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El periodista Paco Lobatón posa con la alcaldesa de El Espinar, Alicia Palomo. El Norte

«Cada semana aparece sin vida una persona desaparecida, es un dato insoportable»

El periodista Paco Lobatón afirma en El Espinar que la necesidad de un programa televisivo como ‘Quién sabe dónde’ «es absolutamente clara desde el punto de vista social»

PPLL

Domingo, 2 de abril 2017, 07:57

El nombre del periodista Paco Lobatón (Jerez de la Frontera, 1951) va eternamente ligado al de Quién sabe dónde, que fue un hito en la televisión de los años noventa. Ayer sábado intervino en el Curso de Búsqueda en Grandes Áreas de Personas Desaparecidas celebrado en El Espinar.

¿Cuál es el objetivo del curso?

Es dar la posibilidad a voluntarios, profesionales y, en general, a personas sensibilizadas por las situaciones de personas desaparecidas, de adquirir conocimientos acerca de cómo trabajar en un operativo de búsqueda. La base del curso es el método de búsqueda en grandes áreas que creó José Ángel Sánchez López.

¿Qué le parece la iniciativa del Ayuntamiento de El Espinar de crear una oficina de personas desaparecidas? ¿Cree que debería extenderse a otros municipios del país?

Debería extenderse porque es un ejemplo extraordinariamente positivo. Es una iniciativa pionera y, como tal, ha obtenido el reconocimiento de los premios que otorga la fundación Quién Sabe Dónde Global. Creo que es una iniciativa ejemplar porque significa tener elementos para poder reaccionar ante una desaparición de cualquier naturaleza. Esa tarea de trabajo previo y de tener estudiado el entorno de la localidad (su orografía y las posibilidades de movimiento de una persona según su propia naturaleza), así como adecuar los dispositivos de búsqueda a los lugares en los que se puede presumir que pueda estar, es formidable. Es no improvisar y partir de una base seria y científicamente estudiada. Por lo tanto, es dar las condiciones para tener mucha mayor eficacia.

¿Qué trabajo desempeña la fundación Quién Sabe Dónde Global Europea por las Personas Desaparecidas?

Ofrecer soporte a las familias. Darles información y pautas a seguir acerca de los pasos a dar cuando se produce esa situación. Al mismo tiempo, reclama que esa atención sea efectiva en todos los planos, tanto en el policial, con la puesta en marcha de dispositivos de búsqueda, como en el social, cubriendo las necesidades que puedan plantearse, que pueden ser muchas, tanto en el aspecto emotivo como en el jurídico o el económico.

¿Tiene datos de cuántas desapariciones se producen al año?

En esos datos no hay que especular ni hacer aproximaciones. Por primera vez en la historia, el Ministerio del Interior ha aportado datos en un informe y ahí están. Se habla de 121.118 denuncias de desaparición cursadas entre 2006 y enero de 2017. La media en los últimos años es de más de 20.000 denuncias por año. Aunque el índice de resolución es alto, está entre el 90 y el 95%, sigue habiendo un remanente que el informe cifra en 4.114 casos que están sin resolver y, por tanto, se trata de situaciones de sufrimiento y de alto riesgo para las propias personas desaparecidas. Son cifras que vienen a confirmar la hondura y la envergadura social de este problema y, en consecuencia, la urgencia de que se adopten medidas proporcionadas. En ese sentido, tanto nuestra fundación como las familias hemos recibido con mucha expectación y deseo el anuncio de la creación de un Centro Nacional de Desaparecidos por parte del Ministerio del Interior.

¿Cada desaparición es un mundo o hay rasgos comunes en todas ellas?

No se puede simplificar. Hay una enorme diversidad. Pero lo que sí se tiene que decir rotundamente, frente a interpretaciones que a veces tratan de simplificar y que juegan con el concepto de desapariciones voluntarias, es que las desapariciones, en la gran mayoría de los casos, responden a una situación que ha resultado insuperable para esa persona. Por lo tanto, hay elementos que son externos a la propia voluntad. Las desapariciones voluntarias en el sentido estricto son la excepción, y las normales son estas otras que tienen distintas motivaciones y circunstancias y que son las que empujan a la persona a desaparecer de su entorno.

¿Cuales son los casos que más le han marcado a lo largo de su trayectoria, tanto durante el programa Quién sabe dónde como al frente de la fundación?

En antena tratamos 1.500 casos, pero fueron bastantes más lo que nos ocuparon en el trabajo de la redacción. Llegamos a recibir hasta 10.000 peticiones de búsqueda. A todas ellas les planteábamos como requisito imprescindible una denuncia. Estamos hablando de algo de mucha envergadura. De modo que podría citar muchos casos, pero ahora mismo me tienen especialmente preocupados los casos que están abiertos y no resueltos. El de Manuela Chavero en Extremadura, el de Paco Molina, el de Borja Lázaro, el de Caroline del Valle Podría seguir citando casos, incluidos algunos de personas mayores. Lamentablemente, en muchas ocasiones están apareciendo sin vida. Tenemos una media semanal de una persona que aparece sin vida. Es un dato insoportable y de una gravedad tremenda. Tenemos que reaccionar socialmente.

¿Le gustaría que volviese Quién sabe dónde?

No es una cuestión de gustos personales. Es una necesidad absolutamente clara desde el punto de vista social. Yo creo que la televisión, y sobre todo la pública, tiene un deber con esa parte de la sociedad, sobre todo cuando el precedente de Quién sabe dónde demostró que puede ser eficaz, útil y puede hacerse en un enclave de respeto y de consideración al dolor de las familias.

¿Por qué dejó de realizarse el programa?

Nunca lo supe. Las audiencias eran muy buenas.

¿Es cierto que llegó a pedir ayuda a la Reina Sofía para volver?

Tuve un encuentro ocasional con ella en una reunión de Unicef. Se interesó por el programa y le pregunté si ella podía prestar algún tipo de ayuda. No ocurrió así, lamentablemente.

Hay desapariciones que tienen mayor exposición mediática que otras. ¿Es una circunstancia que favorece o que dificulta la investigación?

Las desapariciones requieren que la sociedad tome nota de ellas, se entere y tenga la oportunidad de colaborar. Lo que no se conoce pasa al margen de la realidad. Con lo cual la premisa de dar a conocer y difundir a través de los medios es clarísima. Otra cosa es el modo en el que se haga.

Uno de los casos con mayor exposición mediática es el de Diana Quer. ¿Piensa que se está realizando la investigación de forma correcta?

No tengo datos para decir que no. Ni yo ni nadie tiene elementos para pensar que no se están haciendo todos los esfuerzos.

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