El patrimonio escondido de los pueblos
El Manzano ·
Su iglesia de San Julián Mártir cuenta con pinturas murales del siglo XVI que han llamado la atención de un proyecto de patrimonio europeomaría jesús Gutiérrez / WORD
EL MANZANO
Domingo, 1 de noviembre 2020, 17:54
Numerosos pueblos pequeños de la provincia de Salamanca cuentan con una gran riqueza que en muchas ocasiones pasa desapercibida puesto que sus vecinos han conocido desde siempre lo que tienen y no les han dado el valor que realmente se merecen.
Sin embargo, hay pueblos como El Manzano, presidido por Carmen Ruano Delgado, que sin apenas recursos llevan años rehabilitando y tratando de revitalizar todos sus recursos como una forma de luchar contra la despoblación y buscar una mejor calidad de vida para sus vecinos.
Dentro de este objetivo, desde hace años se ha trabajado para poner en valor su riqueza patrimonio industrial y etnográfica, de una forma didáctica, a través de la rehabilitación de la Fábrica de Harinas 'Sofía de la Bondad' convertida en la Casa de la Palabra, un edificio que muestra su antigua función pero también es un lugar de encuentro con la memoria histórica de este municipio de la Ramajería.
Un valor patrimonial y etnográfica que también se ha visto enriquecido con la rehabilitación del Corral del Concejo y del Potro, un lugar singular y único en la provincia, como recuerdan desde el propio municipio; al que hay que añadir su conjunto arquitectónico tradicional de piedra seca y casas tradicionales.
Todo ello ha llevado a que El Manzano forme parte de la red internacional de excelencia turística 'Less than hundred', único pueblo de la provincia salmantina incluido en este selecto club rural de municipios de menos de cien habitantes.
Junto a todo este patrimonio rehabilitado, hay que hacer mención a las pinturas murales del siglo XVI que alberga su iglesia parroquial de San Julián Mártir. Unas pinturas que forman parte de un conjunto pictórico realizado por cuadrillas de artesanos itinerantes que atendían las demandas de las comarcas fronterizas con Portugal de Sayago, en Zamora, y del noroeste de Salamanca, junto con aquellas que se encuentran al otro lado de la Raya, y que, a pesar de la modestia de recursos, incorporaron las novedades estéticas del Renacimiento a sus obras.
Desde 2012, la Junta de Castilla y León ha realizado un esfuerzo por rescatar del olvido este conjunto, único por su singularidad y también por su fragilidad, con trabajos de catalogación, de diagnóstico de su estado de conservación y de restauración de algunos de los ejemplos más relevantes, según cuentan desde el Ayuntamiento de El Manzano, que indican que han sido incluidas en un proyecto europeo de cooperación España-Portugal (Poctep) del Programa Interreg V-A denominado 'Patrimonio Cultural en Común'.
Dentro de esta iniciativa, la Junta diseñó la exposición 'Pinturas de frontera. Murales del siglo XVI entre Salamanca, Zamora y Portugal' que en los meses de julio y agosto pudo verse en la ermita de San Sebastián del municipio salmantino de Aldeadávila de la Ribera, y en octubre en el Museo Etnográfico de Zamora.
Respecto a las pinturas de El Manzano, Sergio Pérez Martín cuenta en la publicación 'Pintura Mural del siglo XVI en la provincia de Salamanca - Foco Noroeste' realizada dentro del proyecto europeo, que en las jambas del arco exterior y su intradós donde están las pinturas murales «se aprecian tenues restos de haber portado sendas composiciones vegetales a candelieri en grisalla, en el propio arco vemos un celaje —o una bóveda celeste— de color rojizo cuajada de estrellas de ocho puntas».
En el interior del arco puede verse la Anunciación. «En la enjuta izquierda, hoy muy diluido, el arcángel Gabriel portando en su mano izquierda una especie de cetro de remate liriforme. En el lado opuesto, María, de hinojos, delante de una mesa o altar, con las manos unidas en oración y la mirada baja y tras ella un cortinaje con aspecto de brocado. Entre las dos figuras y dispuestas en zona más estrecha del muro reconocemos tres representaciones más. En la parte central, coincidiendo con la clave del arco la Paloma del Espíritu Santo y flanqueándola, a la derecha la Luna y a la izquierda el Sol».
En el lienzo semicircular que ciega el arco o puerta es donde se despliega la escena más completa y compleja del conjunto. Según el autor, «en el centro, la Virgen con el Niño escoltado por ángeles que alzan por detrás de su cabeza una especie de tela o velo, escena a la que acuden algunos religiosos o monjes cistercienses que se ubican a los pies de la Virgen con su habitual vestimenta y portando una cruz. Es más, el Niño, en actitud juguetona, parece inclinarse hacia el grupo que se dispone a la izquierda.
La forma oval de la pintura se circunda exteriormente por una especie de rosario configurado a base de cuentas de dos tamaños que se van alternando y que se remata superiormente con la figura de Dios Padre acompañado de tres ángeles, mientras bendice con la diestra y porta el orbe en la otra». Este contario, afirma el autor de la obra, pudiera ser «una representación del Vía Crucis, donde se utilizaron los círculos de mayor tamaño para pintar cada una de las 14 estaciones».
La escena central se completa con dos grupos de tres figuras cada uno que se colocan a los lados de la Virgen postradas de rodillas y unidas a través de dos carteles con inscripciones.