--575x323.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
elena rubio
Domingo, 8 de noviembre 2015, 11:29
Fue el 15 de septiembre de 1990 la primera vez que vinieron a Segovia. Eran tres las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia que llegaron a la ciudad con deseo de quedarse para no irse y comenzar a trabajar por y para los segovianos. A su llegada se instalaron en la casa rectoral del santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, cuando era obispo de la diócesis Antonio Palenzuela y capellán del Santuario Cipriano Herranz. «La presencia de religiosas, como testigos orantes, a los pies de la Virgen de la Fuencisla, fue el deseo del capellán junto con la Cofradía y su consiliario, Rafael Matesanz», comentan las hermanas.
Una llegada en la que recibieron el encargo de lo que tenían que hacer en la ciudad de la mano del obispo Palenzuela: desarrollar una tarea apostólica en la parroquia de San José Obrero, una misión que «hemos realizado a lo largo de estos veinticinco años con mucha ilusión y esfuerzo», asegura la superiora de Segovia, la hermana Cristina Fátima.
Desde su casa junto al santuario de la Fuencisla se trasladaban todos los días a esta zona de la ciudad para cumplir su misión. Hasta que una mañana no pudieron hacerlo porque en la madrugada del 7 de abril de 2005 un desprendimiento de 2.000 toneladas de rocas sepultó la casa habitada por las tres hermanas que se salvaron milagrosamente. Una se quedó entre dos vigas en la parte superior de la vivienda, lo que en realidad le salvó la vida, y las otras dos cayeron al vacío, con lesiones relativamente leves para lo que podía haber sido, ya que una de ellas se rompió la clavícula, otra se hizo un esguince en el pie y la tercera se partió un hueso del oído y sufría una rotura de cadera. «Lo consideramos un milagro de la Virgen», afirman.
A pesar de tener su lugar de residencia destruido y sufrir heridas, no dudaron ni un momento en que tenían que seguir adelante. Primero fueron acogidas durante unos meses por las religiosas de María Inmaculada, a las que «estamos enormemente agradecidas». Posteriormente, y durante un breve periodo de tiempo, estuvieron en la residencia del Sotillo para trasladarse después a su vivienda actual, propiedad del Obispado, en el barrio de la Fuentecilla.
Su labor
Desde allí continúan realizando a diario el trabajo que hace 25 años les encomendó el obispo Palenzuela porque «hemos nacido para evangelizar» sintiéndose «profundas misioneras», tal y como dice la superiora de Segovia.
Su día a día comienza en torno a las seis de la mañana cuando se levantan y se ponen a orar. Tras una hora de oración y laudes, desayunan y vuelven a su retiro espiritual, donde tampoco falta, la oración, el estudio y las lecturas, de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, cuidando «nuestra amistad con Cristo, para poder ser verdaderas contemplativas en la acción».
Es a partir de mediodía cuando acaba su retiro diario y empieza su vida más apostólica al servicio de la comunidad en la que hacen múltiples servicios, que van desde ir a visitar enfermos los viernes o dar clases de religión en el colegio de Palazuelos de Eresma donde una de las hermanas imparte clases de esta materia a media jornada. Una «tarea apostólica» que fundamentalmente realizan en el barrio de San José, donde también dan catequesis para niños, jóvenes y adultos, visitando a los enfermos del barrio, contribuyendo en la liturgia y «animando la vida parroquial y llevando la buena noticia del Evangelio», entre otras cosas. Pero además, colaboran con Cáritas, están en las reuniones con catequistas y participan con los Secretariados Diocesanos de Juventud, Catequesis y Misiones, lo que «nos hace sentirnos especialmente, como Teresa de Jesús hijas de la Iglesia», matiza la hermana.
Durante estos 25 años también han estado en otras parroquias de la ciudad como San Marcos, la Santísima Trinidad, y en distintos pueblos de Segovia, como en Villaseca y Castrillo de Sepúlveda, San Cristóbal de Segovia, Tabanera del Monte y Palazuelos de Eresma, continuando en estos dos últimos donde colaboran por medio de la catequesis de niños y adolescentes, con la animación litúrgica con el coro parroquial de Tabanera del Monte y trabajando en la pastoral familiar. «Allí donde estamos, trabajamos por crear un ambiente de familia al estilo de la Familia de Nazaret, desde la sencillez y la alegría que nos caracteriza».
En opinión de la hermana Superiora, «dos puntos de fuerza» unifican su vida, Nazaret, como la vida que vivió Jesús hasta sus treinta años y El Carmelo, «el tronco en él cuál hemos sido injertadas y cuya savia, inoculada por los santos y místicos carmelitas, renueva continuamente nuestra búsqueda del Amado». Por eso su vida a diario se basa en un amor fraterno, donde prima la humildad, la alegría, la servicialidad y la acogida.
25 años que celebran con «gratitud» por haber estado estos años compartiendo y ayudando, lo que les ha llevado a programar varios actos para este fin de semana, como un concierto-oración el sábado por la noche, con la participación de personas procedentes de diferentes lugares donde estas hermanas tienen presencia, así como una misa de acción de gracias, presidida por el obispo de Segovia, César Franco, el domingo 8 de noviembre a partir de las 17:30 en la parroquia de San José. Además, las hermanas han realizado un panel de nueve metros de largo, con una nutrida colección de fotografías de diferentes actividades que han realizado durante estos 25 años, que han instalado en los locales de la parroquia. En el panel se puede ver el trabajo que han llevado a cabo durante todo este tiempo, desde catequesis, excursiones o acompañamientos, incluso fotos del derrumbe de la casa rectoral.
Las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia nacieron en diciembre de 1984, como Instituto de Derecho Diocesano, contando en la actualidad con 31 hermanas de nacionalidad española, una india y una mejicana. Su presencia se encuentra repartida en ocho casas ubicadas por España: en Cuenca y dos pueblos de la provincia, San Clemente e Iniesta, en Segovia, Madrid, Ávila, la localidad jienense de Andújar y Chauchina, en Granada. Además, la comunidad cuenta con una novicia y ocho junioras, es decir, hermanas de votos temporales en proceso de formación inicial. Según la hermana Cristina Fátima, también hay algunas jóvenes que «están en proceso de discernimiento con deseos de pertenecer a nuestro instituto».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.