una huella profunda en los participantes. «Todos los que vivimos la experiencia somos conscientes de la mala relación que tenemos con el móvil. Muchos se propusieron cambiar sus hábitos: 'Esto me va a servir para cambiar mi uso diario del teléfono', decían. No sé si lo habrán conseguido, pero que sean conscientes ya es transformador», reflexiona Calleja.
«Ha sido una experiencia vital y un aprendizaje para toda la vida», cuenta Héctor Bartolomé, que destaca la importancia de «reconocer» que el móvil puede ser un problema. Por su parte, Cristina Pastor, subraya el impacto personal: «He estado más con mi familia», asegura. Y Javier Martín no olvidará el momento de recibir el premio: «Cuando dijeron que los ganadores eran los Maristas todos gritamos: ¡Vamos!». «Había proyectos muy chulos, no nos lo esperábamos», admite Cristina, pero, como recalca Calleja, «lo importante es todo lo que hemos trabajado, aprendido, experimentado, pensado y cuestionado».
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Para el profesor, el proyecto trasciende el ámbito académico: «Educar es mucho más que explicar un temario», dice, y la investigación, completamente extracurricular, responde a su filosofía educativa, porque no es la primera vez que Calleja impulsa iniciativas de este tipo: el año pasado, un proyecto sobre filosofía y salud mental obtuvo el segundo puesto en el mismo concurso. Aunque el premio ha sido un reconocimiento merecido, el verdadero valor está en el camino recorrido: un viaje de autoconocimiento, trabajo en equipo y cuestionamiento crítico que ha tocado la vida de todos los implicados.
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